5 mayo, 2020
¿Cómo afecta la pandemia del coronavirus a los habitantes de lo que antaño fue la Unión Soviética? ¿Cómo promocionan los profesionales del turismo la monumental San Petersburgo ante la ausencia de visitantes? ¿Cuál es la política de Vladimir Putin para mantener a flote el país con mayor superficie del mundo? Anna Logvinova, residente en la ciudad que fue capital zarista desde tiempos de Pedro El Grande y que acogió el estallido de la revolución bolchecvique, explica a TUR 43 cómo afronta la crisis la empresa turoperadora para la que trabaja, y cómo es su día a día.
«Lo que hacemos es trabajar para el futuro. Diseñamos nuevos productos, descuentos y ofertas… Todo el mundo está ahora en internet y en las redes sociales», explica Anna Logvinova acerca del modo en que su empresa, acostumbrada a organizar recorridos culturales y a llevar a los visitantes a restaurantes con encanto, se ha reconvertido con la pandemia para buscar un nicho de promoción en la red.
La presencia en redes sociales, que nunca había sido una necesidad para la empresa de Logvinova, es ahora algo imprescindible para que ella y sus compañeros estén preparados para competir una vez se abran las fronteras y regresen los turistas. «Ahora tenemos página en Facebook, en Instagram… Antes no teníamos, porque no había tiempo y no las necesitábamos», explica esta profesional del turismo.
Informar acerca de los atractivos que presenta Rusia como destino y del trabajo que realiza la empresa es, en opinión de Logvinova, una obligación para las agencias y turoperadores del país, que tendrán que pelear duro para captar unos visitantes que, incluso finalizada la alerta sanitaria global, seguirán siendo escasos.
«Cuando vuelva la normalidad, vamos a tener mucha competencia, porque va a viajar muy poca gente y hay una gran cantidad de empresas como la nuestra. Tenemos que ser más inteligentes y más modernos»
«Cuando vuelva la normalidad, vamos a tener mucha competencia, porque va a viajar muy poca gente y hay una gran cantidad de empresas como la nuestra. Tenemos que ser los primeros. Hay que saber de todo. Tenemos que ser más inteligentes y más modernos», recalca.
La organización de seminarios y conferencias a través de internet también es una práctica habitual en Rusia, donde son frecuentes los cursos y encuentros online que ponen en contacto a representantes de los diferentes colectivos que trabajan en el sector. «Nosotros hemos puesto en marcha una escuela online de turismo», cuenta orgullosa Logvinova.
«A nosotros no nos encierran en casa. Nuestro presidente, que realiza anuncios cada dos semanas, dice que es mejor estar en casa, pero no nos obliga. Hay habitantes de San Petersburgo, de Moscú y de otras ciudades que sí se quedan en casa, pero son muy pocos», comenta Logvinova, muy preocupada por lo que considera una excesiva relajación por parte de la población.
Esta habitante de la antigua Leningrado también sale de casa, aunque dice hacerlo siempre tras haber adoptado las máximas precauciones. El carácter opcional del confinamiento propicia que, a diferencia de lo que ocurre estos días en las grandes ciudades, en San Petersburgo todavía haya atascos.
«La gente sale y hay atascos. Yo saco el coche y los sufro cuando voy a hacer la compra, a visitar a mi madre o a mi abuela… Creo que eso es una prueba de la poca gente que se queda en casa», lamenta.
Los habitantes de la llamada Venecia del Norte, debido a los canales que la recorren, tampoco están muy preocupados por los elementos de protección. «Hay muy poca gente que se pone mascarillas. Cuando voy al súper, veo un montón de personas sin mascarilla ni guantes. Creo que en este país falta información y la gente no tiene miedo», opina.
«La verdad es que se nos informa poco. En Rusia tenemos muy buena propaganda y Putin quiere mostrarse fuerte y potente. Quiere mostrar que vamos muy bien, que apenas notamos la epidemia, que tenemos de todo en los hospitales y que podemos curar a todo el mundo», apunta Logvinova, convencida de que la situación en el país es mucho más grave de lo que el Gobierno muestra a los ciudadanos.
