15 marzo, 2021
Gallega afincada en Madrid, la psicóloga Ana Núñez, del instituto Psicode, conoce de primera mano lo que sienten los pacientes de la Covid-19, al haber prestado sus servicios como voluntaria en el hospital que, en los peores días de la pandemia, se montó en el recinto ferial de Ifema. Viajera empedernida, siente un gran dolor al rememorar su soledad durante el confinamiento, si bien está convencida de que, tarde o temprano, la pandemia acabará y podrá retomar todos los viajes que quedaron pendientes.
-¿Cómo recuerda el día en que se decretó el confinamiento?
-Hace tan solo un año y parece que han pasado cinco. De un día a otro, cambiaba nuestra vida. Me encerré sola en el que era mi pequeño piso, con poca luz y vistas a una pared. No era la situación ideal. Poco a poco iba asumiendo el no saber cuándo volvería a ver a mi familia y que, desde ese momento, mi compañía sería a través de una pantalla de ordenador o móvil. Aunque me sentía sola, tenía la sensación de que estábamos haciendo lo que había que hacer y eso me reconfortaba. Todos remábamos en la misma dirección para dejar atrás un virus que, por desgracia, aún nos acompaña.
-¿Cómo ve la situación un año después?
-Soy una persona a la que le gusta mucho viajar y lo hago siempre que puedo. Me gusta organizar viajes e ir tachando los días que faltan para hacerlos. Echo de menos eso. Hemos visto cómo se ha modificado mucho nuestra vida y la forma de disfrutarla. La pandemia parece interminable y creo que nadie esperaría estar todavía así un año después pero, como escribió Jorge Bucay en Déjame que te cuente: esto también pasará.