26 junio, 2020
Con más de cuatro décadas de historia, el restaurante El Refugio, ubicado en el municipio coruñés de Oleiros, se ha convertido en un referente de la cocina gallega. Su salpicón de lubrigante, plato estrella de la casa, sus pescados del día comprados en la lonja a primera hora de la mañana y su exquisito trato al cliente lo han hecho merecedor de distinciones como el sello de Galicia Calidade. El cocinero Javier Castrelo, hijo de uno de los fundadores, relata a TUR 43 la historia del establecimiento y los rasgos que lo hacen especial.
-El Refugio es un restaurante con solera. ¿Cuál es su historia?
-Inició su actividad en 1975. Lo pusieron en marcha dos matrimonios: el de Alfredo y Aurora y el de Ricardo y Blandina. Empezaron a trabajar en ese año, cuando todavía estaba la terraza antigua. Antes de eso, lo había llevado otra gente y era un merendero. Hicieron una gran reforma en los años 80, cuando quitaron la terraza exterior y colocaron la cristalera que hay ahora. Hicieron también el edificio, que es donde viven ellos. Ricardo, en el primer piso, y Alfredo, que es mi padre, en el segundo.
-Usted ha recogido ahora el testigo de su padre.
-Mi padre y Ricardo ahí siguen, al pie del cañón. Mi padre está de cara al público todos los días y Ricardo sigue encargándose de elegir y comprar los productos. Yo consulto todo con ellos.
-¿Cuáles son las especialidades de El Refugio?
-El plato estrella de El Refugio es el salpicón de lubrigante, no cabe duda. Es el más especial, el que es diferente. Lleva una vinagreta distinta a las que se toma habitualmente. Va todo mezclado y lleva todo el lubrigante. Las piezas de lubrigante son grandes. También destacan los pescados, que compramos en la lonja de A Coruña. Son todos del día. Hay rodaballo, lubina, merluza…
-¿Cómo afronta el restaurante la crisis del coronavirus?
-Ahora ya estamos abiertos, con menos mesas y haciendo las cosas con sentido. Hay mucha limpieza, no se sirve en la barra y tenemos mucho cuidado para que la gente no se amontone. Aquí vienen padres con hijos, nietos con abuelos… Si no tenemos cuidado y se contagia uno, se contagia a lo mejor toda la familia.
«La gente que viene aquí sabe comer y nuestros clientes están acostumbrados a lo mejor»
-Ustedes tienen una clientela muy familiar
-Sí. Vienen aquí familias enteras de toda la vida. Primero vienen los abuelos, luego vienen los padres y, finalmente, los hijos.
-El Refugio también ha contado con la visita de importantes personalidades, desde políticos hasta deportistas.
-Para nosotros todos los clientes son importantes y, por eso, nunca ponemos en el restaurante fotos con personas determinadas. No hay distinción entre conocidos y no conocidos. Según entran por la puerta, todos los clientes son igual de especiales.
-Alguna anécdota curiosa sí podrá comentar.
-No, porque las anécdotas que pasan en el restaurante son con los clientes y no se pueden contar. No se puede decir nada de las anécdotas porque son particulares de cada uno. Es importante mantener la discreción con los clientes. Lo que los que vienen hagan con su vida privada es cosa suya y nosotros no tenemos nada que contar.
-El Refugio ha recibido un premio por la comida a domicilio, un sistema que muchos establecimientos pusieron en marcha durante el confinamiento.
-La gente puede venir a recoger la comida y llevarla a su casa, pero es algo que nosotros hemos hecho toda la vida. La gente pide, nosotros lo preparamos y luego vienen a recogerlo. El que opta por eso puede elegir de la misma carta que está disponible para las mesas del restaurante.
-El Refugio opta, siempre con productos de calidad, por la cocina tradicional frente a las tendencias más innovadoras en la gastronomía.
-Nuestra cocina es la misma desde hace más de 40 años. Es una cocina de producto y se hace todo al momento. El pescado, por ejemplo, está en grandes piezas y se prepara y se cocina según se va pidiendo. El producto hay que cuidarlo y Ricardo lleva un montón de años acudiendo al puerto a las cinco de la mañana y escogiendo lo mejor. Eso sí, el mejor producto hay que pagarlo, porque mucha gente lo quiere. La gente que viene aquí sabe comer y nuestros clientes están acostumbrados a lo mejor.
«Nuestra cocina es la misma de hace más de 40 años. Es una cocina de producto y se hace todo al momento»
-¿Qué supone para El Refugio contar con el sello de Galicia Calidade?
-Es una prueba del buen producto que tenemos en Galicia y que nosotros ofrecemos en el restaurante. Es un reconocimiento por defender lo de aquí con unos parámetros de calidad. Para ofrecer un buen servicio hay que tener un producto de calidad, pero también hay que tener unos criterios básicos y cumplir unos requisitos de higiene y limpieza. Galicia Calidade nos pide unos parámetros mínimos y nosotros intentamos ir más allá y superarlos.
-¿Por qué decidió usted dedicarse a la restauración?
-Yo soy licenciado en Derecho. Estudié la carrera antes de dedicarme a esto, pero sabía que acabaría en la hostelería, porque es lo que me gusta y de lo que he disfrutado toda mi vida. Cuando estudiaba en Madrid y venía a pasar unos días aquí, aunque dedicara tiempo a salir con los amigos, siempre ayudaba en el restaurante.