3 abril, 2022
Darse un baño en la piscina mientras se observa a las reses bravas en el inigualable ecosistema de la dehesa, degustar productos caseros tras una jornada de tareas en el campo y mantener una agradable tertulia al calor de la chimenea y ante la atenta mirada de un toro que se asoma por la ventana. Esto y mucho más es lo que encuentra el cliente que llega a la finca de El Añadío, un paraje ubicado en el municipio de Vilches (Jaén) donde nacen y crecen toros de lidia y donde existe un alojamiento rural de primera calidad, que forma parte del selecto club Rusticae y que rige María Jesús Gualda, ganadera y emprendedora que ejerce, además, como presidenta nacional de la Asociación de Ganaderías de Lidia.
«Llevamos con el hotel abierto casi 15 años. Cuando me quedé yo sola al frente de la ganadería porque mis hermanos lo dejaron, decidí que había que buscar alguna otra fuente de ingresos. Estaban las edificaciones donde antiguamente vivían varias familias de los mayorales y demás trabajadores de la finca y, como a mí me gustan mucho la decoración y la arquitectura, pensé que sería interesante arreglarlas. Lo restauré todo, pero de una forma respetuosa al 100%. No se construyó nada nuevo, todo fue rehabilitado», comenta orgullosa María Jesús Gualda, que insiste una y otra vez en que, en El Añadío, el toro es el protagonista y también el motivo de que lleguen huéspedes.
Frente a otros alojamientos en la naturaleza en los que priman el espectáculo y la teatralización, la oferta de ocio de El Añadío se ciñe a lo que la propia Gualda define como «lo auténtico». No se trata de realizar una tarea del campo expresamente para que la vea el turista sino de que el visitante contemple lo que toque hacer en cada momento.
«Aquí, de lo que se trata es de experimentar lo auténtico, la vida que hacemos todos los que vivimos alrededor de la ganadería», comenta la ganadera María Jesús Gualda
«Aquí, de lo que se trata es de experimentar lo auténtico, la vida que hacemos todos los que vivimos alrededor de la ganadería. Aquí no montamos un espectáculo para los turistas. Lo que hacen nuestros clientes es alojarse dentro de la ganadería, tan dentro que desde la ventana de la habitación están viendo los corrales», comenta la ganadera sobre su coqueto hotel rural vinculado al mundo del toro.
«Hay que acercar a la gente al mundo del toro que, evidentemente, empieza en el campo bravo», apunta María Jesús Gualda en referencia a lo importante que resulta para todos los que viven de la fiesta nacional, desde los ganaderos y sus empleados hasta los propios toreros y sus cuadrillas, que la sociedad conozca los entresijos de un sector que, para algunos, se reduce a la muerte de un animal en una plaza pero que, en realidad, es mucho más.
Descubrir la enorme cantidad de especies de flora y fauna que comparten hábitat con el toro, verdadero rey de la dehesa, o la actividad laboral y económica que genera el campo bravo puede ayudar a que, tanto aficionados como curiosos, conozcan hasta qué punto una tradición tan española como la de la tauromaquia es también un sector que reporta beneficios más allá del arte y del entretenimiento.
La máxima responsable de El Añadío imparte lecciones magistrales a los huéspedes que deseen ampliar aún más sus conocimientos, algo que hace encantada a modo de servicio al sector que le da de comer. «Les doy charlas sobre cómo se cría el toro, sobre la historia de nuestra ganadería…», comenta.
Como buen alojamiento de primera calidad que es, El Añadío ofrece a sus huéspedes un servicio de comidas, aunque no lo hace como un restaurante tradicional, pues rara vez recibe a clientes que no estén alojados y tiene como cocinera a una mujer «de la casa» que guía sus menús por la tradición y los productos de proximidad.
«Tengo una cocinera cuyo padre ya estaba con mi abuelo. Son gente de la casa y ella cocina de maravilla los platos tradicionales, pero los tradicionales de verdad», comenta María Jesús Gualda, que menciona como alimentos muy apreciados de los que tienen presencia en los menús el zumo de naranja natural «recién hecho», las tostadas con pan de pueblo, aceite y jamón y la bollería casera, para el desayuno; el paté de perdiz, el salmorejo con berenjena y el rabo de toro con patatas a lo pobre, para la comida; y la crema de calabaza, los lomos de bacalao y las albóndigas y hamburguesas de carne de toro, para la cena.
«Por supuesto, la carne de toro tiene mucha presencia. La hamburguesa de carne de toro, por ejemplo, no tiene nada que ver con la que te pueden poner en un burger», comenta orgullosa la ganadera.