24 julio, 2019
PABLO LÓPEZ /
«Tienen un apetito insaciable y, si tienen ocasión de seguir comiendo, lo harán». Con esta advertencia definen los responsables del Acuario de Gijón a sus nuevas inquilinas: sesenta pirañas de vientre rojo del Amazonas. Estos voraces animales, que llegan a medir 30 centímetros, suscitan la curiosidad de todos cuantos visitan el acuario de la ciudad asturiana, que sienten al verlas una mezcla de miedo y admiración.
Su «apetito insaciable» las ha hecho famosas y las ha llevado incluso a protagonizar varias películas de cine. A partir del 1 de agosto, a las 13.30 horas de cada día, el acuario ofrecerá la posibilidad de contemplarlas mientras hacen lo que más les gusta: comer. «Las pirañas rojas se alimentan de una manera muy rápida y casi violenta», explican los encargados de cuidarlas, que añaden que, para comer, cuentan con la ayuda de «una mandíbula prominente llena de dientes triangulares muy afilados».
Las pirañas de Gijón viven en un acuario con 40.000 litros de agua dulce a 24º y lo hacen en convivencia con criaturas de otras especies mucho más pacíficas a las que, de no ser por la preocupación de sus cuidadores por mantenerlas bien alimentadas, devorarían sin dudarlo. «La clave es que no pasen hambre porque, si la pasaran, podrían atacar a las otras especies e incluso entre sí», apuntan desde el acuario.
Aunque el tanque en el que habitan reproduce unas condiciones similares a las de la cuenca amazónica de la que es originaria esta especie, no todo lo que hay en el agua puede encontrarse en el río más caudaloso del mundo. «Las especies de plantas no son todas de allí», precisa la responsable de marketing del Acuario de Gijón, Mariana Balboa.