12 marzo, 2021
Con la sensación de estar empezando de cero. Así se encuentra la propietaria de la casa rural cántabra Las Calderas, ubicada en Santillana del Mar. Aunque reconoce que su «economía saneada» le ha permitido mantenerse a flote, Ana Llera siente que, cuando termine la pandemia, nada volverá a ser igual.
-¿Cómo recuerda el día en que se decretó el confinamiento?
-El anuncio del estado de alarma fue un golpe, tanto a nivel personal como profesional. Hay que tener en cuenta que el alojamiento rural es un modo de vida y lo que afecta a tu negocio, afecta a la planificación de tu vida privada. Fue como si la Covid le hubiera dado al botón de pausa para el futuro. Recuerdo la sensación de incertidumbre, pero también de esperanza. Pensé que no podía durar mucho y decidí preparar mi alojamiento para la que yo creía que sería una inminente apertura.
-¿Cómo ve la situación un año después?
-Es como estar viviendo una pesadilla. Quiero despertar de un mal sueño del que me considero una superviviente. Una economía saneada me ha permitido esa supervivencia. Ha sido un año en el que he investigado, aplicado y comprobado la eficacia de las medidas higiénico-sanitarias necesarias para seguir estando en la oferta y en el punto de mira de la demanda. Estoy a la expectativa de que, ya no en Semana Santa, sino en el verano podamos reiniciar la actividad que, sin lugar a dudas, implicará un cambio en las expectativas y necesidades del cliente. Estoy siempre alerta para que ese momento no me pille por sorpresa. Es una nueva era y hay que empezar de cero.