12 junio, 2022
El Circuito de Golf TUR 43 regresa al ovetense campo de Las Caldas este mes de junio, una oportunidad perfecta para que los participantes en la prueba conozcan, no sólo la capital de Asturias, sino también otras de las muchas maravillas que alberga el Principado. Vivir la historia de la Reconquista en Cangas de Onís, respirar el aire puro y disfrutar de la naturaleza en los Lagos de Covadonga, descubrir los encantos de una ciudad como Avilés y degustar la mejor gastronomía en casi cualquier rincón son algunas de las experiencias que no debes perderte.
Nuestro recorrido asturiano debe comenzar en la ciudad de Oviedo, por ser la capital del Principado, por ser el inicio del llamado Camino de Santiago Primitivo y, por supuesto, por ser el municipio donde se ubica el maravilloso campo de golf de Las Caldas que este año volverá a disfrutar del mejor golf y de la mejor gastronomía de la mano del Circuito TUR 43. De esta ciudad, a la que Leopoldo Alas Clarín calificó como «heorica» y como «muy noble y leal» en su novela La Regenta, cabe destacar la belleza de su casco histórico, con la catedral y su Cámara Santa a la cabeza; sus zonas comerciales con tiendas para todos los gustos y carteras, con la calle Uría como indiscutible referente; su ambiente intelectual y refinado, en espacios como el popular Teatro Campoamor donde se entregan los Premios Príncipe de Asturias; y, por supuesto, su gastronomía, con delicias como la sidra que puede degustarse en los locales de la calle Gascona o la famosa fabada, sin olvidar la presencia en las cartas de los restaurantes de excelentes pescados, carnes y mariscos.
Dicen los asturianos que Asturias es España y que lo demás es tierra conquistada, por lo que cualquier persona que visite este territorio debe tener muy presentes los vestigios de un tiempo en que este espacio geográfico era el último reducto de la cristiandad en una Península Ibérica dominada por el Islam. Cangas de Onís y Covadonga, verdaderos santuarios de la Reconquista, merecerán capítulo aparte, pero en Oviedo, para conocer el arte prerrománico característico de aquellos tiempos, puedes subir al monte Naranco y admirar las iglesias de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo, ambas distinguidas como Patrimonio de la Humanidad.
Capital del Reino de Asturias tras victoria cristiana de Covadonga, en el año 722., Cangas de Onís es una de esas visitas obligadas para cualquiera que llega al Principado y dispone de tiempo para ello. Además de su famoso puente, con un arco central peraltado y con otros dos más que son menores y desiguales, esta localidad alberga otras construcciones de gran valor patrimonial, como la iglesia de la Santa Cruz, una reconstrucción de la original que se levantó en el 733 y que cuenta con una cripta que alberga un dolmen prehistórico; el Palacio de Cortés y el monumento al héroe de la Reconquista Don Pelayo que se ubica frente a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción.
El núcleo urbano de Cangas de Onís es de gran interés pero, sin desmerecerlo en ningún momento, es en Covadonga, con su santuario y con sus lagos, donde se esconden los mayores tesoros de este municipio asturiano. El santuario dedicado a la Virgen de Covadonga, conocida popularmente como La Santina, es el conjunto monumental más visitado de Asturias, con la Santa Cueva en la que se encuentra la capilla, con la imagen de la Virgen como elemento central, y con la Basílica de Santa María la Real de Covadonga. El conjunto incluye, además, una estatua de Don Pelayo, un obelisco con una réplica de la Cruz de la Victoria y la Campanona, una campana de 3 metros de altura y 4.000 kilos de peso.
Si eres de los que aman la naturaleza y de los que gustan de respirar aire puro y limpio, Covadonga y sus famosos lagos no te dejarán indiferente y es que el Enol y el Ercina, que así se llaman los lagos, están ubicados en pleno Parque Nacional de los Picos de Europa y rodeados por algunas de las cumbres más altas de ese sistema montañoso. Las vacas que pastan en la zona añaden un elemento más a esta escena ya de por sí bucólica.
