5 octubre, 2022
El epicentro turístico y cultural de Galicia se encuentra en su capital. Todos los ‘caminos’ llevan a Santiago de Compostela y es por eso que es el destino más concurrido de la comunidad autónoma a lo largo de todo el año (especialmente durante este año Xacobeo). Santiago es un destino versátil, amplio y diversificado que va más allá de los puntos turísticos más habituales como la Catedral o sus alrededores. Es un destino que se puede (y se debe) disfrutar con los cinco sentidos. ¿Cómo? Te lo explicamos:
Hay algo que resulta evidente y es que Santiago entra por los ojos. La ciudad compostelana muestra un despliegue arquitectónico que impresiona a pesar de su ‘pequeño’ tamaño de 220 kilómetros cuadrados. Sin embargo, en cada esquina y recoveco de la ciudad se encuentra algo digno de admirar, ya sea en la imponente catedral o en las callejuelas de su Casco Histórico (declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO a finales del año 1985).
La Catedral de Santiago es el icono de la ciudad, por lo que es imprescindible visitarla, aunque no seamos peregrinos. Por fuera, el emblemático edificio muestra diferentes fachadas cargadas de arte, historia y cultura fusionando estilos barrocos, renacentistas o románicos. La más conocida es la del Obradoiro, que se puede vislumbrar en la plaza del mismo nombre, en la que se imponen sus torres de las campanas y la carraca, dando lugar a una imagen conocida en el mundo entero.
La ciudad compostelana muestra un despliegue arquitectónico que impresiona a pesar de su ‘pequeño’ tamaño
Una vez dentro, resulta imposible apartar la mirada de su claustro, sus bóvedas, su tesoro, la figura que representa al propio Apóstol Santiago o una de sus obras más famosas: el Pórtico de la Gloria, obra y legado del fantástico Mestre Mateo. Si tenemos algo de suerte (debemos visitar la catedral un día señalado) podremos ver también al Botafumeiro en acción, otro elemento icónico de la catedral, que se usaba antiguamente para perfumar el lugar.
Ya en los propios tejados del templo, es posible observar el gran despliegue de edificios religiosos y civiles que integran y forman a la ciudad compostelana, incluidos el Pazo de Raxoi (donde se ubica el Concello de Santiago), el Pazo del Arzobispo de Xelmírez o el Hostal dos Reis Católicos, todos ellos situados en plena Plaza del Obradoiro. También son dignas de mención la Plaza de Praterías o la Plaza de Quintana, que rodean a la catedral, dándole al lugar esa esencia de nexo central de toda la ciudad.
Por si fuera poco, si nos alejamos del centro podremos ir descubriendo la parte más ‘desconocida’ de la ciudad, donde destacan edificios como el monasterio de San Martiño Pinario, el Panteón de Galicia y el Convento de San Domingo de Bonaval, la plaza de Cervantes o la facultad de Historia y Geografía, cuya biblioteca merece ser visitada (eso sí, en silencio). Son tantos los puntos de interés que enmarcarlos en una lista resulta casi imposible. Y ojo, porque en Santiago también hay espacio para el vanguardismo arquitectónico, con la imponente Cidade da Cultura en el monte Gaiás. Una mega estructura de formas imposibles que tiene amantes y detractores por partes iguales y que, sin duda, merece la pena visitar para juzgarla por uno mismo.
Mientras uno pasea y se maravilla con todo lo que puede ofrecer este destino, resulta inevitable no poner la oreja al sinfín de sonidos que regala la ciudad compostelana. Desde el icónico sonido de la gaita que suele dar la bienvenida a la Plaza del Obradoiro, a lo largo de la calles se van agrupando músicos de toda índole que regalan su arte a los viandantes y peregrinos.
La ciudad apuesta por una enorme oferta cultural en la que destaca la música, pero también lo hace en el apartado de las artes escénicas y el audiovisual, con festivales ya reconocidos en todo el mundo como el Son do Camiño o el Festival Internacional de Cine Curtocircuíto. Cabe mencionar que Santiago cuenta con numerosos escenarios y establecimientos que apuestan por la música en directo, como la Sala Capitol, el Riquela Bar, el Auditorio de Galicia, el Teatro Principal, el Paraninfo de la Universidade, el Auditorio Abanca o la propia Cidade da Cultura.
Santiago se configura así como un destino ideal para disfrutar de la música en todas sus vertientes, tomando una copa por la noche o asistiendo a un concierto en un escenario.
Santiago, además de verse y escucharse, se toca. Desde el tradicional abrazo a la figura del Apóstol Santiago, todos los visitantes de la capital gallega notarán a Santiago en sus manos y, sobre todo, en sus pies. Sus suelos, calles y paredes de piedra confieren a Compostela de una personalidad única que hacen que coger un bus para desplazarse por la ciudad sea casi un pecado.
