11 junio, 2023
«Si por algo es conocido el gallego es porque siempre contesta con una pregunta». Son las palabras de José Antonio Orozco, copropietario de Terra de Preguntas, una marca de productos gourmet de calidad elaborados por pequeños productores y artesanos de Galicia a los que llegan tras «un largo proceso de exploración». «Aquel artesano o empresa pequeña que hace un producto excepcional, pero que por sus dimensiones y capacidad financiera no es capaz de llegar a determinados mercados es nuestro compañero ideal», explica. Esta filosofía y, sobre todo, el carácter gallego se refleja en todos los aspectos de la marca, desde su nombre hasta sus productos, y también en su packaging, otro punto fuerte de Terra de Preguntas que, con sus mensajes, tira de retranca.
Embutidos, conservas, quesos y dulces son algunos de los productos de esta marca gallega. donde el vino también ocupa un lugar destacado. «Los blancos gallegos ahora mismo son los más reconocidos de España y en Europa están peleando con los franceses», apunta Orozco. «Vamos a los certámenes internacionales con nuestros blancos y, ¡zurramos que da gusto!»
-¿Cuál es el origen de Terra de Preguntas?
-La idea surge de dos amigos que se ven de vez en cuando para tomar una cerveza y un pincho de tortilla y, de tanto pincho y tanta cerveza, empiezan a hablar de la posibilidad de tener una marca gallega que represente lo más glorioso de la gastronomía de esta tierra relacionada con la socialización: el vino, el queso, los choricitos, los chicharrones, las conservas, etc. Hay una serie de productos que, cuando se ponen encima de la mesa, el 99,9% de las personas identifican con Galicia. Así, por el año 2018, nació Terra de preguntas.
-Se asocian con productores locales para comercializar esos productos. ¿Qué proceso siguen para conocerlos?
-Buscando debajo de las piedras. El proceso de exploración es largo, pero nos permite encontrar a aquel artesano o empresa pequeña que hace un producto excepcional pero que por sus dimensiones y capacidad financiera no es capaz de llegar a determinados mercados. Ese es nuestro compañero ideal. Se trata de estar constantemente con los ojos y los oídos muy abiertos, probar productos y, si te gustan, tener una charla con esa persona e intentar llegar a un acuerdo para que sea un colaborador de Terra de Preguntas. Así vamos incorporando cositas. Por ejemplo, ahora tenemos salchichón porque localizamos unos productores en los montes de la provincia de Lugo, en Triacastela, cerca de Piedrafita, en la Alta Montaña. Es una pareja que hace unos embutidos extraordinarios y estamos encantados de que sean nuestros compañeros. Como ellos, la mayor parte son artesanos, pequeños productores.
-¿Cree que los productores tienen suficiente visibilidad? Es cierto que hasta el momento no se hablaba de ellos, pero parece que existe una tendencia, incluso entre los chefs, que busca darles voz.
-Hemos atravesado un desierto desde el final del siglo pasado. En los años setenta u ochenta la población rural disminuyó porque las nuevas generaciones querían irse a la ciudad y tener un trabajo ‘convencional’. Las personas que trabajaban en la aldea querían que sus hijos tuviesen una vida mejor y que fuese médico, abogado; cualquier cosa antes que agricultor, ganadero, quesero, albañil o carpintero. Eso no molaba, así que hubo un tiempo en que todo ese entorno rural quedó falto de juventud, talento e iniciativa. Y se juntaron el hambre y las ganas de comer. Desde esa época hasta los primeros años del 2000 la gastronomía sufrió una transformación.
-¿Cómo comenzó esa transformación?
-Los vascos y catalanes empezaron a transformar la forma de entender la comida y el acercamiento al disfrute. Ahí Ferrán Adriá, Berasategui, Arzak… toda esta gente generó una forma distinta de acercarse al producto y eso empezó a llegar a Galicia, aunque tardó más. Esas personas que hacen estadías en restaurantes empezaron a buscar producto de kilómetro cero, de una calidad superior. Que sea tomate de temporada y que huela a tomate. Entonces se empezaron a instalar una serie de iniciativas extraordinarias que darán futuro al campo gallego. Yo lo que quiero es ayudar a que eso se acelere y se genere futuro de verdad para la gente joven que nace en una aldea porque yo nací en una aldea hace sesenta años y estoy muy orgulloso de ello.
«Quiero que se genere futuro de verdad para la gente joven que nace en una aldea»
-¿Cómo ve el rural? ¿Empiezan a cambiar las cosas?
