12 abril, 2022
Francisco Almuíña lleva 20 años dedicándose en cuerpo y alma al turismo rural. De hecho, es el presidente de la Asociación Profesional Ribeira Sacra Rural. Su pasión por este territorio de Galicia le viene de familia, ya que es la tierra natal de su padre y el lugar donde decidió afincarse cuando, a raíz de un accidente laboral tras la agresión de un paciente del hospital en el que trabajaba como enfermero y una posterior infección en su ojo derecho, perdió la vista. Por aquel entonces ya había perdido el oído, pero sus audífonos resolvieron este problema. A pesar de los obstáculos, ha conseguido convertirse en el primer guía sordociego de Galicia, «y de España, seguramente también», indica.
Casa do Romualdo es el nombre del alojamiento de turismo rural que regenta y donde comenzó su historia como guía, acogiendo en su casa a los huéspedes como si de un familiar o amigo se tratase y llevándolos a conocer el lugar y a comer a restaurantes de la zona. «El anfitrión es alguien que hace que te sientas cómodo», explica, «hay que dejarse llevar, que no quiere decir abandonarse, sino tener una actitud activa y de confianza».
-¿Cómo comenzó Francisco Almuíña su historia como guía?
-Yo era enfermero, trabajaba en un hospital de Vigo y un accidente laboral me hizo cambiar el ámbito hospitalario por el de la hospitalidad, que es muy parecido, también tienes que cuidar de las personas. A raíz de eso, hace 20 años volvimos a inaugurar la casa rural Casa do Romualdo. Siempre me gusta decir que somos un poco del primer concepto del turismo rural: una familia y vive en una casa rural y que acoge a los huéspedes con la máxima calidad, pero sin perder esa identidad de una familia que acoge en un espacio vivo. Entonces, yo llevaba a la gente que venía a ver la zona y el año pasado, cuando salió la habilitación para guías turísticos de Galicia, me dio por leer las bases y una amiga y yo decidirnos intentarlo. Hace poco estuve en unas jornadas y pensando el tema sobre el que iba a hablar me decidí por Las nuevas miradas. Una persona ciega se fija en muchas cosas en las que no se para la gente que ve. A veces tenemos cosas delante de las narices y no nos damos cuenta.
Una persona ciega se fija en muchas cosas en las que no se para la gente que ve
-Hasta entonces no se lo había planteado…
-Nunca se me pasó por la cabeza meterme en estas historias porque yo lo que hacía era ayudar a las personas, las acompañaba hasta la puerta de los sitios y las llevaba a los lugares que les podían sorprender, pero al parecer había gente dispuesta a denunciarme, ya que lo entendían como intrusismo, pero que yo sepa no hay ningún guía turístico ciego. De hecho, al principio no podía presentarme a la prueba porque me dijeron que siendo sordociego no podía ser, no estaba contemplado, pero al final me dejaron presentar la solicitud y me encerré desde junio hasta noviembre. Estuve prácticamente enclaustrado y estudiando el temario. Mis hijas tuvieron que adaptarme todo para que yo pudiera leerlo, porque con el ordenador me defiendo bien, pero los textos que están en formato de imagen no los lee el ordenador.
-Y tuvo que estudiar también una tercera lengua, ¿por cuál se decidió?
-Por el italiano, además del castellano y el gallego. No tenía ni idea del idioma, pero siempre me había gustado. La primera prueba fue en septiembre y la superé, la de italiano también y de los 200 que nos presentamos aprobamos sesenta y pico, así que puedo decir ahora que a nivel gallego, y creo que también a nivel de España, soy el primer guía turístico sordociego. Para mí es una satisfacción decirle a la gente joven que es ciega o sordociega como yo, que son ellos los que se ponen los límites y que pueden conseguir lo que quieran. Evidentemente también lo veo como una responsabilidad, porque estás reconocido y, bueno, si antes ya cuidabas y preparabas las cosas, ahora todavía con más empeño. También es verdad que yo me ciño mucho a este territorio que conozco, yo no me voy a ser guía turístico en Santiago aunque nací allí, pero no me voy a meter en otros ámbitos, este es el mío.
