7 diciembre, 2020
La polémica desatada por la reacción de un hostelero que tildó de «gandules» a dos críticos gastronómicos que le ofrecieron una publicación positiva sobre el local a cambio de comer gratis y la entrevista de TUR 43 en la que la influencer Carolina Ferrer recordaba que promocionar a cambio de dinero es parte de su trabajo han puesto sobre la mesa el debate acerca del poder de las redes sociales como plataforma publicitaria para la hostelería. Para tener el punto de vista del sector acerca de ello, TUR 43 habla con el secretario general de Hostelería de España, Emilio Gallego.
-¿Cree que los influencers gastronómicos que opinan acerca de restaurantes en redes sociales han adquirido demasiado protagonismo?
-La verdad es que son una evolución del boca-oreja de toda la vida. Siempre ha funcionado el factor de prescripción o recomendación. Las recomendaciones de familiares y amigos siempre han sido los mayores motores de prescripción hacia establecimientos y hacia otro tipo de negocios. Eso es así. En cuanto a los influencers, creo que habría que definir bien qué es un influencer. Cada vez está más claro que hay una realidad virtual y una realidad real. Hay personas que tienen muchos seguidores, pero hay que tener en cuenta la cantidad y también la calidad, porque se pueden comprar seguidores y se pueden hacer robots seguidores. No tenemos un verificador de la calidad de cada una de las personas que tienen cuentas en redes sociales y escriben en internet.
-Uno de los problemas es la mezcla de contenidos pagados con otros que muestran opiniones desinteresadas.
-Es que los que son pagados son anuncios, igual que una cuña en la radio o en otro medio de comunicación. Igual que puedes pagar para que Carlos Herrera o Julia Otero hablen bien de tu producto o para que Cristiano Ronaldo o Messi recomienden una sartén, puedes pagar para que se publique algo en redes sociales. Es todo cuestión de dinero.
«Los influencers gastronómicos son una evolución del boca-oreja de toda la vida»
-El problema es que en muchos perfiles y cuentas se mezcla lo que no es un anuncio con lo que sí lo es.
-Los influencers deberían tener una cierta honestidad a la hora de aportar informaciones o incluso algún control de calidad. Tendría que especificarse si lo que aportan es información o, simple y llanamente, un anuncio patrocinado.
-¿Qué opina de la polémica generada por un hostelero que llamó gandules a dos influencers que se ofrecieron para hacer una crítica positiva de su restaurante a cambio de comer gratis?
-Hay dos cuestiones: el ofrecimiento y la respuesta. Desde el punto de vista del ofrecimiento, condicionar que la crítica va a ser positiva en función de que se pague o no, me parece feo. Creo que los departamentos de consumo deben obligar a que se indique si los comentarios en redes sociales son pagados. Debería aparecer que se trata de un anuncio. En cuanto a la respuesta del empresario, cada uno es libre de expresarse. Imagino que lo pillaron en un momento malo. El sector está pasando por un momento muy complicado, dificilísimo, y me imagino que estaría bastante desesperado. Cada uno se expresa como considera oportuno.
-¿Se le otorga demasiada importancia a lo que aparece en internet a la hora de elegir dónde comer?
-Creo que le estamos dando a internet la importancia que tiene. La que en otro tiempo tuvieron los dominicales de los periódicos que hablaban de restaurantes o la que tenía la mítica revista Ronda Iberia, que presentaba a cocineros y restaurantes de todo el país, la tiene ahora internet. Lo que ha ocurrido es, simplemente, que se han diversificado los instrumentos y que hay nuevas fórmulas de comunicación con los clientes.