-No tengo ninguna duda. Se está reconocimiento el valor que se obtiene. En ese sentido, hubo una pandemia que nos hizo mirar más hacia lo que es fundamental e imposible de resolver: necesitamos producto y comer todos los días. Y queremos que ese producto no esté lleno de pesticidas, creado de cualquier manera, arrasando el medio ambiente o utilizando sistemas de semiesclavitud para traerlo a tu mesa. El cliente empieza a valorarlo más, no solo lo que tienes que comer, sino cómo ha llegado a tu mesa. Ahí entran componentes distintos, que ponen en valor lo que es de Coristanco, de Monfero, de Arousa, de Ribeira Sacra… y empiezan a sonarnos denominaciones de origen, zonas en las que se reconoce un determinado producto. Por ejemplo, piensas en Lourenzá y te acuerdas de las fabas; en Vilalba, del queso de San Simón. Y ya empezamos a tener productos reconocibles con el entorno que generan actividad económica y que permiten a las personas vivir de ello… y hacerlo razonablemente bien. Y ahí ya estamos en el punto adecuado para construir algo bonito.
-¿Qué potencial tiene la gastronomía a la hora de atraer visitantes a Galicia?
-Es nuestro punto fuerte. Si queremos competir en sol con Málaga, lo tenemos mal. El visitante viene a Galicia a otra cosa distinta a lo que busca el que viaja a la Costa del Sol. Ya sabe que Galicia es un concepto slow, vamos despacio, cómodos, tranquilos, comemos bien y le dedicamos tiempo a la comida y a la sobremesa. Tenemos verde, unos paisajes impresionantes, un patrimonio cultural potentísimo. Es otra cosa. Yo no creo que venga aquí ese turista a comer en un chiringuito de playa, que si un día se tercia, también; pero su objetivo no va a ser comer una paella, sino comer un buen marisco, tomarse un buen albariño, un godello, un buen mencía, un buen pescado. Es otro turista y la forma de que pueda disponer de esos productos y llevárselos a su casa es enlatándolos, envasándolos y presentándolos de forma que sean transportables. Llevarse la lubina recién pescada, como no sea en la barriga, es complicado.
«En Galicia vamos despacio, cómodos, tranquilos, comemos bien y le dedicamos tiempo a la comida y la sobremesa»
-Ha mencionado el vino y es otro mundo en el que Galicia está despuntando. ¿Qué potencial tiene en ese ámbito?
-No solo despuntar. Yo creo que los blancos gallegos ahora mismo son los más reconocidos de España sin ningún género de dudas y en Europa están peleando con los franceses, que siempre han sido los ‘champion’. O por lo menos los han vendido más caros. Y ahí están. A todos los certámenes internacionales vamos los gallegos con nuestros blancos y, ¡zurramos que da gusto! Y si coges el Parker o cualquier otra guía de vinos, los encontrarás en los primeros puestos de todas las clasificaciones, tanto de jóvenes como otros con cierto trabajo de guarda, bien pasados por madera. Tratamos el vino como se merece, como un producto de tranquilidad y calma porque el gallego era muy de beberlo del año, la carne ahora se madura. Hemos aprendido mucho en poco tiempo porque nos han enseñado y el gallego no es tonto, se da cuenta de que el camino que lleva al éxito es el de la calidad y el cuidado y nos está yendo bien. Y cada vez hay más bodegas que son auténticos pepinos, tanto de marca como de ingresos, y ves otras que son referencia en el mundo, como Vega Sicilia, que están comprando hectáreas en Rías Baixas para hacer un albariño.
-Hay potencial…
Hay terruño, tenemos el entorno natural adecuado para sacar de los mejores vinos del mundo y un relato. Porque tú vas a la Ribeira Sacra y ves aquellas viñas en caída libre hacia el Sil o hacia el Miño con terrazas que llevan allí dos mil años, desde los romanos, y que hay que trabajar a mano. Es un trabajo heroico y hay dos o tres sitios en el mundo que sean así, no 40 o 50. Cuando alguien va y ve aquello, alucina. Hay mucho por hacer, pero se está haciendo mucho. Ahora hay hoteles estupendos en esos entornos y te puedes ir al Parador de Ribas do Sil, al Palacio do Sar, a Sober. Hay muchos sitios en los que ya empezamos a competir con entornos como la Borgoña, La Rioja o El Priorato. Estamos entrando en juego. Somos un outsider, pero con muchas ganas y mucha capacidad para dar guerra.
«Empezamos a competir con entornos como la Borgoña, La Rioja o El Priorato»
-Los productos de su tienda online son eminentemente gallegos, pero también se pueden encontrar otros procedentes de Extremadura, por ejemplo. ¿Estudian ampliar el área de influencia de Terra de Preguntas o se trata de colaboraciones puntuales?
