27 enero, 2021
«Soy un aterrizado en el sector turístico, estoy aquí de casualidad». Son algunas de las palabras del fundador y director de Alda Hotels, Alberto Rodríguez. Licenciado en Ingeniería Industrial, decidió impulsar su propio proyecto al quebrar la empresa en la que trabajaba durante la crisis de 2008. «Cuando tiene una situación de inestabilidad profesional y personal como la mía de entonces, puede echarse a llorar o tomar las riendas de su vida», señala.
Alda Hotels comenzó con la puesta en marcha de un albergue en Santiago de Compostela y actualmente cuenta con más de 40 alojamientos distribuidos por el norte de España, la principal apuesta de la cadena. «El que viene a Galicia, a Asturias o a Burgos es porque le gusta, no porque tenga un precio atractivo o porque el litro de cerveza salga más barato que en otros sitios».
-¿Cómo valoráis las restricciones de los últimos días?
-Estamos acostumbrados a que la normativa cambie cada semana y a que en cada sitio se actúe de forma diferente. No soy un experto en salud pública y no me considero cualificado para valorarlo pero, desde el punto de vista sectorial, soy más partidario de restricciones duras y efectivas a corto plazo, que de medidas tibias que puedan comprometer los meses de verano. Como empresario de un sector del que depende una parte importante de la economía española, prefiero perder enero o febrero, con medidas más duras, y no agosto.
Soy más partidario de restricciones duras y efectivas a corto plazo, que de medidas tibias que puedan comprometer los meses de verano
– ¿Cuáles son sus expectativas para 2021?
-Las estimaciones cambian cada día y las más dramáticas, las que se hicieron en abril, hoy las habría firmado. La realidad fue aún peor. Ya nos hemos acostumbrado a que las peores previsiones se van cumpliendo, incluso superando, y es difícil saber el efecto que tendrá el Año Santo. A priori, parece una buena noticia que se haya alargado dos años, porque es un atractivo turístico que tiene Santiago y, efectivamente, muchos de nuestros establecimientos se encuentran en el Camino. Pero, a corto plazo tenemos cierto miedo a las cancelaciones. Puede haber gente que pensaba venir este año y decida aplazarlo al próximo.
-¿Qué espera para los próximos meses?
-Estamos trabajando desde la previsión de tener un verano que sea, al menos, como el pasado. Aunque fue de precios bajos, tuvimos movilidad y las cifras de ocupación fueron más o menos normales. Trabajamos con la previsión de que haya una recuperación de cara al segundo semestre. Además, la información que nos llega de países con un proceso de vacunación más avanzado son esperanzadores, pero los datos actuales de contagios no invitan al optimismo, sino todo lo contrario. Lo que esperamos es que sea algo muy agudo a corto plazo y que, de cara al segundo semestre de 2021, empecemos a estar más o menos dentro de la normalidad.
La información que nos llega de países con un proceso de vacunación más avanzado son esperanzadores, pero los datos actuales de contagios no invitan al optimismo, sino todo lo contrario
-Algunos de los profesionales del sector turístico reclama el pasaporte de vacunación. ¿Cuál es su opinión al respecto?
-Es muy difícil. La movilidad es muy grande, la gente viene de muchos sitios, la diversidad geográfica es enorme… Me parece que es muy complicado controlar eso. Me sorprende que los primeros colectivos que se hayan vacunado no sean los que están de cara al cliente, ya no solo los que trabajan en hoteles, sino los servicios públicos: sanitarios, policías, barrenderos, dependientes de supermercado. En definitiva, todos los que tienen un contacto estrecho con un número muy elevado de gente. Desde mi ignorancia en salud pública, creo que debemos protegerlos primero y, desde el punto de vista turístico, la imagen que transmitiríamos al exterior si todo el personal que atiende en los hoteles estuviera vacunado, sería muy positiva. En lugar de eso, estamos vacunando a gente mayor, que tiene un riesgo más alto, pero un contacto con gente mucho más limitado.
La imagen que transmitiríamos al exterior si todo el personal que atiende en los hoteles estuviera vacunado, sería muy positiva
-¿Cómo habéis adaptado la oferta a la situación actual?
-Alda tiene varias cosas positivas, para empezar, la actitud. Esto nos lleva a buscar las oportunidades de todas las situaciones, adaptarnos a los pequeños huecos que pueda haber. Fruto de ello, se han potenciado mucho las largas estancias y, a día de hoy, hemos conseguido que más del 50% de los ingresos vengan de gente que está más de una semana en los hoteles. Hace un año era impensable y hemos conseguido que sea así. En cuanto a herramientas y tecnología, nuestros clientes pueden hacer el check in sin pasar por recepción, por ejemplo. Por otra parte, a nivel de gestión, Alda siempre ha sido una empresa muy dinámica, así que la mayor parte de la plantilla ya teletrabajaba. Nos echamos de menos a nivel profesional en las reuniones, que se han cancelado, pero este proceso ha sido menos traumático para nosotros.
