22 abril, 2020
La psicóloga del Instituto Psicode Ana Núñez conoce de primera mano lo que sienten los pacientes de Covid-19 y sus familias, gracias a su trabajo como voluntaria en el hospital creado en Ifema. Además de relatar su experiencia en el recinto ferial madrileño, esta profesional, acostumbrada a lidiar con situaciones tan duras como suicidios y asesinatos, explica a TUR 43 cómo afectará al turismo el miedo generado por la pandemia y cuáles son las mejores estrategias para superarlo.
-¿Por qué decidió trabajar en el hospital para enfermos de Covd-19 en Ifema?
-Soy voluntaria de Cruz Roja y llevo cinco años en un equipo de atención psicosocial. Intervenimos con las familias en casos como los suicidios, las desapariciones y los asesinatos. Desde Cruz Roja, estamos haciendo una colaboración con Summa 112, que es quien coordina el hospital de Ifema, y con el Samur. El hecho de meterme en la boca del lobo era algo que me imponía respeto, porque yo misma me estaba poniendo en riesgo. En general, en las intervenciones, no nos ponemos en riesgo nosotros mismos. Tomar la decisión de ir y de hacerlo como voluntaria sin ningún tipo de remuneración no fue sencillo, pero como vivo sola y no soy persona de riesgo me animé. Moralmente, me veía en la necesidad de ayudar.
-¿Qué le aporta la experiencia?
-Es muy gratificante porque las personas que están allí ingresadas no se encuentran en unas circunstancias normales. Hay que hacer una psicología hospitalaria unida a una psicología de emergencias. Son pacientes que tienen mucha ansiedad, mucho miedo y mucha incertidumbre. Todo eso hace que su recuperación sea más complicada, porque hay unos costes a nivel psicológico. Nosotros, en Ifema, hacemos atención, de manera telefónica, a pacientes ingresados en el propio recinto y a familiares de esos pacientes que están en sus casas. Yo trabajo desde un despacho que está ubicado en el propio recinto. No llegamos a entrar en los pabellones, pero podemos verlos. Cuando hablamos con ellos hay que tener en cuenta que están solos, porque aunque casi todos tienen teléfono y pueden hablar con sus familiares, no es lo mismo. También tienen una biblioteca donde pueden coger libros y revistas. Se intenta que estén lo mejor posible dentro de su situación.
«Hay zonas como China, Italia o, en España, Madrid que sufrirán el estigma de ser lugares que no visitar»
-¿Qué es lo que más le comentan los pacientes?
-La mayoría de los problemas están relacionados con la ansiedad y con el miedo. Hay dos miedos que son muy frecuentes: el de poder contagiar a sus familiares o a empeorar en el momento en que se les dé el alta y el de que su salud se deteriore mientras están allí. Hay muchas familias enteras contagiadas y con miembros hospitalizados en diferentes centros. En esos casos, uno de los problemas es que la información que tienen de sus propios familiares es limitada, porque no se puede informar de forma frecuente a todas las familias. Sí es cierto que en Ifema existe la figura del médico informador que se encarga de eso. Aún así, la preocupación siempre está ahí. Hay casos de pacientes que tienen que pasar en Ifema el duelo del fallecimiento de un familiar.
-La soledad es una de las experiencias más duras para los pacientes.
-Sí, es muy complicado. Lo que ocurre es que, como la enfermedad es contagiosa, ellos saben que manteniendo la distancia con sus familiares los están protegiendo. A veces pasa hasta lo contrario y agradecen poder estar protegiendo a sus familiares. En todo caso, los echan mucho de menos. Los pacientes hablan e interactúan entre sí y eso también contribuye a paliar un poco esa soledad.
-Como psicóloga que ha trabajado con pacientes de coronavirus y con sus familiares, ¿cree que el miedo provocará que mucha gente evite viajar cuando terminen las actuales restricciones?
