3 diciembre, 2019
PABLO LÓPEZ /
El turismo será uno de los sectores sobre los que más debate generará la Cumbre del Clima de Madrid y, de hecho, ya han surgido los primeros cruces de declaraciones entre los que consideran que deben adoptarse medidas contundentes para reducir la contaminación que genera y los que piensan que determinadas posturas demonizan una actividad fundamental para la economía.
La Organización Mundial del Turismo (OMT) advirtió, en una de las ponencias de la jornada de ayer, de que las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de los medios de transporte relacionados con el turismo en 2030 superarán en un 25% a las de 2016 y duplicarán las de 2005.
El estudio presentado por la OMT también recoge información acerca del número de viajeros. Concretamente, la organización estima que la cifra de turistas que cruzan las fronteras alcanzará los 1.800 millones en 2030.
Frente a los datos más pesimistas acerca de la contaminación generada por los transportes y frente a las campañas de movimientos como vergüenza a volar, que promueven la renunciar a utilizar el avión, la Mesa del Turismo ha emitido un comunicado en el que lamenta que «se atribuya al turismo una cuota de responsabilidad desproporcionada en el impacto sobre el cambio climático».
«Se está demonizando al viaje, cuando el avión apenas supone entre un 2% y un 5% de las emisiones de CO2, mientras que otros sectores, como el ganado vacuno, subsidiario de la UE, o la entrega de las compras por internet, suponen una aportación muy superior», exponen desde la Mesa del Turismo.
La producción de aviones con materiales más ligeros por la industria aeronáutica, la sustitución del combustible contaminante de cruceros y ferris por gas licuado y las medidas para el ahorro de energía en los hoteles son algunos de los ejemplos que la Mesa menciona para demostrar que el sector turístico es uno de los primeros interesados en hacer frente al cambio climático.
«Esta limitada enumeración de las iniciativas que está adoptando el sector turístico para contribuir a la lucha contra el cambio climático es una muestra de medidas realistas, eficaces y eficientes. En contraste, el movimiento social cristalizado en la denominada vergüenza a volar se caracteriza por la emotividad, no por la racionalidad», recalcan desde la entidad.
La Mesa para el Turismo considera especialmente grave la actitud de los poderes públicos, a los que acusa de «participar en el clima emocional· y de «proponer medidas que no contribuyen a solucionar los retos reales del cambio climático», como la creación de impuestos sobre el transporte aéreo o sobre la actividad hotelera.