23 febrero, 2021
Veterinario, investigador, profesor universitario, una eminencia en la enfermedad de las vacas locas y, ahora, también un apasionado analista de la pandemia de la Covid-19. El doctor Juan José Badiola, muy conocido por sus intervenciones televisivas, habla del coronavirus y de sus efectos sobre el turismo con cautela y mesura, desde una posición mucho más conciliadora que algunos de sus compañeros. Convencido de que la normalidad se alcanzará a lo largo del próximo verano, cuando llegue la ansiada inmunidad de rebaño, Badiola destaca el esfuerzo realizado por los hosteleros para cumplir con los protocolos sanitarios y cree que eventos como la feria Fitur podrán celebrarse, si bien no serán como en ediciones anteriores.
-¿Cuándo podremos volver a viajar con normalidad?
-Pues cuando hayamos alcanzado el 70% de la población inmunizada, que es esa famosa inmunidad de rebaño. Eso se espera que llegue a lo largo del verano. El momento va a depender del ritmo de vacunación, que esperemos que se normalice en este próximo mes de marzo, una vez superados los problemas de abastecimiento que hemos tenido. Ahora que ya vamos a tener más vacunas, confío en que eso se solucione. También creo que las comunidades autónomas, al fin, han cogido la logística adecuada y van a ir más rápido. Voy a decir que a mediados de verano. Yo creo que ahí ya vamos a poder normalizar nuestra vida.
-Científicos y sanitarios alertan del riesgo de desescalar demasiado rápido mientras los hosteleros insisten en que sus establecimientos son lugares seguros. ¿Cuál es su opinión?
-Lo que no se puede asegurar es que todos y cada uno de los restaurantes y bares de España sean lugares seguros, pero lo que sí puedo decir es que los hosteleros tienen razón en el sentido de que han aprendido a la fuerza. Creo que han aprendido bien la lección y, además, han sorteado esa barrera de la relación propietario-cliente que hace que no siempre sea fácil llamar la atención a las personas, aunque sea educadamente. Muchos me decían que no querían ser polícías, pero yo les contestaba que tenían reservado el derecho de admisión y la obligación de procurar que la gente cumpla con la normativa para no dar la razón a aquellos que afirman que los establecimientos de hostelería no son lugares seguros. Es por pura conveniencia. Creo que ahí está la clave de la cuestión. Yo no tengo tan claro que la hostelería sea el principal foco de contagio. Hay contagios, sin duda, pero también los hay en otros lugares: en las familias, en las reuniones de amigos, en los transportes públicos, en el trabajo, en la educación… Lo que yo no comparto es que se eche todo el peso de la carga a los hosteleros. Sinceramente, no estoy de acuerdo y en eso discrepo de otros colegas. Si yo tuviera un bar o un restaurante te aseguro que me esmeraría en que en mi establecimiento se cumplieran las normas. Si hay que aguantar un tiempo con un aforo del 30%, pues se aguanta, y si hay que decirle a la gente que se quite la mascarilla justo en el momento de beber o comer y que se la ponga después, pues se dice, tampoco pasa nada. Hay que tener en cuenta también que, aunque hay muchos perjudicados, los hosteleros son los más llamativamente perjudicados. Yo sigo la pandemia, pero también procuro atender a otro tipo de intereses sociales. En una palabra, hay que armonizar.
«No tengas ninguna duda de que, cuando pasen cuatro o cinco meses y estemos en pleno verano, el pasaporte sanitario se va a imponer»
-En todo caso, quienes defienden el cierre de la hostelería como medida sostienen que, sin bares ni restaurantes, se garantiza una limitación de las reuniones sociales.
-Bueno, la gente también se reúne en las casas y hace fiestas clandestinas. Tenía que haber un estudio serio que demostrara cuál es el porcentaje real de los contagios que se producen en los diferentes lugares y en las distintas comunidades autónomas españolas, porque hay comunidades donde la gente va más al bar y otras en las que va menos. Cada sitio es diferente. El metro, por ejemplo, está donde está. A veces, las medidas se toman de una forma un tanto automática y yo creo que sería procedente hacer un estudio más detallado para comprobar dónde se está produciendo el grueso de los contagios. Madrid, por ejemplo, no ha ido por la vía de cerrar la hostelería y, aunque es cierto que no está ahora mismo en el mejor de sus momentos, tampoco está en uno de los peores. Otras comunidades han cerrado totalmente y tampoco se ha notado mucho. Ahora va a haber un experimento muy interesante en el País Vasco, al decretar la Justicia que puedan abrir los locales que estaban cerrados. A ver qué pasa. La hostelería ha hecho los deberes, hay que ser justos.
-Menciona usted el caso de Madrid, que tiene la ventaja de tener una mayor inmunidad al haber registrado más contagios en la primera ola.
