3 marzo, 2021
Su mujer y él aprovecharon a principios de este siglo XXI la oportunidad de hacerse con el restaurante ourensano de A Taberna, al que llegaron con la experiencia previa de haber regentado una casa de comidas «muy enxebre (rústica)» a las afueras de la ciudad gallega. Ahora, Javier Outomuro lucha para que su negocio sobreviva en tiempos de pandemia y lo hace con la ayuda del reparto a domicilio y con los mismos platos de cocina tradicional de alta calidad que han convertido al establecimiento en todo un referente tanto para los ouresanos como para los turistas. El sello de Galicia Calidade con el que cuenta A Taberna supone una motivación más para aguantar el tipo a la espera de tiempos mejores que, sin duda, llegarán tarde o temprano.
-¿Qué aspectos destaca de su restaurante?
-Nuestro lema es el CCA: compromiso, calidad y atención. Creo que eso engloba todo.
-¿Qué platos de la carta nos recomienda?
-La verdad es que, por recomendar, los recomiendo todos. Efectivamente, hay platos que son ya muy míticos y muy tradicionales que no podríamos sacar nunca de la carta. Somos un restaurante de cocina tradicional y el rape con langostinos es un plato que nos lleva marcando toda la vida. También destacan los arroces, ya sea el arroz a banda, el arroz negro, el arroz con bogavante… En nuestra cocina, el pescado está muy presente y creo que la calidad de nuestro producto es muy elevada. Todos los pescados tienen una fuerte salida.
-Dejando al margen esta época de pandemia y de restricciones, ¿qué tipo de clientes suelen visitar el restaurante?
-Hay clientes muy variados y que dependen incluso del momento de la semana. Durante la semana, trabajamos mucho con clientes de empresa. Nosotros no tenemos menú del día, así que son comidas de negocios. Antes de la pandemia también trabajábamos mucho con el turismo. Los viernes y sábados había comidas de amigos y celebraciones y, ya para el domingo, quedaban las comidas familiares.
-Imagino que su negocio sufriría mucho con la caída del turismo.
-Lógicamente. Para nosotros fue un golpe muy duro la caída del turismo. Nos perjudicó enormemente. No olvidemos que Ourense es una ciudad de 100.000 habitantes y hay un porcentaje pequeño de gente que se puede permitir salir muchos días de restaurante y mucho menos a restaurantes de tipo medio-alto.
-¿Qué ha hecho usted en su negocio para intentar mitigar los efectos de las restricciones impuestas a la hostelería?
-Con el primer cierre, nos quedamos prácticamente en casa. A partir del verano ya empezamos a hacer reparto a domicilio y recogida en el local. La recogida era algo que ya veníamos haciendo sin nada de publicidad. Lo que sí tuvimos que dar a conocer es que ya podíamos llevar nuestros platos a domicilio. El servicio a domicilio ha tenido una muy buena acogida los fines de semana, aunque no podemos decir que eso nos llega para vivir, ni mucho menos. Como lo hacíamos prácticamente todo mi mujer y yo, eso nos ayudó un poco a seguir manteniéndonos. Ahora mismo, estamos abiertos por seguir cerca del cliente y para que no nos olviden.
«El rape con langostinos es un plato que nos lleva marcando toda la vida»
-¿Entre los que piden a domicilio predominan los clientes habituales o los nuevos clientes que se animan a probar?
-Creo que la mayoría ya eran clientes habituales del restaurante que, como tenían ganas de comer esos platos, llamaron para saber si repartíamos a domicilio.
-¿Hay algún plato especialmente demandado para el reparto a domicilio?
-El rape con langostinos ha salido mucho y los arroces también, como ocurría dentro del restaurante. Al final, los clientes habituales quieren lo mismo que comían en A Taberna para disfrutar en su casa.
-¿Qué tal le fue a su negocio con la aplicación de los protocolos de seguridad sanitaria?
-Nosotros nunca hemos tenido problemas con los clientes y tampoco con el método a aplicar. No nos ha supuesto ningún trauma y nos hemos aclimatado perfectamente desde el primer día. Recuerdo que en mayo, cuando abrimos la primera vez y cuando se permitía un aforo del 50%, lo que hicimos fue retirar la mesas que nos sobraban y meterlas en un almacén y, a día de hoy, allí siguen. Nosotros, además, tenemos una peculiaridad, que es que nuestros clientes, cuando llegan al restaurante, para entrar, tienen que llamar a la puerta, a un timbre. Eso, de alguna forma, también nos ayudaba, porque después de llamar y al entrar y sentarse, el cliente ya veía la separación entre mesa y mesa. También nos ayudó a evitar problemas el hecho de no disponer de terraza, porque las terrazas, a veces, te llevan a tener ciertos problemas si la gente mueve la mesa o las sillas y hay que llamar la atención.
«La gente quiere salir y compartir con los amigos. Somos gente de fiesta»
-¿Cree que se ha estigmatizado a la hostelería?
-Sinceramente, creo que sí. Lo que pasa es que los negocios de hostelería somos vehículo de un ocio muy nuestro, de la buena vida. Eso nos lleva un poco a la fiesta. Dentro de un restaurante como el nuestro se puede estar seguro, porque se cumplen todos los requisitos, pero en una terraza, por ejemplo, puede ser más complicado y se tendría quizás que luchar más con los clientes. Yo he visto cómo, en muchas terrazas, los hosteleros luchaban con clientes llamándoles la atención. Yo mismo recibí algunas malas contestaciones y es algo muy desagradable recibir una mala contestación de un cliente que te está dando de comer, aunque tengas toda la razón del mundo. La gente está muy cansada y eso lo hemos visto cuando el fin de semana pasado, cuando reabrió la hostelería después del cierre y con un tiempo que invitaba a salir por ahí, la gente salió como desbocada. Eso alguien lo tiene que parar y, al final, le toca al hostelero. La gente quiere salir y compartir con los amigos. Somos gente de fiesta.
-¿Ha recibido su negocio alguna ayuda?
-En Galicia ya vamos con el segundo rescate, pero yo he cobrado en el primer rescate 5.000 euros que no me dan ni para pagar la mitad del año. Yo he tenido que cerrar y no me han dado la opción de trabajar. No voy a criticar a la Xunta, porque nosotros, todo a lo que podíamos optar lo hemos cobrado, más tarde o más temprano, pero sin problema ninguno. Pero que no le llamen rescate a unas migajas que nos están dando.
-¿Qué supone para un negocio como el suyo contar con el sello de Galicia Calidade?
-Quien nos invitó a entrar creía en nuestras posibilidades. Galicia Calidade aporta un sello diferenciador, porque obliga a cumplir, al haber auditorías todos los años. No te lo dan y te lo renuevan porque sí o por el mero hecho de que pagues una cantidad. Hay que estar ahí día a día. El sello de Galicia Calidade te exige tener un afán de superación.