14 octubre, 2019
PABLO LÓPEZ /
Las consecuencias que puedan tener las sentencias a los líderes independentistas en forma de manifestaciones y altercados preocupan al sector hotelero barcelonés. El director general del Gremi d’Hotels de Barcelona, Manel Casals, aún recuerda las «caídas» que la inestabilidad política ocasionó al turismo de la ciudad en el año 2017. Casals también expresa su preocupación por el fenómeno de las viviendas de uso turístico, por la llegada de visitantes de baja calidad y por la tasa turística cuyo incremento ha aprobado el Ayuntamiento de la capital catalana.
-¿Ha mejorado la situación en Barcelona con respecto al problema de la inseguridad?
-Muchísimo. Es muy curioso. Llevábamos unos años muy complicados, con muchos incidentes, sobre todo en la época veraniega, cuando llegan los turistas. La coalición entre el PSC y Barcelona en Comú y el hecho de que el PSC asumiera las competencias de seguridad han motivado un cambio. Ahora hay un teniente de alcalde de seguridad, que es Albert Batlle, y veníamos de unos cuatro años en los que únicamente había un simple concejal de seguridad que, además, era un comisionado que dependía de otras instancias. Eso prueba la poca importancia que le daban a la seguridad. Tener un teniente de alcalde específico para seguridad ya es una buena noticia. Además, ha enviado un mensaje de que ya está bien, de que no estamos dispuestos a que el top manta vaya como va, a que los carteristas campen a sus anchas… Se quiere volver a poner orden en la ciudad.
-¿Están preocupados por la sentencia a los líderes independentista y por los conflictos que pueda generar?
-Es algo que nos preocupa, obviamente. Hay preocupación por lo que pueda suceder en las calles. Somos, en general, una sociedad muy tranquila, pero hay el riesgo de dar una imagen contraria hacia el exterior. Esperemos que las movilizaciones se minimicen y que cualquier acción que tenga que llegar ocurra en el Parlament y no en la calle. Lo que sucedió en 2017 tuvo repercusiones y nosotros, en los hoteles, sufrimos caídas importantes. Esperamos no volver a tener un invierno frío, como aquel de hace dos años.
-¿Cree que hay gente que, por cuestiones políticas, dejará de viajar a Cataluña?
-Si perciben una sensación de inseguridad, habrá turistas que no vengan, eso está claro.
-¿Y por asociar Cataluña a una determinada ideología?
-Nuestra percepción, basada en lo que vimos cuando se produjo la bajada de 2017, es que se trata de un problema causado por la inseguridad y no por la ideología. Creo que es muy pequeño el número de personas que pueden dejar de venir a Barcelona por un problema ideológico.
«Tener un teniente de alcalde específico para seguridad ha mandado el mensaje de que no estamos dispuestos a que los carteristas campen a sus anchas»
-El Gremi d’Hotels siempre expresa su deseo de potenciar un turismo de mayor calidad. ¿Qué problemas genera en la ciudad el turismo de bajo coste y, concretamente, el de fiesta y borrachera?
-En Barcelona tenemos 32 millones de visitantes, de los cuales la mitad duermen en Barcelona y la otra mitad, no. De los 16 millones que no duermen en la ciudad, hay 6 millones que son catalanes y vienen a pasar el día, 1,5 millones que son cruceristas y que se marchan antes de que pase un día y 8,5 millones son personas que vienen de fuera y que duermen en otras localidades, como Salou, y que vienen a ver los monumentos más importantes. De los que sí duermen en Barcelona, hay unos 9 millones que lo hacen en hoteles y, los restantes, se reparten entre las viviendas de uso turístico reguladas, albergues y las casas no reguladas para uso turístico que, para disimular, se califican como casas de amigos. Nosotros tenemos una muy buena ocupación y, por ello, nuestro objetivo no es incrementar el número de turistas de los hoteles sino, manteniendo las buenas cifras, mejorar la calidad del turista que llega.
-¿Son los alojamientos de bajo coste y las viviendas turísticas no reguladas uno de los principales problemas para lograr ese objetivo?
-En poco tiempo, aparecieron en Barcelona unos 20.000 pisos turísticos, de los cuales la mitad son ilegales. Con ellos, ha aparecido este tipo de turismo de baja calidad. Supone un porcentaje muy pequeño del total de los turistas que llegan a Barcelona pero, en ciertas zonas de la ciudad y en determinadas épocas del año, es molesto. En su momento, los pisos turísticos se legalizaron porque había una crisis y las grandes inmobiliarias no sabían que hacer con las viviendas que no vendían. Las inmobiliarias son más poderosas que los hoteles y convencieron a la Generalitat para transformar los pisos que iban a vender en pisos turísticos. Las consecuencias de esa decisión las estamos viendo ahora.
-Uno de los últimos proyectos del Gremi tiene como fin la contratación de refugiados en los hoteles para facilitar su reinserción.
-Es un proyecto que, si lo miramos en números totales, es muy pequeño; pero a mí me parece muy importante. Hay muchos refugiados que, en su tierra, tenían un trabajo y que pueden aportar mucho profesionalmente. Ese es el perfil de refugiado que nos interesa para este proyecto. Para poder llegar a trabajar, tienen que pasar muchos filtros. Es un proceso largo. Suelen ser personas que se han esforzado para trabajar en hostelería y nosotros lo que intentamos es ofrecerles una oportunidad. Hay unos 50 perfiles muy interesantes. Es un proyecto que a mí me hace especial ilusión. Los trabajadores del sector los acogen siempre con mucho cariño.
«Parece que nos tratan como a los malos de la película. El discurso de algunos políticos contra el sector hotelero es inaceptable»
-El Ayuntamiento de Barcelona acaba de aprobar remitir a la Generalitat una propuesta para incrementar la tasa turística. ¿Qué consecuencias tendría la medida para el sector hotelero?
-Hay un riesgo muy claro y que está vinculado al turismo de congresos. Antes, cuando había un congreso médico, las farmacéuticas pagaban el viaje y los profesionales no se preocupaban por el coste. Ahora hay un código ético, que contempla cuestiones como un precio delimitado, y la situación es otra. Una subida del impuesto turístico de cuatro euros incrementaría mucho los precios y afectaría directamente a nuestra competitividad a la hora de acoger esos congresos médicos. Es un ejemplo claro de cómo podría afectar la subida. No estamos de acuerdo. El sector del alojamiento fue muy solidario en un momento de crisis económica al asumir la tasa. Ahora, no estamos dispuestos a cambiar.
-¿Se sienten maltratados con ese tributo?
Para empezar, no tenemos claro el destino de los recursos que se generan con la tasa. Yo creo que hacer unas marquesinas en las paradas de autobús no es promoción turística. Lo peor es que hay muchos beneficiarios de la actividad turística en la ciudad, pero la tasa solo nos afecta a nosotros. No puede ser que los hoteleros seamos los únicos que lo recaudamos. Parece que se nos trata como los malos de la película. El discurso de algunos políticos contra el sector hotelero es inaceptable. Nosotros somos un agente económico muy importante en la ciudad de Barcelona y empleamos directamente a más de 40.000 personas.
-¿Qué consecuencias tienen para los hoteles huelgas como las que emprendieron durante el verano los trabajadores de El Prat?
-Las huelgas en el aeropuerto, las que afectan al transporte urbano cuando hay algún acontecimiento importante, las del taxi… Todas son un problema que nosotros no podemos entender. No entendemos que en este país haya una serie de sectores que chantajean a toda una ciudad haciendo huelgas en los momentos en los que más daño hacen. Además de los problemas puramente operativos, la imagen que se ofrece es horrible.