Para mí es una satisfacción decirle a la gente joven que es ciega o sordociega como yo, que son ellos los que se ponen los límites y que pueden conseguir lo que quieran
-Francisco Almuíña conoce la Ribeira Sacra como la palma de su mano y puede guiar sin problema a la gente…
– Eso de guía no me acaba de gustar mucho porque tiene una connotación como de que la gente va perdida y mi filosofía es eso de déjate llevar, que no quiere decir abandonarse, sino tener una actitud activa y de confianza. Siempre le planteo a la gente que en realidad todos somos «discapaces», unos en unas cosas y otros en otras. Yo, evidentemente tengo un conocimiento muy grande de la Ribeira Sacra, en ese sentido yo soy más capaz que la gente que no la conoce; pero ellos tienen vista o tienen un coche y son capaces de llevarme a mí. Nos acompañamos mutuamente porque yo también aprendo mucho de los que vienen. Es compartir y hacer las cosas tranquilamente, porque ahora parece que hay una obsesión por conquistar visualmente y capturar todo en imágenes y decir yo estuve allí y eso nos hace perdernos muchas cosas.
-Las tecnologías a veces hacen complicado disfrutar del momento
– Hay gente que viene a desconectar y ahora que tenemos la tecnología tan fácil y tan cómoda es normal querer capturar un momento, pero hay gente que pertenece a la cofradía de los empantallados, como digo yo, que lo quieren grabar absolutamente todo…. Es un inconveniente de la sociedad en la que vivimos, pero también hay mucha gente que se olvida del móvil. Yo siempre les digo es que se dejen llevar por los siete sentidos, los cinco habituales más otros dos que creo que son fundamentales y que hay que incorporar a esa lista: el sentido común, o como decimos en Galicia el sentidiño y el sentido del humor, que es muy importante. La vida ya bastante dura es como para que no sepamos sacarle punta a eso, hay que tener alegría.
Es normal querer capturar un momento, pero hay gente que pertenece a la cofradía de los empantallados
-Desde luego la Ribeira Sacra es un lugar para dejarse llevar, con un paisaje único
– Además de disfrutar de la belleza del paisaje, una de las cosas que le digo a la gente es que no podemos perder la capacidad de sorpresa, por eso me gusta que los que nos visitan se dejen llevar. Ahora queremos saberlo todo antes de llegar a los sitios y si le digo a la gente lo que vamos a hacer antes de llegar ya van a buscarlo en Google, no es lo mismo que visitar un lugar y no saber con lo que te vas a encontrar, pero es difícil explicar esto y transmitir que merece la pena. Me gusta que la gente que venga no sepa el final de la película, pero es complicado mantener el factor sorpresa y hacer que el plan sea atractivo para ellos. Pero bueno, es un poco como esto que está de moda de las citas a ciegas o los juegos de escapismo.
Si le digo a la gente el sitio al que les voy a llevar ya van a buscarlo en Google
-¿Cómo es el día a día en Casa do Romualdo?
No es un hotel, no es una casa en la que te dan las llaves y eso tiene sus pros y sus contras, porque hay gente que quiere estar a solas y organizarse a su manera, aunque aquí cada uno tiene su espacio. Entiendo el concepto de turismo rural como cuando vas a casa de algún familiar o un amigo y te acoge en su casa, te lleva a conocer el sitio, el lugar, el restaurante. El anfitrión es alguien que hace que te sientas cómodo y algo debemos estar haciendo bien, porque la gente te dice: cuando vengas por allá, ya sabes dónde tienes una casa, -ríe-. Y eso no es algo que la gente vaya diciendo por ahí al recepcionista de un hotel.
-¿Cómo decidió Francisco Almuíña poner en marcha el negocio?
-Mi padre nació en la casa donde vivimos, que era familiar y mi madre a tres km de aquí. Cuando tuve el accidente laboral, en 1994, empezamos a preparar un proyecto que en principio estaba pensado para cuando se jubilaran mis padres. Al tener el accidente decidimos venir aquí toda la familia y poner a andar el proyecto. Tenemos la suerte de que estamos muy bien situados, en lo que es el corazón de Galicia, prácticamente equidistantes de Lugo y Ourense y de Vigo y de A Coruña y a una hora de Santiago, lo que facilita que la gente acceda muy fácilmente a la casa.
-Y ofrecen distintas actividades
–Tratamos de ofrecer itinerarios con sentido, que tengan su coherencia. Es un poco este concepto de acompañar a las personas a que descubran la Ribeira Sacra. Dentro de ‘Mereces un respiro’, que es una campaña que acabamos de lanzar desde el Consorcio de Turismo de la Ribeira Sacra, ofrecemos pequeños productos turísticos a través de asociaciones, hay 40 distintos, en función de los intereses de cada uno. A uno de estos itinerarios le llamamos Sacrosanto y es una especie de delicatessen, un bono de seis noches y siete días para que el grupo que venga se deje llevar por una ruta diferente cada día, con un tema para cada uno de ellos: uno dedicado a una zona de monasterios, otro a los artesanos, otro al vino… Yo hago de anfitrión y les acompaño a vivir experiencias.