-Dimos con un productor en lo que llamamos ‘especial viajes’. El gallego cuando viaja siempre se trae algo, por ejemplo, cuando pasabas por la Nacional VI ibas recolectando vino en Rueda, los pimientos del piquillo en El Bierzo, parabas en Quiñones y traías embutido… El gallego es recolector y nosotros hemos traído dos productos que nos han encantado: los pimientos del piquillo, que en Galicia no hay tradición y nos parecen excelentes; y un aceite de una variedad que casi no existe: la manzanilla cacereña. Está desterrada de la faz de la tierra por la arbequina, picual, porque son olivas que dan más producción y todas las compañías olivareras utilizan esas variedades, pero hay unos olivos que tienen cientos de años, yo diría que son milenarios, y siguen dando olivas todos los años. Ahí encontramos a una persona que hace un aceite excepcional. Y como buenos gallegos, no somos excluyentes. Si hay algo que suma, intentamos capturarlo.
-Galicia es la esencia de Terra de Preguntas e impregna todos los aspectos de la marca, desde el nombre hasta la estrategia de comunicación. ¿Cómo surgió esta apuesta?
-Por eso se llama Terra de Preguntas porque si por algo es conocido el gallego es porque siempre contesta con una pregunta. Intentamos recoger esa filosofía de vida en nuestro packaging, reflejar ese humor tan gallego que a la gente de fuera le cuesta entender y que en Galicia es natural porque hablas con otro interlocutor en esa sintonía y no es ofensivo, ni vacilón. Esa filosofía trata de entender un poco esa forma de ser y Terra de Preguntas trata de mostrarla. Somos así y no hay mucho más que decir.
-¿Redes sociales o boca a boca?
-Las redes sociales están sufriendo un proceso de saturación. Todo el mundo tiene redes sociales, página web, un blog gastronómico. Cuando todo el mundo va a un sitio, ese sitio se colapsa y es difícil encontrar una diferenciación dentro de ese entorno. ¿Qué es lo que le va de maravilla a Terra de Preguntas? El boca a boca. Cuando alguien prueba algo de Terra de Preguntas, repite y lo recomienda a sus amigos, esa es nuestra red social: Terra Red. Desde que empezamos no hemos perdido a ningún cliente, puede comprar más o menos, pero compra siempre y esa es nuestra mayor satisfacción.
«Cuando alguien prueba algo de Terra de Preguntas, repite y lo recomienda a sus amigos, esa es nuestra red social: Terra Red»
-Tienen el canal de venta online y tres físicos, ¿planean poner en marcha alguno más?
-En un punto físico caben X referencias y si tienes mejillones, tienes tres o cuatro marcas reconocibles por el consumidor. Terra de Preguntas no compite con marcas que meten millones de latas, millones de botellas o embutidos. Somos otra cosa y tenemos que buscar sitios distintos. Entonces, estamos en una vinoteca canalla que le gusta dar a sus clientes cosas que no pueden comprar en El Corte Inglés o en una empresa que regala a sus clientes, empleados o amigos cosas que le hagan reír. Estamos con congresos en distintas partes de España que quieren tener un recuerdo de ese día tan especial. Estamos con este tipo de iniciativas, que van más al detalle, que no son un fuego a discreción, sino algo muy dirigido, concreto y especializado. Nuestro modelo es exclusivo, no es una marca más, es algo especial. Igual que no encuentras Ferrari en el concesionario multimarca de la esquina, sino que hay uno en Madrid y otro en Barcelona. ¿Quieres comprar un Ferrari? Pues mueve el culo.
-¿Qué les anima a colaborar en el Circuito de Golf TUR 43?
-Apoyamos actividades relacionadas con la socialización. El golf no es un deporte tan exigente como puede ser el rugby, son cuatro o cinco horas en el campo y, después, un tiempo importante en la mesa hablando de ‘si hice bien el golpe en el 3 o se me fue el putt en el green del 8 o mira cómo está el raf aquí’. Ese periodo de conversación es muy adecuado para poner un poquito de Terra de Preguntas. Hay muchos deportes que están relacionados con eso, que no requieroe de una exigencia física tremenda y que permiten que personas de distintas edades puedan compartir ese tiempo. Ese es el objetivo, estar en ese momento de asueto con esos deportistas.
-Si le preguntase si tiene algún producto favorito, ¿qué me diría?
-Si fuese un juicio te diría: no hay más preguntas, señoría.
-¿Y algún producto estrella entre los clientes?
-Depende. Una respuesta también muy gallega. Hay clientes que prefieren el vino porque es una vinoteca y otros el queso porque es una taberna típica gallega donde tienes una serie de productos que son para comer, no para beber. Hay sitios en los que vas a comer y bebes algo y otros en los que vas a beber y comes algo.