13 mayo, 2021
Pocos empresarios del alojamiento y la restauración pueden presumir de tener su negocio en un entorno como el del faro de la localidad gallega de Fisterra. Jesús Picallo gestiona, junto a su hijo Jacinto, el hotel O Semáforo, un establecimiento con encanto que cuenta con seis habitaciones y que, en su restaurante y en su taberna, permite degustar productos tan representativos de la zona como el longueirón y el rodaballo. Convencido de contar con un «destino ganador» y de que lo peor de la pandemia ya ha pasado, Picallo relata los motivos por los que su negocio, que cuenta con el sello de Galicia Calidade, es tan especial.
-¿Cómo llegó usted a este negocio?
-Mi hijo y yo, que somos los que llevamos la concesión, somos del territorio y conocemos muy bien la zona. Conocemos O Semáforo de Fisterra desde su inauguración. Ya había estado como hotel anteriormente, desde el año 2000. Nosotros tenemos la concesión desde hace cuatro años. En 2015, estaba cerrado y abandonado y mi hijo, Jacinto Picallo, que había trabajado ahí hace 20 años haciendo prácticas de cocina, me animó a que ambos optáramos a la concesión de este lugar único y mágico. Lo primero que hicimos fue contratar una empresa externa para que nos ayudara a definir lo que queríamos ser: si íbamos a ser un albergue, un hostal… Se trataba de saber a qué tipo de público y de mercado queríamos dirigirnos. El Concello de Fisterra tuvo a bien concedernos las autorizaciones en 2016. Ahora, O Semáforo es un hotel delicatesen con seis habitaciones, con restaurante y con una taberna náutica típica.
-Si algo tiene el establecimiento que destaca por encima de todo es el espacio emblemático en el que se ubica.
-Efectivamente. El faro de Fisterra es el kilómetro 0 del Camino de Santiago Fisterra-Muxía y también del Camino de los Faros, que tiene mucho éxito. Es un sitio mágico, con puestas de sol infinitas y con unos temporales que son un espectáculo de la naturaleza que viene a ver mucha gente. Es un lugar que invita a la desconexión, y a la paz.
«La gente nos visita por el paisaje, pero también por la gastronomía»
-Recibirán ustedes a muchos peregrinos que, tras completar el Camino, acuden a Fisterra para poner un epílogo a su aventura jacobea.
-Ya lo cuenta la historia. Es el fin de la tierra, donde muere el sol. Hay peregrinos de todas las nacionalidades que vienen aquí y que permiten que optemos a un target de clientes muy variado y de mucho nivel cultural.
-¿Qué tipo de gastronomía ofrecen en el restaurante y en la taberna?
-La gastronomía es muy importante en la zona. La gente nos visita por el paisaje, pero también por la gastronomía. El longueirón de Fisterra está muy presente en nuestra cocina, así como el rodaballo salvaje. Trabajamos un producto kilómetro cero y, desde hace un año, estamos mencionados en la prestigiosa revista de la Estrella Michelin. Fue la primera vez en la que O Semáforo accedió a este tipo de guía. Somos, además, una referencia en cuanto al sello Galicia Calidade.
-¿Corre Fisterra el peligro de convertirse, cuando finalice la pandemia, en un destino masificado?
-Con el escenario Covid todo ha cambiado. Sí es cierto que, hasta el año 2019, estuvimos creciendo mucho y había mucha afluencia, pero Fisterra ofrece un amplio abanico de hoteles con encanto, albergues… Al ser el punto final del Camino hay mucha oferta hostelera. Creemos que nuestro escenario es un escenario ganador para cuando finalice la pandemia, porque permite distanciamiento y sostenibilidad y ofrece una naturaleza infinita. Somos el segundo sitio más visitado de Galicia. Sólo nos supera la catedral de Santiago.
«Basta que salga una noticia sobre la relajación de las restricciones para que nuestras reservas crezcan»
-¿Qué tal soportó su negocio el período de inactividad y los continuos cambios en las restricciones?
-Lo llevamos muy mal, como todo el sector. Esta concesión tiene una media de 12 empleados fijos todo el año y, aunque el negocio esté cerrado y tenga algún tipo de ayuda, los gastos fijos son altos. Lo que siempre pedimos es que nos dejen trabajar. Sabemos que nuestro objetivo tiene que ser el de cubrir gastos hasta que esto se supere.
-¿Es usted optimista de cara al verano?
-Basta que salga una noticia sobre la relajación en las restricciones para que nuestras reservas crezcan. La gente nos escribe y nos llama porque tiene ganas de venir. Esperamos, si esto no aumenta, un verano superior al del año pasado. Estamos además en año Xacobeo, que se prolongará durante 2022.
-O Semáforo participa en la iniciativa del bono turístico. ¿Qué le parecen ese tipo de ayudas para fomentar los viajes dentro de Galicia?
-Ya habíamos participado en el bono turístico para sanitarios y tuvimos bastante ocupación. Lo veo muy bien y me parece una ayuda, tanto para el sector de la gastronomía como para el del alojamiento.
-¿Qué supone para su establecimiento contar con el sello de Galicia Calidade?
-Es el colofón final que, cuando uno abre un negocio, aspira a conseguir. Es un aval más. Esta placa grande que tenemos a la entrada del negocio es todo un honor. Las sinergias que se consiguen son muy buenas. Nuestros operadores nacionales y extranjeros valoran mucho que tengamos esa marca de calidad.