-¿Cómo van las cosas con la pandemia? ¿Creen que la tranquilidad de la Ribeira Sacra es un punto a favor de este destino frente a otros más masificados?
-A pesar de todo el dolor y la pena que esto está suponiendo, tenemos que recuperarnos y esto debe hacernos pensar que hay otras maneras de vivir. Yo creo que con la pandemia todos nos dimos cuenta de que somos capaces de pararnos y de que debemos plantearnos hacer las cosas de otra manera, en cierto modo también de viajar y es cierto que ahora mismo la gente busca espacios más tranquilos y en los que estar más conectado con la naturaleza. Yo creo que tenemos una ocasión magnífica para orientar nuestros establecimientos y aprovechar que la gente viene a vivir experiencias y en Galicia tenemos espacios fabulosos.
Con la pandemia todos nos dimos cuenta de que somos capaces de pararnos y de que debemos plantearnos hacer las cosas de otra manera
-Además la Ribeira Sacra es la candidata española a ser declarada Patrimonio de la Humanidad…
– Tenemos que ponernos las pilas porque si se consolida y se reconoce la Ribeira Sacra como Patrimonio de la Humanidad, va a ser un plus de público y nos va a cambiar el tipo de viajero, se va a valorar mucho la profesionalidad, la calidad. Me da mucho miedo porque con todo este tema de la pandemia parece que queremos volver a las andadas en vez de aprender y sacar buenas conclusiones. Hace tiempo que escucho que el tiempo del low cost y de la trapallada y la marabunta se ha acabado, y para bien, pero por otro lado la gente parece que quiere otra vez eso, que vengan muchos turistas y que se gane mucha pasta, yo no. El recurso que tenemos es fantástico, pero muy sensible y, aunque se trata de poder ser sostenible económicamente, naturalmente y todas estas cosas, también hay que pensar que tenemos que conservar un patrimonio para entregar a las futuras generaciones. Hay que convencer a mucha gente porque todavía hay quien quiere matar a la gallina de los huevos de oro.
-¿Es un plus que se puede volver en contra?
-Tengo ese punto de crítica porque me parece bien que exista un reconocimiento, pero yo siempre digo que la Ribeira Sacra ya es Patrimonio de la Humanidad, de todos, y que lo cuidemos o no es responsabilidad nuestra. En el mundo que vivimos, donde todo es político, estas cosas también se venden como si fuera un sello de calidad o un tema económico y, cuando te lees los requisitos y motivos por los que la Unesco declara bienes como Patrimonio de la Humanidad, te das cuenta de que no es un premio, sino que el organismo busca que los elementos que son distintos y que ayudan a entender lo que es el ser humano, se conserven para las futuras generaciones. Es más que nada un elemento de protección para que se respeten esas cosas y, concretamente en la Ribeira Sacra, la novedad es que el territorio se contempla como un todo.
-¿Cómo ve Francisco Almuíña el futuro del sector?
-Creo que la gente joven está más formada que nunca en turismo. Es que parece que si estudias Hostelería o Turismo tienes que ser director de un hotel de Canarias o Cancún y no es así, también puedes desarrollar tu proyecto de vida en una casa de turismo rural en la Ribeira Sacra. El campo ofrece oportunidades y otra manera de vivir y las ciudades en muchos casos empiezan a entrar en colapso.
Parece que si estudias Hostelería o Turismo tienes que ser director de un hotel de Canarias o Cancún y no es así, también puedes desarrollar un proyecto de turismo rural
-Hablaba también de la necesidad de profesionalizarse
-Vamos a tener que seguir haciendo lo que estábamos haciendo pero creo que en el turismo cabe un margen grande de profesionalización, no en el sentido de frialdad, sino de hacer bien las cosas para que en vez de la marabunta puedas atender a pequeños grupos de personas. Además, esa apuesta por la calidad y la profesionalidad se paga y esto es algo que los turistas tienen que entender, igual que pagan 40 dólares por intentar ver anidar a una tortuga si van a Costa Rica. Pero si preguntas a esa misma gente que paga 40 dólares por verle el culo a una tortuga cuánto deberían pagar a una persona por acompañarle todo el día de guía te dicen que cinco o diez euros. Aquí siempre queremos que las cosas sean gratis. A ver, no hay que pasarse con los precios, pero yo creo que tenemos ese camino por recorrer.