11 septiembre, 2020
«Naturear», es la palabra que propone Joaquín Araujo para designar el turismo positivo, aquel que busca mantener el equilibrio en el medio natural. Además de naturalista, director, guionista y autor de numerosos libros, Araujo es académico de la lengua, por lo que le preocupan los términos que se emplean, pero no ha logrado triunfar con los que propone. «Hay mucho peso pesado y mucha inercia en el uso del lenguaje», indica.
Velocidad, comodidad, amontonamiento y desconsideración por el suelo que se está pisando son, según el naturalista Joaquín Araujo, algunas de las características básicas del turismo, aspectos contra los que luchan en algunos rincones del norte de España. En otros lugares, sin embargo, buscan convertir elementos de su patrimonio en un foco de atracción de visitantes, lo que sumado al efecto llamada de las redes sociales provoca la masificación turística. Las fotos que ilustran este reportaje forman parte del pasado. Hoy son historia.
Puede que no sea el faro más bonito de España, pero se ha convertido en un fenómeno viral en las redes sociales y el artista Okuda San Miguel es el responsable. «Lo que han hecho en el Faro de Ajo es motivo suficiente para que alguien acabe en la cárcel» o «Qué forma de destrozar un faro. Qué desprecio al buen gusto y al dinero público», son algunos de los comentarios que han lanzado los usuarios de Twitter tras ver el resultado del trabajo del artista cántabro. Tal es la polémica que el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha salido en defensa de la obra y ha asegurado que va a ser un «revulsivo» para dinamizar la zona y Cantabria, ya que tendrá «muchos visitantes».
Aunque nadie, o casi nadie, ha cuestionado la belleza de otros lugares, en el norte de España se pueden encontrar distintos ejemplos de cómo las redes son capaces de atraer turismo, en ocasiones, en masa.
«Llevaba mucho tiempo aquí y al principio yo dejaba subir a todo el mundo, pero ya sabes lo que pasa con las redes sociales», señala Breogán, el propietario de Adega Terra Brava, en Sober (Lugo). Él es el dueño de un columpio que se hizo viral en las redes sociales y empezó a recibir miles de visitas, hasta el punto de que se hizo insostenible. «Llegaba un momento que esto parecía el Serengeti en la migración de los ñus», explica, «teníamos destrozos, daños, y nosotros vivimos del vino.» «Lo que queremos es que la gente que venga vea lo duro que es sacar una botella adelante y pueda pasear por una viña». Entonces fue cuando decidió organizar una ruta por el viñedo e incluir la posibilidad de subir durante 10 o 15 minutos al columpio y, posteriormente, disfrutar de una cata por un precio de 40 euros por pareja, incluido el coste de uno de sus vinos de la categoría crianza. Breogán explica que la iniciativa está teniendo mucho éxito (con más de 2.500 visitas este verano) y que cumple una doble función: evitar la masificación que se estaba produciendo y acercar el mundo del vino y el trabajo que se realiza en Adega Terra Brava.
También en Galicia se pueden encontrar otros lugares que, hasta hace poco tiempo eran desconocidos para casi todos y en los que las autoridades ya se plantean poner restricciones a las visitas con el fin de evitar la masificación.
Hugo Carillo es técnico de turismo en el Ayuntamiento de O Vicedo (Lugo), donde se encuentra uno de los lugares más ‘instagrameables’ de Galicia: Fuciño do Porco. Él nos cuenta que el sendero se mejoró en el año 2015, pero no fue hasta 2017 cuando, a raíz de la publicación de un reportaje en un medio de comunicación, se hizo viral. «A veces recomendaba a la gente que se acercara hasta allí, pero al no estar bien indicado preferían visitar otros lugares. Dos años después, ya nadie quería perdérselo».
La pandemia de la Covid-19 obligó a introducir restricciones en los meses de verano «y es algo que va a quedar, porque no hay otra forma de visitarlo». Y es que Fuciño do Porco llegó a recibir hasta 4.000 visitas diarias en los días festivos. «Todo el mundo tiene derecho a ir, pero sí que es cierto que ordenarloy establecer turnos de visita, como tuvimos que hacer este año debido al coronavirus, nos ayudó a ver que probablemente es una buena solución».
Otro lugar que no deja de recibir visitantes es el columpio del Mirador do Cervo, en Vilanova de Cerveira (Portugal). Desde que se inauguró recibe miles de visitas. Tantas, que la Cámara Municipal de Vila Nova de Cerveira tuvo que ordenar cerrar los accesos este verano.
Otro destino que quiere evitar morir de éxito es el islote de Areoso, ubicado en A Illa de Arousa (Pontevedra). Con unos 600 metros de largo, este ídilico arenal es un foco de atracción para los visitantes, lo que ha obligado a la Administración local a solicitar al Gobierno gallego que controle el desembarco de personas que no dispongan de la autorización pertinente para poder acceder a este idílico lugar.