Puede pensarse que Avilés, como ejemplo de ciudad industrializada, no es precisamente una ciudad bella, pero nada más lejos de la realidad y es que la localidad vivió varios siglos de esplendor durante el medievo y ya entrada la Edad Moderna, lo que le ha servido para contar con un casco histórico repleto de edificios singulares que, en la actualidad, se mantienen muy bien conservados y sin haber sufrido apenas modificaciones sustanciales en su estructura.
Muchos consideran el centro histórico de Avilés como uno de los mejor conservados del norte español y, si algún incrédulo quiere verificar esa afirmación, basta con que recorra calles como Galiana, Rivero, La Ferrería, Bances Candamo, La Cámara, La Fruta, San Bernardo o La Estación. Edificios como el palacio de Valdecarnaza, la Iglesia Vieja de Sabugo y la de San Nicolás de Bari, la plaza del Mercado o el Palacio de Ferrera son pruebas de la riqueza que atesoraban los vecinos de la ciudad en épocas pasadas. Sin duda, Avilés es de esos destinos con espacios en los que podrás sentirte como un protagonista de la serie Juego de Tronos.
Si algo tiene Avilés es un contraste entre lo antiguo y lo moderno y, por eso, es más que recomendable, tras un paseo por el casco antiguo, cambiar completamente de aires y visitar el Centro Niemeyer, ubicado en la ribera más industrial de la ría e inconfundible por sus llamativas formas y su impoluto color blanco. Su ubicación en esta zona le permite brillar, aún más si cabe, por compartir espacio con las estructuras y edificios del Avilés industrial del hierro y del acero.
En esta pequeña reseña sobre Avilés procede mencionar el crecimiento de la huella jacobea en la ciudad y es que cada vez son más los peregrinos que recorren el llamado Camino de la Costa y entran a ella para conocer sus encantos. Vinculado al Camino de Santiago está el albergue de peregrinos Pedro Solís, que toma su nombre de un clérigo del siglo XVI que lo fundó y que tiene en su entrada un antiguo crucero de gran valor histórico y patrimonial.
En una comunidad autónoma que ama el deporte y con una gran afición al fútbol, pese a que el Real Oviedo y el Sporting de Gijón llevan tiempo sin catar las mieles de la máxima categoría, el golf ha ganado protagonismo en los últimos años, gracias a campos como el de Las Caldas, un lugar ubicado en plena naturaleza que hará la delicias de los aficionados no sólo por sus características técnicas, sino también por su entorno.
El campo de Las Caldas, ubicado en un paraje natural y junto al hotel balneario que lleva su mismo nombre, cuenta con numerosos árboles centenarios, que dan cobijo a gran cantidad de especies animales. Inaugurado en el año 2000, tiene 18 hoyos y un recorrido de 5.678 metros. «El jugador tiene la posibilidad de utilizar toda su bolsa de palos en este recorrido, que se adapta a cualquier nivel de juego, y de disfrutar de momentos inolvidables enmarcados en una sintonía paisajística propia de un paraíso natural», explican los responsables de las instalaciones.
Variada, abundante y contundente. Así puede definirse la gastronomía de Asturias. Entrar en un restaurante de la capital asturiana es una garantía de que, como mínimo, no te quedarás con hambre.
Si se habla de platos típicos de Asturias es casi obligado comenzar con la fabada. Con un sabor inconfundible (dicen los asturianos que no hay nada igual en todo el mundo), el único peligro es la sensación de hartazgo y la flatulencia que puede llegar a producir si la cantidad ingerida es demasiada. Salvo ese pequeño detalle, sin demasiada importancia siempre que uno esté dispuesto a asumirlo, estamos ante un básico que no debes dejar de probar.
No puede faltar tampoco en la lista de platos asturianos el cachopo, consistente en dos filetes de ternera grandes entre los cuales se coloca jamón y queso. No todos son capaces de comer uno entero, pero siempre queda la opción de compartirlo. Eso sí, nunca lo llames San Jacobo si no quieres que los oriundos de Asturias te miren con mala cara.