23 agosto, 2019
PABLO LÓPEZ /
El fenómeno del calentamiento global y la preocupación por el mismo de muchos ciudadanos ha empezado a provocar cambios en los patrones de consumo y comportamiento. Un ejemplo de ello es lo ocurrido con el transporte aéreo en Suecia, país donde la cifra de pasajeros ha caído, en lo que llevamos de 2019, un 8% en vuelos nacionales y cerca de un 3% en vuelos internacionales.
Aunque estas cifras todavía no son todo lo altas que desearían los que se han sumado al movimiento flygskam (vergüenza de volar), sí demuestran una tendencia a buscar alternativas a los contaminantes aviones por parte de la población sueca. Los datos, recogidos en un informe elaborado por el diario The Economist, demuestran que el porcentaje de pasajeros en los vuelos crece de forma más pronunciada cada año que pasa: la disminución de 8% registrada en los trayectos internos en lo que va de año llega después de una caída del 3% en 2018.
Para comprender mejor el fenómeno de la vergüenza a volar que parece haber comenzado en el país de la famosa activista Greta Thunberg, resulta interesante comparar la caída de pasajeros en los aviones con el dato de los viajeros que optan por el tren. SJ, compañía pública de ferrocarriles de Suecia, informa de que sus usuarios crecieron hasta un 37% en lo que llevamos de año, cifra que refuerza la idea de que son muchos los habitantes del país nórdico que, especialmente para los trayectos dentro de sus fronteras, se han pasado del avión al tren.
El avión no es el único medio de transporte que está en la diana de los grupos ecologistas que luchan contra el cambio climático. Esta misma semana organizaciones como Transport and Enviroment, de la que forman parte la española Ecologistas en Acción y la alemana NABU, alertó de la escasa preocupación de la industria de los cruceros por implantar en los barcos sistemas y combustibles menos contaminantes.