3 febrero, 2022
«Con la pandemia, todos hemos descubierto la necesidad de tener nuestros bares de referencia». Así se refiere el presidente de Hostelería de España, José Luis Yzuel, a la que considera una de las pocas consecuencias buenas llegadas en estos tiempos tan difíciles para el sector al que representa. Harto de restricciones que califica como «injustas, arbitrarias e ineficaces», Yzuel demanda que toda traba que se ponga a la actividad de bares, restaurantes y ocio nocturno vaya acompañada de ayudas que impidan el cierre de los negocios.
-¿Qué le ha parecido esta edición de la feria Fitur?
-Hay que felicitar a la organización de la feria por haber mantenido el tipo y por haber mantenido Fitur. Nos encantaría que hubiera estado más potente, pero es verdad que, teniendo en cuenta de dónde venimos y dónde hemos estado, resulta muy interesante. Como dije, sólo el hecho de que se haya celebrado es motivo de agradecimiento a Ifema y a todo el equipo que está detrás. No sé si nos indica que la pandemia se va a pasar pronto, pero es ilusionante. Creo que estamos ya todos hartos de lo que nos ha tocado vivir. Para nosotros, como sector, esta sexta ola ha sido un verdadero mazazo debido a unas restricciones muy injustas, muy arbitrarias y, además, muy ineficaces. Son limitaciones que arruinan y que causan dolor económico, aún encima, con una eficacia nula.
-Hablando de medidas concretas, ¿qué opina de la exigencia del pasaporte Covid?
-La veo como un mal menor, aunque la eficacia es muy relativa. Creo que se ha imitado a los países de Europa que utilizaron esa medida como incentivo y acicate para que la población se vacunara. Es evidente que la obligatoriedad del pasaporte para entrar en la hostelería hizo que mucha gente se repensara lo de vacunarse. Sólo hay que ver las colas que se generaron en los países que tenían un menor índice de vacunación. Curiosamente, se nos utiliza a los hosteleros, pero no se nos reconoce esa utilidad. Ya que nosotros somos cumplidores de las normas por naturaleza, también viene bien que, de vez en cuando, reconozcan que estamos ayudando.
-¿Qué me dice del ocio nocturno?
-Es verdad que el ocio nocturno es complicado por el tipo de producto que ofrece, unido a la fiesta, a la copa, a la alegría, a compartir, a ligar… Aunque lo de ligar ya se ha pasado. Antes salíamos de copas para ligar, pero eso ahora ha cambiado con unas webs que hacen su trabajo y permiten que no sea necesario ni salir. De nuevo, se les impide trabajar. Lo sorprendente es que se siguen cerrando negocios sin decir de forma clara cómo se les va a compensar.
«Una de las pocas cosas buenas que ha traído la pandemia es que todos hemos descubierto la necesidad de tener nuestros bares de referencia»
-Se criticó mucho que se cerraran discotecas y que, en cambio, se permitiera la celebración de partidos de fútbol con gradas repletas de público.
-Se siente dolor y se siente que las autoridades están siendo injustas. Se ha demonizado al sector y cada minuto que pasa se demuestra más la ineficacia de las medidas. El hostelero se siente en una situación de debilidad. Hay que seguir ayudando a la hostelería con medidas como la prolongación de las amortizaciones de los créditos ICO y de los ERTE. Hay que pensar en que, si se siguen adoptando medidas que dañan a la hostelería, estas tienen que ir acompañadas de ayudas que sirvan como compensación.
-Para bares y restaurantes, la población fue un apoyo muy importante.
-Una de las pocas cosas buenas que ha traído la pandemia es que todos hemos descubierto la necesidad de tener nuestros bares de referencia y de poder seguir quedando y compartiendo. Es algo que va ligado a nuestra cultura y a nuestro ADN. La respuesta de la gente ha sido muy positiva. Hemos detectado un retorno masivo a los establecimientos y un reconocimiento del bien que hace la hostelería. Somos el sector que más felicidad vende.
-Usted fue muy crítico con el Gobierno y, en concreto, con ministros como Alberto Garzón, que vuelve a estar de actualidad. ¿Cree que los gobernantes actuales perjudican a la hostelería y al turismo más de lo que ayudan?
-Las últimas declaraciones de Garzón sobre la carne española son absolutamente inoportunas. Mezcló churras con merinas. Es un insensato absoluto. No se puede hablar así a la prensa internacional y mucho menos a la de Reino Unido, que es un país emisor que tira del carro del turismo. Las macrogranjas son un problema, pero eso no tiene nada que ver con la calidad, porque ¿cómo descubrimos al comprar un kilo de carne si es o no es de una macrogranja? Además, España no lidera, ni mucho menos, en número de macrogranjas y sí tiene un sector primario que necesita mimo. Todo lo que declara Garzón es siempre en el momento más inoportuno. En el fondo, mentir no miente, pero las formas hablan claramente de la incapacidad que tiene ese hombre, que es un insensato y mete la pata una vez tras otra. El otro día también habló de que la comida casera es mucho más sana y, aunque yo sea también un gran defensor de los tuppers, tampoco hay que pensar que el que come en un restaurante el menú del día, sólo por ese hecho, está comiendo mal. Damos cientos de miles de menús del día.
«En hostelería, a todo el que hace las cosas bien le va bien»
-Muchos de sus compañeros hosteleros piensan que el Gobierno pone demasiadas trabas a la iniciativa privada.
-El sesgo es el que el es y no tengo ninguna duda de que hay muchos ministros a los que les duele la iniciativa privada, pero hay una realidad que es que la empresa es la que genera empleo y estabilidad. El autónomo es incombustible e inmortal. No coge bajas, se la juega todos los días al levantar las persianas… A veces parece que todo lo que sea productivo, lo que sea emprendimiento y lo que sea generar empleo es malo.
-¿Qué opina de los problemas de la hostelería para conseguir empleados cualificados?
-Existe el problema y es grave, eso no se puede negar. Una parte de culpa la tenemos como sector, sin ninguna duda. Tenemos que hacer deberes, pero el problema es mucho más complejo y no lo tenemos sólo aquí, lo tienen todos los países de Europa y también Estados Unidos. Primero, hay un problema demográfico. Los jóvenes ya no se incorporan a la hostelería como antes, cuando todo el mundo se incorporaba a la hostelería con su primer documento, trabajando en verano, haciendo extras, en el pub del pueblo, haciendo banquetes… Segundo, no somos atractivos desde el punto de vista laboral, porque hay que trabajar los fines de semana, los festivos… Además, hemos trabajado poco por dignificar la sala. Es verdad que la cocina tiene otra fama y que al cocinero sí se le ve muchas veces como alguien que tiene un empleo de calidad, pero eso no ocurre con el trabajo en sala. Con respecto a los sueldos, no creo que sea el principal problema. Ojalá puedan subirse pero, reducir el problema a eso es no conocer el sector. Necesitamos profesionales de calidad porque, en hostelería, a todo el que hace las cosas bien le va bien.