29 junio, 2019
MARÍA EIMIL /
El municipio de Haro congrega a más de 12.000 personas en el litigio más divertido del norte: la Batalla del Vino, una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional y que lucha por obtener el reconocimiento a nivel internacional. Los ‘jarreros’, nombre que reciben los harenses y visitantes que participan en el combate, riegan, cada 29 de junio, los riscos de Bilibio con más de 70.000 litros de vino.
«Si Hemingway, que estuvo aquí, hubiese escrito sobre la Batalla del Vino, como lo hizo de los Sanfermines, no sé donde estaríamos…» apunta el historiador Fernando de la Fuente, que conoce al dedillo el origen de esta fiesta. Insiste en recordar que «es muchísimo más antigua que otras celebraciones que han logrado mucha fama, como la tomatina de Buñol».
La Batalla del Vino comienza a primera hora de la mañana en un terreno que se encuentra a unos cinco kilómetros de la localidad de Haro. El nuevo emplazamiento se debe a la enorme afluencia de personas que, en los últimos años, se han armado con sus botas de vino para regar a todos los allí presentes. «Entre ellos, muchos australianos», señala De la Fuente, «que después se dirigen a Pamplona para participar en los Sanfermines».
Tras el arduo combate, para el que hay que ir ataviado «con ropa blanca, pero con la más vieja que cada uno tenga en su armario», los asistentes disfrutan de los platos que preparan las grandes bodegas: lomo con pimientos o caracoles con tomate y chorizo, y de la música que ofrecen las charangas. Ya de vuelta a la localidad, los harenses y visitantes se preparan para la recepción de las peñas, que tiene lugar cada año en el puente sobre el río Tirón. Desde allí se dirigen a la Plaza de Toros, donde se correrán varias reses bravas.
Su origen se remonta a una romería que comenzó a celebrarse del siglo V, tras la muerte de San Felices, al que se le atribuían milagros. Esta fiesta religiosa de Bilibio (como antes se llamaba la localidad de Haro), derivó en la llamada Batalla del Vino cuando, en una ocasión, un hombre que subía a honrar al santo comenzó a tirar vino a aquellos que le acompañaban. El gesto de aquel romero en estado de embriaguez se convirtió en una tradición, «algo que no gustó ni a los periodistas, que comenzaron a dar la celebración por perdida», explica el historiador, «ni a las mujeres, que subían con sus trajes nuevos». «El evento actual», relata, «debe su nombre al periodista del diario ‘Nueva Rioja’, Enrique Hermosilla, que fue quien lo bautizó como Batalla del Vino en 1949».
«Más que contarlo, hay que vivirlo», señala este harense, que niega otras teorías sobre el origen de la fiesta que siguen vigentes a día de hoy. La más extendida cuenta que los vecinos de la localidad riojana retomaron la costumbre de subir a los Riscos de Bilibio ante el temor de perder el dominio de la zona, ya que creyeron que pasaría a jurisdicción de Miranda de Ebro. Sin embargo, años después descubrirían que los litigios no eran realmente con la localidad vecina, sino que esta parte de la historia era una leyenda. Una leyenda «que mucha gente sigue creyendo», ríe, «aunque demuestres que una cosa es una mentira siempre habrá un porcentaje de gente que piense que es verdad».