-Eso es cierto y tiene su importancia, pero esa inmunidad tampoco es muy alta. Lo que sí que tendrá una gran influencia es la vacunación, porque sí se ha visto que en las residencias de mayores han bajado los contagios de una manera drástica. Esa sí que es una relación directa. Vamos a ver qué pasa en el País Vasco en las próximas semanas ahora que la hostelería ha sido autorizada a abrir por orden judicial.
-Uno de los jueces del tribunal que ordenó la apertura de la hostelería en el País Vasco calificó a los epidemiólogos como médicos de cabecera con un cursillo. Imagino que usted no estará de acuerdo con esa afirmación.
-No. Creo que ese juez no conoce bien este mundo. La epidemiología es como otras especialidades médicas y tiene unas normas y unos criterios. Es un estudio por vía MIR. Ahí el juez no tenía razón.
«¿Va a ser Fitur igual que otros años? Pues está claro que no, porque nada va a ser igual que otros años»
-¿Está usted vacunado?
-No, porque no me han autorizado todavía. No me voy a poner en la lista de los alcaldes y obispos (risas). Yo trabajo en un centro de investigación y no entramos en el cupo, a pesar de que estamos con coronavirus también. Yo iré en los plazos siguientes.
-Se habla mucho estos días de pasaportes sanitarios para viajar. ¿Está usted a favor de esta medida?
-Eso, en este momento, todavía no se puede aplicar porque el número de vacunados es muy bajo. Si se hace se estaría autorizando a viajar sólo al 3% de los españoles y eso no tendría ningún sentido. De todas formas, hay una cosa clara: no tengas ninguna duda de que, cuando pasen cuatro o cinco meses y estemos ya en pleno verano, eso se va a imponer. En Israel está pasando ya. La vacuna es voluntaria y, si uno no quiere vacunarse, nadie le va a obligar. Eso sí, quien no se vacune tendrá que atenerse a las consecuencias.
-El problema estará quizás en la gente que quiera vacunarse y tenga que esperar demasiado.
-Claro, por eso aplicar el pasaporte sanitario ahora mismo sería prematuro, porque hay muy pocos vacunados. Si a mí, en este momento, no me dejan ir en AVE, ni en avión, ni viajar a ningún lado me sentiría discriminado, pero ojo, cuando ya la mayoría de la gente esté vacunada, que es algo que va a ocurrir, ya no habrá tal discriminación. A un señor que es propietario de un hotel o de un restaurante no se le puede pedir que no exija el pasaporte de vacunación, pero si se hace ahora sí que se les hundiría, porque con un 3% de vacunados y con los que estén inmunizados por pasar la enfermedad poco negocio harían.
«En cuando las condiciones lo permitan, habrá una auténtica diáspora de gente viajando hacia todos lados»
-¿Llegaremos al verano con ese 70% de inmunidad?
-Yo soy de los que creen que sí. Lo ha dicho la presidenta de la Comisión Europea y lo han dicho también las autoridades sanitarias españolas. Lo que pasa es que, si lo ves con la perspectiva de hoy, parece que eso no es factible. Ahora se va a aprobar otra vacuna y ya tendremos cuatro. Creo que, en cuanto haya abastecimiento y el ritmo se acelere, los porcentajes mejorarán rápido. Al final, poner una vacuna no es un acto quirúrgico. Es un pinchazo y, aunque hay que tomar unas precauciones mínimas, se puede hacer rápido y en casi cualquier sitio. Creo que se va a conseguir el objetivo en verano. La pregunta es si al principio, a mediados o a finales. La respuesta a esa pregunta es muy importante porque, para el turismo, no es lo mismo ni parecido que llegue con el verano muy avanzado o no. Ahí ya no me atrevo a precisar pero, posiblemente, sea a mediados o a finales salvo que haya un procedimiento de urgencia y no haya problemas de abastecimiento.
-¿Puede provocar el diferente ritmo de vacunación según los países que surjan destinos más atractivos que otros por presentar un mayor grado de inmunidad?
-No te quepa la menor duda de que eso va a ocurrir y, por eso, los países del Mediterráneo tenemos que avanzar con la mayor urgencia posible. Con la vacuna veo, ahora mismo, dos grandes desafíos. El primero y el más urgente es vacunar a las personas vulnerables, a los mayores de 65 años porque es donde concentra la mayor parte de la mortalidad. El segundo, una vez conseguido el primero, es vacunar lo más rápido posible al resto. Si España quiere tener los beneficios que le corresponden por el turismo, tiene que acelerar. Hay que transmitir que España es un país seguro.
-¿Qué opina usted del llamado turismo de vacunas que practican personas que viajan a otros países para poder inmunizarse?
-Me parece que es algo muy puntual. Creo que está pasando en Estados Unidos. Saltarse la normativa no está bien en ningún lado, pero si uno va a otro país para vacunarse y está permitido… Ilegal no es. ¿Poco ético? Ahí ya entramos en otro ámbito de discusión. Parece ser que había ocurrido en Florida y que, ahora, las autoridades de ese estado ya se están poniendo serias al respecto y sólo van a permitir que se vacunen los que viven allí.
