15 octubre, 2021
Tradición familiar, mimo al producto y un trato directo con el cliente, todo ello bajo las premisas de la discreción y el trabajo. Así puede definirse la actividad de Casa Abelleira, un negocio ubicado en Bertamiráns, en el municipio coruñés de Ames, que ha alcanzado gran fama por unos chicharrones que, según quienes los probaron, son prácticamente idénticos a los que les preparaban sus madres y abuelas. Entre quienes han degustado ya este manjar están los participantes en el I Circuito de Golf TUR 43, pues los chicharrones de Casa Abelleira estuvieron presentes en todas las pruebas de este torneo.
Cuenta Manuel Abelleira, propietario y gerente del negocio, que tanto la idea de vender productos cárnicos como la de montar la taberna en la que se ubica la carnicería donde pueden adquirirse nacieron fruto del deseo de su madre por mantenerse activa después de contraer matrimonio y abandonar su trabajo en el servicio doméstico.
«Esta casa la hicieron mis padres antes de casarse. Mi padre era carpintero y mi madre trabajaba en el servicio doméstico. En aquella época, los años 60, la mayoría de las mujeres dejaban de trabajar cuando se casaban, pero mi madre no estaba acostumbrada a eso y por eso decidió, junto a mi padre, montar una taberna. Ya desde los inicios, se servía mucha casquería y eso llevó a que montaran una carnicería pequeña al lado del bar. Se solían preparar para el fin de semana, después ya empezamos a dar comidas y la cosa fue a más y más, hasta el punto de que mi padre dejó de trabajar para dedicarse a esto en exclusiva. Ahí empezó la historia de nuestros chicharrones», cuenta Abelleira, orgulloso del espíritu emprendedor de su familia.
Fue una enfermedad contraída por su padre lo que llevó a Manuel Abelleira a abandonar los estudios y a implicarse en la gestión del negocio familiar, una decisión que, vista la fama alcanzada por sus chicharrones, fue todo un acierto. «Mis dos hermanas se dedicaron a ser profesoras y yo, que estaba estudiando, cogí el negocio cuando mi padre enfermó. Cuando tenía 26 años, mi padre falleció y fue ahí cuando realmente me puse al frente del negocio y lo puse como está ahora, siempre enfocado a nuestro producto estrella: los chicharrones», relata.
«Yo llevo la trazabilidad de todo. Tengo todavía el camión de ganado, voy a buscar los cerdos, los compro y los llevo al matadero. Nosotros elaboramos todo el producto, lo manejamos todo». Son palabras del propio Manuel Abelleira acerca del control del proceso de producción de los chicharrones que, en todo momento, está en sus manos y que también se percibe en las ventas, que siempre son fruto del trato directo con los clientes.
«Vendemos los chicharrones, como se dice para los bancos, en ventanilla. La gente viene aquí a buscarlos. Nuestra política siempre se basó en la discreción y el trabajo y, a partir de ahí, el boca a boca es lo que funciona y lo que te lleva hacia arriba o hacia abajo», comenta para después recalcar que sus chicharrones triunfan «porque todos los comieron alguna vez y a muchos les traen recuerdos».
Aunque muy apreciados en la actualidad, los chicharrones tienen un origen humilde, pues hubo un tiempo de grandes penurias en el que salvaron del hambre a muchas familias de los estratos más bajos de la sociedad. «Es un alimento tradicional que fue comida de pobres. Partiendo de que es un bocado muy humilde y de que, en su momento, alimentó a muchas bocas necesitadas, no se puede hacer de cualquier manera. Si nuestros clientes nos dicen que saben como los que se hacían en su casa es porque todo es natural», apunta Abelleira.
La oportunidad de formar parte de la gran familia de colaboradores del I Circuito de Golf TUR 43 se la brindó el Ayuntamiento de Ames y él no pudo dejarla pasar pues, aunque dice ser poco proclive a la publicidad, está encantado de que los mejores golfistas de la España Verde conozcan sus chicharrones.
«El Ayuntamiento de Ames, dado que la gran final del circuito se celebra en ese municipio, creyó que nuestro producto merecía estar representado. Aunque somos muy discretos y no somos gente de estar en periódicos o en cuñas, es cierto que estar en un evento tan prestigioso como este torneo de golf nos aporta un plus. Nos encanta colaborar con el circuito, porque ese tipo de publicidad directa sí que nos gusta», destaca Manuel Abelleira.