6 septiembre, 2021
Nunca nos hubiéramos imaginado que la Covid-19 influiría tanto y durante tanto tiempo en nuestras vidas y esto ha tenido consecuencias claras en los diferentes ámbitos de la vida. Las consecuencias psicológicas de la pandemia son innegables y varían de una persona a otra. En terapia, es habitual ver pacientes con síntomas de depresión, ansiedad, hipocondría… que acuden para ampliar sus estrategias de afrontamiento ante esta inusual situación. Con respecto a los viajes, también observamos cambios.
¿Qué hacemos a la hora de planificar un viaje? Revisamos la oferta de alojamientos, las reseñas de otros huéspedes, qué lugares turísticos hay en la zona… Digamos que, en definitiva, llevamos una idea preconcebida de lo que sucederá, más o menos, en nuestro destino, lo que nos proporciona sensación de control y hace que nos sintamos seguros y tranquilos.
El ser humano, a priori, no lleva bien la incertidumbre y esta ha aumentado tremendamente en el último año y medio, lo que nos llevó a modificar nuestros hábitos: ya no planificamos con tanto tiempo, revisamos los requisitos de viaje de los gobiernos y hasta hay quien compara los índices de contagios de esas zonas para elegir uno u otro destino. Aún haciendo todo esto, nos preocupa qué puede pasar, ya que es imposible tener todo bajo control.
El ser humano, a priori, no lleva bien la incertidumbre y esta ha aumentado tremendamente en el último año y medio
Por ejemplo, te vas a Malta con tu pasaporte Covid europeo y con una dosis de Pzifer, dado que ya has pasado la enfermedad y te han dicho que solo te ponen una, y en el aeropuerto te hacen coger un vuelo de regreso a España porque allí la pauta completa es únicamente si tienes las dos vacunas.
En estos casos, es habitual que pueden aparecer emociones como la ansiedad, la frustración y la tristeza, que nos resten bienestar para nuestro esperado viaje y conviertan esta experiencia, antes tan placentera, en estresante.
¿Esto significa que no puedo viajar porque va a salir algo mal? No. Significa que, actualmente, me tengo que adaptar a esta circunstancia y que, con la información adecuada sobre nuestro viaje, podremos evitar sorpresas desagradables.
El crecimiento personal que se produce en las situaciones adversas es mucho mayor que el que obtendríamos en nuestra zona de confort
Nuestra capacidad de adaptación es asombrosa, por lo que nuestros hábitos de viaje y planificación del mismo han cambiado pero, cuando esta situación pase, no serán necesarias tantas medidas y podremos recuperar nuestros viajes tal y como los conocíamos.
En conclusión, el crecimiento personal que se produce en las situaciones adversas es mucho mayor que el que obtendríamos en nuestra zona de confort, así que, como no hay mal que por bien no venga, la resiliencia podría ser nuestra palabra del año.