-¿Cómo es el cliente de Alda?
-Nuestro cliente siempre ha sido de perfil joven y que se adapta a las tecnologías. Sin embargo, esta franja ha ido aumentando y ahora es bastante variado, pero, en general, busca la funcionalidad y mira mucho el precio. Nuestros establecimientos son sencillos, pero cubren sus necesidades en cuanto a ubicación y limpieza. Tradicionalmente, trabajábamos entre semana, y más en el invierno, con clientes trabajadores y los fines de semana y en verano, con un público vacacional: gente joven, familias, etc. Este segundo grupo es el que hemos perdido y, a día de hoy, el cliente de Alda es un trabajador de perfil medio-bajo, gente que se ve obligada a viajar: el que pinta en un supermercado, el que arregla la máquina de aire acondicionado de un centro comercial, etc. El directivo ya no era un cliente de Alda, así que aunque haya dejado de viajar, nosotros no lo estamos sufriendo. Lo que sí que echamos de menos son las escapadas de fin de semana, el turismo vacacional.
El directivo ya no era un cliente de Alda, así que aunque haya dejado de viajar, nosotros no lo estamos sufriendo
-¿Alguna ubicación favorita?
-Soy un apátrida. Soy de Santiago de Compostela, pero con 18 años me fui a estudiar fuera y ahora estoy casado, tengo niños, y vivo en Burgos. Me siento bien acogido en Vigo, donde vive mi padre; en Coruña, una ciudad que visito mucho, y en Santiago, que es donde nací y crecí. También en Burgos, donde resido ahora, y, por ejemplo, ayer estaba en Gijón, que es una ciudad de acogida maravillosa. Lo que me encanta es precisamente eso, variar y conocer sitios diferentes, vivir en distintas ciudades. Me costaría mucho elegir una.
-¿Podría hablarnos de su trayectoria profesional?
-Soy un aterrizado en el sector turístico, estoy aquí de casualidad. Yo soy ingeniero industrial y trabajaba en una fábrica, pero quebró en la crisis de 2008. Esa puerta que se cerró fue una ventana de oportunidad, decidí emprender un negocio por mi cuenta, conseguí abrir un pequeño albergue en Santiago, que aún lo tenemos, y me gustó. Vi que era un sector en el que había muchas cosas por hacer, con potencial, y me fui metiendo más y más. Y hasta el día de hoy. Cuando tiene una situación de inestabilidad profesional y personal como la mía del 2008, puede echarse a llorar o tomar las riendas de su vida. Fue relativamente bien, me animé a hacer más cosas y abrí otro y, cuando me quise dar cuenta, tenía 40 y tantos establecimientos.
-¿Y ese albergue no es su establecimiento favorito?
-Soy poco materialista, me gustan más las personas que las cosas. Todo lo que hay allí lo hice yo con mis propias manos, desde montar la instalación eléctrica, hasta la detección de incendios o la carpintería, por eso le tengo cariño. Pero, la verdad es que me siento mucho más orgulloso o agradecido de los compañeros de viaje que he encontrado en cada establecimiento, mis compañeros, los que han trabajado día a día para sacar adelante la empresa.
-Los hoteles de Alda se encuentran en el norte de España. ¿Cómo ve el futuro del turismo en esta zona?
-Los números y la estadística mandan. Canarias tiene un 90% de clientes internacionales y Galicia un 90% de españoles. Frente a una situación como la que vivimos actualmente es fácil de suponer que Galicia está mejor posicionada. Estamos hablando de tres millones de visitantes al año, así que sobran los españoles, mientras que en Canarias se habla de 50 millones de visitantes, no llega el país entero para cubrir esa demanda. En conclusión, el norte tiene más posibilidades de recuperarse de forma mucho más rápida e incluso de crecer. Por otra parte, el perfil de cliente que se decanta por las islas o por el mediterráneo es más sensible a las crisis y problemas de este tipo. Sin embargo, el cliente del norte, de un perfil cultural más alto e interesado en la historia, gastronomía o con un interés paisajístico mayor, es más fiel. El que viene a Galicia, a Asturias o a Burgos es porque le gusta, no porque tenga un precio atractivo o porque el litro de cerveza salga más barato que en otros sitios. Tengo más dudas de que ocurra lo mismo en Maspalomas o en El Arenal de Mallorca. Las perspectivas son buenas y mi apuesta por el turismo del norte está fundada.
El norte tiene más posibilidades de recuperarse de forma mucho más rápida e incluso de crecer