19 junio, 2018
La Mesa del Turismo y la Universidad Nebrija han realizado un estudio en el que la principal conclusión es que, a pesar de los conflictos y protestas sociales generadas en varias ciudades, en España «no sobran turistas», sino que «falta ordenación». Bajo el título «Futuro del turismo, ordenación o masificación», el informe repasa los diferentes aspectos por los que el turismo podría llegar a convertirse en un problema o una oportunidad para España.
“En España no sobran turistas, pero sí falta ordenación del turismo”, afirma el profesor Manuel Figuerola, director del estudio, en respuesta a quienes opinan que es necesario “poner un techo” al crecimiento del turismo en nuestro país. El estudio de la Mesa del Turismo y la Universidad Nebrija reconoce que la masificación de los destinos turísticos puede desencadenar conductas críticas y actitudes hostiles de la población local respecto a la llegada de turistas. Esto sucede «cuando los ciudadanos interpretan que sus derechos se ven menospreciados en aras del interés económico de atraer a un número de turistas siempre creciente».
Las conclusiones señalan que, además, si la percepción de los ciudadanos es que el beneficio que deriva del turismo no tiene una distribución social adecuada, el rechazo se agrava. España rozó en 2017 la cifra récord de 82 millones de turistas internacionales y la tendencia del sector se mantiene al alza. Tan sólo 15 municipios españoles concentran cerca del 40% de toda la demanda turística, incluyendo también a los turistas nacionales. No obstante, desde la perspectiva económica, el estudio no encuentra razones para apoyar el rechazo al crecimiento del turismo en España o a su intensidad por el hecho de que el turismo participe en la generación de riqueza en más del 11,5% del PIB.
Las subidas en los precios provocan rechazo del turismo
Entre las conclusiones del estudio se apunta que el rechazo al turismo tiene más que ver con situaciones como la imposición de incrementos en los precios y tarifas de bienes y servicios que, directa o indirectamente, terminan por repercutir en los residentes. En especial, se señalan los precios de los alojamientos y los alquileres de las viviendas, así como la posibilidad de ruptura en los modelos de comportamiento y convivencia local.
Las conclusiones del estudio se apoyan también en la comparación de los indicadores de presión turística sobre el territorio y sobre la población local en 22 ciudades y ámbitos urbanos de todo el mundo caracterizados por su alta afluencia turística. El ranking se extrajo del Global Destination Cities Index 2016 de Mastercard Wordwide. Según esta clasificación, ciudades como París, segunda potencia turística mundial, recibe 18 millones de turistas extranjeros al año con una densidad poblacional cercana a los 21.000 habitantes por kilómetro cuadrado sin que se manifiesten críticas ni movimientos contrarios al turismo. Mientras, en Barcelona, con 8,2 millones de turistas y una densidad poblacional de 16.000 personas por kilómetro cuadrado sí existe un fuerte rechazo a la llegada masiva de turistas a la ciudad.
El estudio argumenta que las actitudes contrarias y protestas al turismo en Barcelona «podrían tener que ver más bien con una corriente alentada desde niveles sociales de mayor nivel de renta y orientaciones políticas sesgadas que sostendrían la hipótesis de que el verdadero desarrollo económico y social solo es posible con altas tasas de expansión en los sectores industriales y no en el turismo».
Para continuar avanzando en una adecuada explotación del turismo, el estudio insiste en que numerosas ciudades del mundo ya han alcanzado la cifra de los 10 millones de turistas, lo cual ha causado en algunas de ellas problemas de convivencia entre los visitantes y la ciudadanía local. Pero no todas las ciudades han reaccionado a la concentración turística con una ola de “turismofobia” y ello tiene que ver con el rigor en la ordenación del turismo por parte de cada destino. “Los problemas de rechazo al crecimiento del turismo se deben a la falta de planes adecuados de ordenación turística más que a la llegada intensiva de turistas”, concluye el profesor Figuerola.