16 mayo, 2024
El pasado domingo 12 de mayo A Coruña se tiñó de azul y blanco. Una inmensa marea tomó la ciudad con una energía y un ánimo contagioso para apoyar al Deportivo en un momento decisivo: su posible vuelta al fútbol profesional. Era, a falta de dos partidos para el final de la temporada, la primera oportunidad de ascenso directo del año materializada.
Desde primera hora de la mañana, en la calle, entremezclado con el entusiasmo y los nervios, se respiraba un ambiente festivo. El tiempo respetaba y en el aire flotaba un sentir compartido por las cabezas que desfilaban en dirección a Riazor: esta vez sí.
Las imágenes del pasado fin de semana, y las de las últimas temporadas, las cifras y entrega de los aficionados y no aficionados con el club, confirman la realidad del Deportivo como un fenómeno masivo
Una jornada ansiada que la ciudad herculina vivió, como de costumbre, con gran pasión y entrega. Una realidad que atestiguaron las cifras: el partido, contra el Barcelona Atlètic, agotó las entradas enseguida y logró un récord de asistencia, con 31.833 personas. Una marca histórica, no solo para el estadio coruñés, sino para el conjunto de la categoría.
Fue tal la cantidad de gente que se concentró alrededor del estadio que hasta las conexiones de radio se vieron comprometidas durante los momentos previos al partido. Las entrevistas a pie de calle en las inmediaciones del campo se convirtieron en una misión imposible.
A los que pudieron ver el partido desde la grada de Riazor, se sumaron los que lo siguieron a través de las pantallas gigantes que el Concello coruñés colocó en el exterior del estadio. También los que lo hicieron en bares o en sus casas. Solos o acompañados. Cada cual a su manera, pero parte de lo mismo: un evento a lo grande, que trascendió lo deportivo. Una jornada que fue testigo de una alegría y de un sentir compartido que hablan de la forma de ser de los coruñeses y de esa cultura de vivir de la que tanto presumen. Un evento convertido en todo un reclamo, tan llamativo como sorprendente ante los ojos ajenos.
Fue tal la cantidad de gente que se concentró alrededor del estadio que hasta las conexiones de radio se vieron comprometidas durante los momentos previos al partido
Fueron miles y miles de personas las que, tras la victoria del Dépor en el minuto 97, celebraron el tan ansiado triunfo en las inmediaciones del palco instalado frente a Riazor. La inmensa marea azul y blanca con ganas de vivir ese momento, de hacer de él una fiesta; una marea a la que no le importó ni que fuese domingo ni que hiciese frío, porque su equipo estaba de vuelta al fútbol profesional después de cuatro años.
Las imágenes del pasado fin de semana, y las de las últimas temporadas; las cifras y entrega de los aficionados y no aficionados con el club, confirman la realidad del Deportivo como un fenómeno masivo.
Uno sin precedentes, capaz de mover y lograr cifras que se escapan de toda lógica. Que lo emplazan como un gran atractivo ante la mirada de otros. Una pieza que es un elemento indispensable de un todo, que es la ciudad y su gente, con esa forma de mirar, de abrazar y de celebrar que captaron los focos el pasado sábado. Una marea de gente con los brazos abiertos y con mucha, mucha cultura de vivir.