Por otra parte, aunque la lluvia es un incordio y un obstáculo en muchos destinos turísticos, en la ciudad compostelana es todo lo contario ya que, como dice el dicho popular «Santiago es la ciudad donde la lluvia es arte». Los especiales recovecos y baches que nacen de su peculiar suelo hacen que, cuando llueve, la ciudad se convierta en un festival de reflejos y charcos, creando escenas únicas e irrepetibles (aunque nos mojemos por el camino).
Por supuesto, el tacto se complementa con los otros sentidos cuando una persona visita Santiago. Uno de ellos es el olfato, que respirará aire puro en algunos de los grandes parques de los que dispone la ciudad, como el de Bonaval, que cuenta con vistas espectaculares del antiguo cementerio y de la ciudad. Esta imponente zona verde es un lugar que acoge a gente de todo tipo, desde deportistas hasta personas que disfrutan de una siesta sobre el césped, en total tranquilidad.
Otra de las zonas verdes más reconocidas de Santiago es el Parque de la Alameda, un emplazamiento lleno de vegetación que tiene su origen en el siglo XVI. Con un jardín botánico y un pequeño estanque, este imponente parque es un lugar histórico cuyo tamaño le permite alojar festividades y romerías a lo largo del año, como la Feria del Libro o el Día de Galicia.
El olor a naturaleza no termina ahí, ya que Santiago está totalmente rodeado de zonas verdes, con más de cinco millones metros cuadrados de vegetación que merece la pena conocer, como el parque de Belvís, el robledal de Santa Susana o el Campus Universitario Sur. Además, si el visitante tiene la oportunidad de desplazarse fuera del núcleo urbano de Santiago, puede visitar zonas naturales de enorme belleza como Ponte Maceira, cerca de Ames, reconocido como uno de los pueblos más bonitos de Galicia y España.
A tan solo 12 minutos de la ciudad también se encuentra el Real Aeroclub de Golf de Santiago, un imponente complejo natural donde practicar golf y otros deportes como el croquet, el tenis o el pádel; que además es la sede que acogerá la Gran Final del II Circuito de Golf TUR 43.
Si hablamos de olfato, no podemos evitar mencionar la enorme oferta gastronómica de la ciudad, aunque aquí el sentido predominante es el gusto. Galicia es conocida por ser una de las comunidades autónomas con un mayor número de estrellas Michelin (un total de 15), y Santiago no se queda atrás. En la ciudad compostelana podemos disfrutar de una comida regional de altísima calidad con productos del propio mercado de la Praza de Abastos en A Tafona, de reconocida chef Lucía Freitas (que también cuenta con Lume, un local más destinado al tapeo). La otra estrella Michelin corresponde a la fusión gastronómica de Casa Marcelo, un local emblemático de la cocina gallega que empezó de manera innovadora en 1999 al integrar la cocina en sala. Además, estos dos restaurantes también cuentan con dos soles Repsol cada uno.
La excelencia culinaria no se queda ahí, ya que en Santiago se encuentran ofertas tan interesantes y variadas que casi una decena de restaurantes cuentan con el reconocimiento Bib Gourmand de la Guía Michelin: Mar de Esteiro, Pampín Bar, A Viaxe, Anaco, Abastos 2.0 – Mesas, Café de Altamira, Mamá Peixe, Asador Gonzaba o A Horta d’Obradoiro. También destacan locales como La Radio, del galardonado chef Pepe Solla y David Abalo; la Tita, con una de las tortillas de patatas más valoradas de toda Galicia; el Dezaseis, un local que ha encandilado a periodistas internacionales; o lugares emblemáticos como la Taberna O Gato Negro.
Y como apunte final, un recorrido solo para los más valientes: la ruta París-Dakar de Santiago. Se llama así a un paseo de apenas doscientos metros entre diferentes bares de la emblemática Rúa do Franco, que hace años se inventaron los estudiantes del lugar para disfrutar de unas buenas ‘cuncas’ de vino y productos típicos, como caldo, pulpo, berberechos, tortilla, empanada… El origen del nombre hace alusión a la famosa prueba de rally porque el comienzo de la ‘ruta’ en Santiago se hacía en el bar O París y finalizaba en la cervecería Dakar. Entre medias uno puede disfrutar de locales históricos como O 46, la Casa do Xantar o Barril, el Ourense, el Orella y el ya mencionado Gato Negro. Una ruta para disfrutar, como no podía ser de otra manera, con los cinco sentidos.