10 junio, 2021
El ataque de un oso a una mujer de 75 años ocurrido en el municipio asturiano de Cangas del Narcea ha puesto a este animal en el punto de mira de la actualidad. Hay personas que lo consideran como un recurso turístico de primer orden, capaz de atraer visitantes a zonas rurales muy necesitadas de actividad económica, pero también las hay que advierten de que los plantígrados son criaturas que se mueven por los instintos más básicos y que, de no haber un control, pueden ocurrir sucesos trágicos, tanto para el ganado como para los propios vecinos.
Que la observación de los osos genera interés es algo que sabe bien la concejala de Turismo de Cangas del Narcea, Begoña Cueto, que explica a TUR 43 que, en el municipio, ha surgido toda una industria alrededor del animal y que, en determinadas épocas, los alojamientos se llenan de visitantes ávidos de toparse con la fauna salvaje.
«En un municipio como este, mayoritariamente rural y con muy poca población, este tipo de turismo beneficia mucho a los alojamientos, a los bares y, en general, a todo el municipio. Además, la gente que quiere ver el oso o cualquier otro animal que vive en la naturaleza es muy respetuosa, tanto con el medio ambiente como con los vecinos del pueblo», apunta Cueto.
La concejala recalca que sucesos como el acaecido recientemente son algo excepcional, ya que los osos tienden a evitar el contacto con los humanos y las actividades de observación se realizan en compañía de profesionales y con todas las medidas de seguridad.
«Hay varios puntos de observación a los que las empresas llevan a los turistas. El oso puede estar de forma excepcional dentro de un pueblo, en un lugar muy recóndito, pero no es lo habitual. Lo del otro día fue muy mala suerte. Estoy segura de que la intención del oso no era para nada atacar a la señora. Seguro que se asustó», apunta la responsable municipal de Turismo.
Los ganaderos advierten: si no se controla la fauna salvaje, ocurrirán nuevas desgracias. Acostumbrada a lidiar con la difícil convivencia con especies como el lobo y el oso, la ganadera asturiana Lucía Velasco explica a TUR 43 que su relación con la fauna es muy distinta de la que pueden tener los turistas que viajan con el objetivo de ver o de fotografiar animales para luego regresar a la comodidad de sus hogares.
«Hay muchos y hay que controlarlos. No pueden andar por ahí sin rumbo. A los osos que bajan a los pueblos hay que ahuyentarlos», comenta Velasco, que recalca que si especies como el lobo llevan tiempo sin cobrarse víctimas entre sus animales es porque está «encima de ellos constantemente».
Pese a demandar un mayor control de especies como el oso, esta ganadera cuenta que es poco habitual que los plantígrados ataquen a los seres humanos siempre y cuando, eso sí, el comportamiento de estos cuando se topan con la naturaleza más salvaje sea el apropiado.
Según esta ganadera, muy activa en redes sociales y calificada por muchos como una auténtica influencer rural, lo que debe hacer un vecino o turista si se topa con un oso es algo muy simple: mantener una actitud precavida, no gritar y no hacer movimientos bruscos. «Lo que no se puede hacer en ningún caso es gritarle o enfrentarse a él. Hay mucha gente que comete errores como darles comida y el oso es un animal salvaje y no te puedes hacer amigo suyo», relata.
Sobre la convivencia entre ganaderos y animales salvajes, la concejal de Turismo de Cangas del Narcea llama a conciliar los intereses del colectivo con la protección de la fauna y con la actividad turística que esta genera.
«La convivencia entre fauna y ganaderos es difícil, porque son animales que, por su instinto, buscan alimento para subsistir. Eso, a veces, choca con los intereses de los ganaderos. Es algo en lo que hay que trabajar, porque es cierto que un ganadero no tiene por qué sufrir que un oso o un lobo le ataquen al ganado, pero también lo es que la fauna es un recurso muy importante para estas zonas. Incluso es complementario de la ganadería, porque hay muchas familias que tienen ganado y que también ofrecen alojamiento», comenta Begoña Cueto.