2 noviembre, 2020
«El último clavo en el ataúd». Con este símil se refiere Rafael Gallego, vicepresidente de la Confederación Española de Agencias de Viajes (CEAV) y propietario de la agencia canaria Viajes Océano, a la noticia sobre el confinamiento de un mes para la población de Reino Unido y a la de la recomendación de no desplazarse al extranjero realizada por el Gobierno alemán.
Agencias de viajes, hoteles y negocios de hostelería de las islas estaban felices después de conocer que los datos epidemiológicos en el archipiélago, lejos de las funestas cifras registradas en la península, permitirían la llegada de turistas internacionales. Si a algunos de esos visitantes esperaban con los brazos abiertos era a británicos y alemanes, los más asiduos de las islas en la temporada de otoño e invierno y que, ahora, deberán permanecer en sus países.
«El mercado británico y el alemán suponen más del 40% de los turistas que llegan a Canarias y nuestra temporada alta empieza ahora. Teníamos la esperanza de recibir, al menos, al 60% de los turistas que llegaron el año pasado y, ahora, salvo que haya un cambio radical, damos la temporada por perdida», lamenta el vicepresidente de CEAV, que habla con TUR 43 desde la isla de Gran Canaria.
Los hoteles también hacen cuentas para determinar hasta qué punto se ha acabado la temporada de invierno para ellos. El gerente de la Asociación Hotelera y Extrahotelera de Tenerife, La Palma, La Gomerca y el Hierro (Ashotel), Juan Pablo González, sólo espera que las restricciones en Reino Unido y Alemania «duren lo menos posible».
«La noticia de un nuevo confinamiento en Reino Unido supone un duro golpe para los hoteles canarios y se une a la recomendación de no viajar de Alemania. Están afectados nuestros dos principales mercados para la temporada de invierno. Esperemos que dure lo menos posible, pero el daño ya está hecho», comenta González.
El vicepresidente de CEAV explica que, si bien era previsible que llegaran las restricciones, el verdadero problema está en los continuos cambios y en la rapidez con la que estos se producen, que deja escaso margen para maniobrar.
«Esto cambia cada 48 horas. Ahora, las agencias tendremos que volver a pelearnos con los proveedores, porque anticipamos dinero. Estamos entre la espada y la pared, aunque, para nosotros, lo más importante son los clientes», recalca Gallego.