29 abril, 2019
Subirse a un coche o a una moto sin prisa por llegar a ningún sitio, conducir por el puro placer de conducir disfrutando de cada centímetro de paisaje. Cuando pensamos en una experiencia turística vinculada al placer de la conducción, la referencia imprescindible que ocupa nuestras mentes es la archiconocida Ruta 66, más de 3.900 kilómetros que atraviesan ocho estados desde Chicago hasta Los Ángeles. Hollywood y las series televisivas se han encargado de encumbrarla en el imaginario popular y la han convertido en un referente que desde hace un año se emula en España con la experiencia Slow Driving Aragon, una ruta en moto por las carreteras secundarias de la comunidad aragonesa.
Se trata de una iniciativa que pretende recuperar para el uso turístico las carreteras secundarias y ponerlas al servicio de visitantes locales y foráneos. El turismo de experiencias y slow es una de las tendencias más acusadas en el mundo en los últimos años y en Aragón han querido aprovechar los recursos existentes en su comunidad para apostar por el disfrute en la carretera.
Según los datos del Observatorio del Turismo Rural, el 45% de los viajeros realizan entre 2 y 3 viajes al año y el 70% buscan relax y desconexión. Y este tipo de propuestas estarían dirigidas a este perfil de visitante. Entre los objetivos fundamentales de Slow Driving Aragon encontramos el de desestacionalizar la oferta y conseguir que la afluencia de turismo se distribuya de forma más uniforme a lo largo del año, ayudar a fijar población creando empleo en zonas menos habitadas y la potenciación de un patrimonio desconocido para el gran público.
La propuesta de Slow Driving Aragon incluye más de 1.500 kilómetros que se distribuyen en 16 rutas diferentes a lo largo del territorio aragonés. La más importante en cuanto a su longitud es la conocida como «Ruta de los Reyes de Aragón», que invita a recorrer parajes como el puerto de Somport, la villa de Canfranc, pasando por la capital aragonesa y disfrutando de enclaves históricos como el castillo de Loarre y paisajes sorprendentes como los Mallos de Riglos. Más de 400 kilómetros que esta experiencia invita a descubrir en, al menos, unas 7 horas y media y en los que los visitantes recorren la comunidad autónoma de extremo a extremo.
En el extremo contrario, la ruta más corta, con apenas 117 kilómetros, conocida como «Ruta de los orígenes del Reino de Aragón», recorre los valles más verdes del Pirineo aragonés durante cerca de 3 horas.
Desde los rincones más desconocidos de las montañas pirenaicas, descubriendo el Moncayo, la sierra de Albarracín, el Parque Nacional de Ordesa, sin olvidarse del espectacular e instagrameable desierto de los Monegros, la conocida como Toscana aragonesa o el Monasterio de Piedra.
En un momento en que el auge de los recorridos sobre dos ruedas y el turismo motero sigue creciendo, la comunidad aragonesa ha querido apostar por el slow driving. La experiencia arrancó hace ahora un año, en marzo de 2018, con tan sólo 7 rutas, pero se ha incrementado hasta alcanzar las 16 actuales.
Desde Turismo de Aragón, el consejero responsable del departamento, José Luis Soro, ponía en valor a principios de este año el incremento de visitantes al patrimonio cultural e histórico de la comunidad con porcentajes que superan en algunos casos el 25% de crecimiento. El responsable del área de Turismo relacionaba esta mejora en las cifras con la adopción de medidas como el programa de Slow Driving.