22 enero, 2019
La incertidumbre del Brexit no altera los planes de viajes de los turistas británicos. Al menos por el momento. Esa es la conclusión principal de una encuesta realizada por el portal rumbo.es. Según ella, el 87% de los viajeros británicos prevé viajar con la misma frecuencia que hasta ahora pese a la desconexión del país de la Unión Europea.
La incertidumbre absoluta que todavía rodea a las negociaciones impide saber cuál será el escenario posterior al Brexit. Pero a falta de saberse en qué situación quedarán las aerolíneas que cubren rutas a uno y el otro lado del Canal de La Mancha y qué impacto sufrirá la libra esterlina, los turistas británicos descartan viajar menos.
El hecho de que el Brexit no altere los planes de viajes de los ciudadanos británicos supone un balón de oxígeno para el sector turístico español. Y es que Reino Unido es el principal mercado emisor de visitantes extranjeros a España. Fueron 18,81 los millones de turistas que llegaron a España procedentes de las islas británicas en 2017, aunque la cifra se reducía un 2% en los once primeros meses del año pasado.
El resurgir de destinos mediterráneos como Egipto, Túnez o Turquía está provocando un desvío de turistas que en un principio habría escogido a España como destino. Y es que este punto es una de las principales amenazas que afronta el turismo español. El atractivo de estos destinos low cost podría elevarse para los ciudadanos británicos precisamente a raíz del Brexit. Cuanto mayor sea la depreciación de la libra frente al euro, más cara será su estancia en destinos europeos y, por tanto, mayor competencia podrían realizar estos países. Su principal reclamo –el precio- podría ejercer de imán para aquellos turistas que desean mantener su actual frecuencia de viajes pero que no se pueden permitir aumentos de gastos.
Esta tendencia aparece reflejada en la encuesta de rumbo.es. Un 23% de los británicos consultados se muestra preocupado por la repercusión económica que el Brexit puede tener sobre sus viajes. Estos viajeros, que representan la cuarta parte del total, seguirían viajando el mismo número de veces al año, pero, por el contrario, podrían llegar a cambiar el país de destino en busca de otros más económicos, algo que terminaría pasando factura al sector turístico español.