«No seamos tontos. ¿Dónde va a ir usted ahora en febrero que hace un frío que pela? Hagamos un esfuerzo y vamos a lograr bajar las cifras de casos positivos al mínimo posible»
-La ministra de Industria, Comercio y Turismo anunció que la feria Fitur se celebrará de forma presencial el próximo mes de mayo. ¿Le parece adecuado reunir a tanta gente en un espacio cerrado?
-La ministra Maroto es la que tiene la autoridad en materia turística, pero supongo que lo que ella pretende es transmitir normalidad, porque Fitur es una de las ferias de turismo más importantes del mundo. Lo que habrá tenido que ver la ministra al tomar esa decisión es que haya un sistema que compatibilice la adopción de las medidas y de los aforos adecuados con la celebración del evento. ¿Va a ser igual que otros años? Pues está claro que no, porque nada va a ser igual que otros años. Yo, por ejemplo, estoy dando clase y a mis alumnos casi no les veo las caras. A mí eso me ha costado.
-Lo difícil para esa compatibilización es que, además de concentrar a mucha gente, Fitur está pensado para que la gente hable e intercambie conocimiento. Es complicado mantener así la distancia social.
-A finales de mayo ya habrá mucha gente vacunada, eso también te lo digo. Marzo, abril y mayo van a ser meses en los que se va a dar un gran acelerón en la vacunación. Otra cosa sería que a los que vayan a Fitur se les exija estar vacunados, que tengan que tener PCR o que hagan cuarentenas. Hay muchas fórmulas. Será peligroso si se hace mal. Si se hace bien, no tiene por qué ser la tormenta perfecta. Todo depende de cómo se hagan las cosas. Se hablaba, por ejemplo, de que la educación iba a ser un desastre y no fue así. Algunos colegas son un poco puristas. Lo que hay que hacer es no obviar la realidad. El horizonte que yo veo, en España y en Europa, salvo que haya problemas como que fallen las vacunas, no es tan pesimista.
-¿Hay ese temor a que fallen las vacunas?
-No temor. Hay preocupación, porque estos virus son mutantes. Parece que la cepa británica y la sudafricana no dan muchos problemas, en cambio la brasileña ya parece que en algunos individuos podría eludir la vacuna. No está muy claro. Las empresas que hacen las vacunas, por la cuenta que les trae, ya están haciendo previsiones para controlar ese escenario.
-¿Tiene usted ganas de volver a viajar? ¿Planea viajar este verano?
-Yo he sido un viajero empedernido. No es que me guste viajar, es que he viajado toda mi vida, desde que era jovencito. Cuando nadie viajaba, en los años 60, yo ya viajaba. He viajado mucho y me encanta viajar. En verano, tengo la costumbre de irme a un pueblecito de la provincia de León de donde eran mis abuelos maternos. Tenemos una casa allí y estoy con mis hijas y nietos. Ahora, ¿para qué voy a ir a otro sitio si allí estamos muy bien?
-Ese parece además un destino muy apropiado para tiempos de pandemia.
-Pues sí. Además el turismo rural también tiene derecho a vivir y allí se está muy bien. Es un sitio muy fresco y a mí no me gustan las aglomeraciones. No me gusta ir a una playa y que esté todo ocupado. Preveo que, en cuanto las condiciones lo permitan, habrá una auténtica diáspora de gente viajando hacia todos lados. La gente tiene muchas ganas de viajar, porque ya está muy cansada de la pandemia. A nadie le gusta que le limiten la movilidad. Por ejemplo a mí, que vivo en Zaragoza, me gustaría haber podido ir al pueblo y no pude. Llevamos ya demasiado tiempo, pero también te digo que fue necesario que las autoridades limitaran la movilidad, porque sino el escenario habría sido mucho peor. Las autoridades han hecho lo que tenían que hacer y yo creo que, además, lo han hecho bien. Pero eso no quita que el ciudadano de a pie no esté cansado.
-¿Puede haber una cuarta ola si desescalamos demasiado rápido?
-Ahí si que has tocado. Tengamos cuidado con lo que hacemos. Ahí sí que me sumo a la mayoría de los epidemiólogos. No seamos tontos, porque es que a veces somos tontos. ¿Dónde va usted a ir ahora en el mes de febrero que hace un frío que pela? Vamos a lograr bajar las cifras de casos positivos al mínimo posible y ahí sí que yo animo a que todos hagamos un esfuerzo. Merece la pena hacer ese esfuerzo. Ahora es el momento de doblegar la pandemia por los métodos tradicionales. Mi mujer es de Córdoba y le gustan mucho las procesiones pero yo, sinceramente, la Semana Santa la veo mal. Olvídate de las procesiones. No es que yo desee eso pero no va a poder ser.