9 febrero, 2022
El futuro pertenece a los robots, aunque estos ingenios de la tecnología no acabarán con el factor humano. Esta es la conclusión a la que llegan Víctor Castellote y Javier Buitrago, dos trabajadores de la empresa Futura Vive que estuvieron en la feria de turismo Fitur para mostrar lo mucho que los humanoides como el robot recepcionista Tokio pueden aportar a hoteles y restaurantes.
«Tokio es un robot recepcionista, preparado tanto para restaurantes como para hoteles. También sirve para residencias. La verdad es que se puede personalizar para casi cualquier negocio. En los restaurantes, por ejemplo, puede llevar la comida a las mesas e incluso registrar las comandas. En los hoteles, puede hacer el check-in y el check-out y, como tiene un sistema de reconocimiento facial, es capaz de recordar las caras para futuras visitas», apunta orgulloso Víctor Castellote, programador de software de Futura Vive y uno de los creadores de Tokio.
Pese a lo mucho que los robots pueden ayudar en las tareas del día a día en los negocios del sector alojativo y en la hostelería, los empleados de Futura Vive aseguran que, al menos en el corto y medio plazo, la raza humana no tiene que temer a que estos ingenios de la tecnología terminen por hacerse con el control.
«El futuro, claramente, va hacia los robots, pero en ningún momento van a acabar con el factor humano. Lo que harán es quitarle carga de trabajo a las personas, de forma que el factor humano quede para las relaciones sociales. Es muy difícil llegar al nivel que se ve en algunas películas. No van a suponer un peligro para la humanidad, al menos no de momento. Dentro de muchos años, puede ser, pero de momento no», señala Castellote ante la atenta y enigmática mirada de Tokio, que también hizo acto de presencia en Fitur.
Hay personas que se sienten intimidadas cuando un ente de forma humana que carece de alma trata de interactuar con ellas. Esa circunstancia está detrás de algunos de los rasgos que presentan robots como Tokio, que ha sido concebido por sus creadores para tener una apariencia agradable que no se asemejara en demasía a la de un ser humano.
«Puede ser que los robots intimiden a las personas o les den miedo, así que buscamos que tengan aspecto amable, infantil y un tanto ambiguo, en el sentido de que no tengan género», apunta Víctor Castellote ante los gestos afirmativos de Javier Buitrago, el encargado de hardware de Futura Vive.
La casualidad hizo que los ingenios de Futura Vive tengan una vinculación con la serie La Casa de Papel y es que, si bien fue por casualidad, hay tres de sus robots que llevan nombres de personajes de la ficción televisiva: el ya mencionado Tokio, Río y Nairobi. «Que lleven esos nombres no tuvo que ver con La Casa de Papel, pero sí es una coincidencia bastante grande», comenta el responsable de software de la empresa de robótica.