Para informarse, recomienda más prensa digital y menos televisión, una tendencia que parece no ser mayoritaria ni en su ciudad ni en el conjunto del país. «Como la mayoría de los rusos ven la televisión, en vez de leer internet y otros medios, no tienen miedo», lamenta Logvinova, para después añadir que «todo lo que pasa es muy serio y poca gente lo entiende».
«Todo lo que pasa es muy serio y poca gente lo entiende»
La propia Logvinova conoce de primera la mano la situación de los enfermos de Covid-19 y hasta qué punto el virus causa estragos en los pulmones de quienes tienen la desgracia de tenerlo en su organismo. «Hace poco visité mi oficina y mi jefa me contó que un compañero nuestro está enfermo de Covid-19. Tiene afectados el 50% del pulmón izquierdo y el 25% del derecho. Es muy duro y muy peligroso, pero le mandan estar en casa y no le dejan ir a un hospital porque no hay espacio. En Rusia hay falta de plazas en los hospitales», relata.
Los trabajadores de la empresas directa o indirectamente vinculadas al turismo tampoco pasan por un buen momento en Rusia donde, como en la mayoría de países, hoteles y restaurante están cerrados y donde el tránsito de visitantes, ya sean estos nacionales o extranjeros, es prácticamente nulo. La solución del Gobierno de Putin para evitar despidos sin marcha atrás fue la de las vacaciones, aunque sin remuneración o con una pérdida parcial de ingresos.
«Putin prohibió a los negocios echar a los empleados, pero decir eso es muy fácil, hacerlo ya es otra cosa. ¿Con qué pagan los dueños de los negocios a los empleados si no hay trabajo? En Rusia les han dado a los trabajadores vacaciones sin dinero. La gente espera así a que la situación mejore. Hay empresas que reducen el salario a la mitad e incluso al 30%», informa Logvinova, que alerta de que la población rusa «se vuelve cada semana más y más pobre».
«Putin prohibió a los negocios echar a los empleados, pero decir eso es muy fácil, hacerlo ya es otra cosa. La población rusa se vuelve cada semana más y más pobre»
Frente al tono crítico que emplea cada vez que se refiere a Vladimir Putin y al Gobierno que encabeza el siempre enigmático líder de la Federación Rusa, Logvinova alaba la actitud mostrada por la máxima responsable de la empresa en la que trabaja.
«Nuestra empresa sigue funcionando. Creo que este mes sabremos algo de nuestro nuevo salario. Ya veremos cuánto nos van a recortar, pero en nuestro equipo no hay ninguna persona en paro y somos unos 30. Para mi jefa, todos somos como de sus familia», expone.
«Antes pensaba que la normalidad podría llegar en agosto, pero ahora no creo que llegue hasta el año que viene». Logvinova prefiere mantener la cautela y ve muy complicado que turistas procedentes de países como España, a los que su empresa lleva a lugares tan emblemáticos como el Museo Hermitage y el Palacio Peterhof, lleguen a Rusia antes de que los famosos relojes de la Plaza Roja de Moscú marquen el final de este 2020.
«Antes pensaba que la normalidad podría llegar en agosto, pero ahora no creo que llegue hasta el año que viene»
La pérdida de la primavera y del verano es especialmente preocupante para un país como Rusia que, por sus condiciones climáticas, registra pocos turistas durante el otoño y el invierno. «San Petersburgo es una ciudad muy bonita en todas las épocas del año, pero los extranjeros de países como España, en invierno, vienen poco», explica.
La recuperación como tal, por tanto, llegará en la primavera o el verano de 2021, ya que, como precisa Logvinova «a este destino llega muy poca gente entre octubre y abril por nuestro clima frío y, con esta situación, me parece que no va a venir nadie».