-La idea de cómo viajar va a cambiar, por lo menos en los primeros tiempos. Hay determinadas zonas que sufrirán el estigma de ser lugares que no visitar, como China, Italia o, en España, Madrid. Yo no soy de Madrid, pero vivo en Madrid y he tenido que escuchar de manera reiterada ataques, tanto a Madrid como foco del coronavirus como a los madrileños por moverse a otros lugares. Habrá madrileños que tengan miedo a lo que pase si se mueven a Levante o a Galicia. El hecho de que personas viajen a estas zonas marcadas va a ser también algo bastante complicado. Por otra parte, se habla mucho de promover el turismo nacional, tanto con la idea de ayudar a la economía española como por el miedo a irse lejos. Creo que ese miedo sí está presente. Los viajes se planean con cierto tiempo y, ahora mismo, nadie quiere planear nada porque hay una incertidumbre muy grande. No sabemos qué se va a poder hacer, cuándo se va a poder hacer, dónde nos permitirán entrar… Yo, por ejemplo, tengo reservado un viaje para ir a ver a mi hermana, que vive en México, a finales de octubre y no sé si lo voy a poder hacer. El turismo nacional exige menos planificación y puede lidiar mejor con esos sentimientos de incertidumbre.
«El turismo nacional podrá lidiar mejor con la incertidumbre porque exige menos planificación»
-A ese sentimiento de incertidumbre hay que sumar el que genere el propio miedo a la enfermedad.
-Habrá mucho miedo, motivado porque no hay información suficiente. No sabemos qué vamos a poder hacer y qué no. En una playa de Levante abarrotada, como es habitual en verano, por ejemplo, se contagiaría todo el mundo porque nadie puede mantener una distancia interpersonal de dos metros.
-¿El énfasis en el distanciamiento social hará que la gente huya de aeropuertos, playas, hoteles y grandes restaurantes?
-Al principio va a costar que la gente pierda el miedo. Yo trabajo en una clínica privada y estoy viendo muchos pacientes que tienen miedo a salir de casa y que lo evitan todo lo posible. Incluso el hecho de ir al supermercado es para ellos un problema. Esto se va a trasladar al turismo. Con el tiempo, se irá normalizando, pero el miedo a que el coronavirus repunte en invierno estará ahí. Serán muy pocos los osados que se pongan a planear un viaje. Por ejemplo, incluso la gente que coja los bares y los restaurantes con muchas ganas después de tanto tiempo cerrados, lo hará también con mucho miedo. La gente está muy alerta con las distancias. En el momento en que se interioriza el concepto de que hay que mantener una distancia, hay una afectación para locales de hostelería, cines, discotecas y para todo lo que implica el hecho de viajar (hacer un tour con una guía, visitar un museo…). Para el turismo no es solo luchar contra la propia economía, sino también contra los miedos de la gente.
«Para el turismo, no es solo luchar contra la economía, sino también contra los miedos de la gente»
-¿Cambiarán los criterios de los turistas a la hora de elegir hotel o de contratar unos determinados servicios?
-Todos tenemos miedo y cuando ese miedo se alimenta tanto, nosotros respondemos. Hay muchas personas que no vuelan porque tienen miedo a volar y eligen un turismo más accesible con otros medios transporte. Esto es un poco lo que va a pasar a nivel sanitario debido al coronavirus. Si el miedo al contagio y, con él, el miedo al contacto están muy acentuados, cambiará el comportamiento. Es el miedo quien decide. Perdemos libertad por culpa del miedo y se tiende a la base de la pirámide de necesidades.
-¿Cómo afecta el confinamiento a las personas más aficionadas a viajar?
-Los que como yo, vivimos lejos de casa nos vemos imposibilitados de visitar nuestro hogar y eso es casi una necesidad. Los que viajan por amor al turismo ven como todos los planes que tenían se han caído completamente. La incertidumbre a lo que ocurrirá en el futuro genera ansiedad. Todo lo que se escapa de nuestro control nos genera una angustia y, con ello, un aumento del miedo. Hay viajes que, como dije, requieren mucho tiempo para su organización y esos viajes están totalmente paralizados. Cuando uno tiene esa necesidad de ver mundo, tiene la sensación de que se le está escapando la vida. Hay una angustia por querer hacer algo y no poder.
-¿Qué recomienda para lidiar con esa ansiedad?
-Es importante que, si ahora no es posible realizar un viaje, no se pierda la idea de planearlo. El viaje, tarde o temprano, se podrá hacer y planificarlo y mantener la ilusión es muy importante. Cuando se planifica un viaje, en cierto modo, también se está viajando. Es algo que yo misma intento no perder. Sigo organizando mis viajes y tengo pensado hacerlo en cuanto me dejen.