13 abril, 2021
Nuevo golpe para el transporte aéreo en Francia, país que ha aprobado una ley que prohibirá todos aquellos vuelos que realicen trayectos que sea posible completar en tren en tres horas y media. El sector de la aviación, muy maltrecho debido a la pandemia y a las restricciones que de ella se han derivado, recibe un nuevo varapalo que, en esta ocasión, no está motivado por el coronavirus sino por el deseo del Ejecutivo galo de reducir las emisiones de dióxido de carbono a la atmósfera.
«Sabemos que la aviación contribuye al dióxido de carbono y que debido al cambio climático debemos reducir las emisiones», manifestó acerca de la nueva ley la ministra de Industria de Francia, Agnes Pannier-Runacher.
La decisión de Francia supone la reactivación de un debate, el de la contaminación generada por el transporte aéreo de pasajeros, que generó numerosas opiniones encontradas antes de la pandemia y que, con la crisis del coronavirus, había quedado en punto muerto.
La Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) había establecido como objetivo a nivel global el de reducir las emisiones hasta un 50% para el año 2050 y en Suecia surgió un movimiento que, bajo el nombre de Vergüenza a volar, pretendía que los ciudadanos renunciaran a los viajes en avión para proteger el medio ambiente.
El debate llevó a muchos países, entre ellos España, a plantearse la creación de nuevas tasas que gravaran los viajes en avión, algo a lo que se opusieron prácticamente todas las grandes compañías aéreas. La irrupción de coronavirus y las consiguientes limitaciones a la movilidad y a los viajes desplazaron la cuestión del dióxido de carbono a un segundo plano.