28 enero, 2022
Levadura y mantequilla son ingredientes que no pueden faltar a la hora de preparar un croissant, una pieza de pastelería que, pese a que todo parece indicar que nació en Francia, es de origen austriaco, concretamente vienés. Su versión hojaldrada, eso sí, se desarrolló en Francia y de ahí su nombre, croissant, o en su grafía adaptada, cruasán. En cualquier caso, esta deliciosa pieza de bollería celebra este domingo, 30 de enero, su día internacional. Y en esta ocasión toca desplazarse hasta Galicia para conocer de primera mano el croissant que conquista A Coruña.
Glaseado, de chocolate o relleno de pistacho. Son algunas de las modalidades de croissant que tientan a coruñeses y visitantes desde el escaparate de Café Veracruz Boutique, un local muy próximo a la céntrica plaza de Pontevedra, en A Coruña. Este establecimiento combina la tradición de un buen café con unos dulces exquisitos, llegados directamente desde Habaziro, un concepto de pastelería que nació en Matogrande pero que tiene su origen en el otro lado del mundo, concretamente en Ziro, la última localidad de la India que visitó el pastelero Pablo Morales. Él mismo nos explica que fue el lugar donde se inspiró para dar el paso y abrir este negocio en A Coruña.
El origen de Habaziro explica la segunda parte del nombre pero, ¿de dónde surge ‘haba’? Pues es precisamente como se designa al fruto del cacao, una de las especialidades de esta pastelería. Además, por si fuera poco, Habaziro es Orizaba al revés, aunque sin ‘h’, precisamente la tierra natal del padre y la abuela de este pastelero, en el estado de Veracruz (México). «Es una fuente de inspiración», señala Morales, «además, nuestros top de la pastelería son el cacao, la vainilla y el café y, por un tema de marketing, incluimos la ‘h’ por el tema del haba del cacao».
«Mis padres tenían Café Veracruz, que llevaba ya 30 años, y siempre tuvimos el sueño de combinar su filosofía y experiencia con el tema de pastelería para crear un concepto único», explica el pastelero. «Fue entonces cuando creamos Habaziro y A Coruña era la plaza en la que queríamos estar».
Morales nos explica que el negocio está funcionando muy bien, igual que el servicio a domicilio, y subraya que fue sencillo «entrar en A Coruña», una ciudad en la que sus padres ya tenían un nombre. «Es el lugar donde nací y quería que A Coruña fuera también un referente en pastelería», indica Pablo Morales, que descarta expandir el negocio por el momento.
Barcelona es una de las ciudades que ha marcado la trayectoria profesional de Pablo Morales, porque fue allí donde a los 17 años comenzó sus estudios. Sin embargo, «India fue el país que más influencia tuvo en mi historia como pastelero». Allí trabajaba en una cadena hotelera de lujo que quería tener un nivel alto de pastelería y, gracias a un conocido, tuvo la oportunidad de presentar sus productos a turistas llegados de todo el mundo. «Americanos, japoneses y tailandeses, entre otros, tuvieron que probar mis productos y eso te da una riqueza muy grande».
«Nuestra filosofía es que, si crecemos, queremos crecer bien, no por facturar más, sino que queremos llevar la filosofía Habaziro», explica la directora de Marketing, Ana Morales. Ambos mantienen que el éxito del negocio es «la constancia y el trabajo» y, sobre todo, «cuidar los detalles y trabajar bien todas las campañas: San Valentín, Pascua, Navidad o el Día de la madre». De hecho, ya están preparando San Valentín. «Tenemos la carta cerrada. Es una fecha que tiene mucho glamour para mí, me gusta la campaña y los días previos ya se nota en las ventas», apunta Pablo Morales.
Croissant de cheesecake, croissant de Selva Negra, «que fue un exitazo»; el roffi, «que es una pieza de bollería inspirada en el roscón de Reyes con una crema de queso» o las mini palmeritas, «que gustan muchísimo». Estas son algunos de los sabores de los que podrán disfrutar los que se acerquen a Habaziro en los días previos a San Valentín y que se unirán a los clásicos, entre los que destaca el glaseado que «gusta mucho».
«Es un producto muy artesanal, que requiere mucha frescura, mucha técnica a la hora de laminar y extender la masa y, como en todo, hay cosas que influyen, como tener un buen horno», subraya Pablo Morales, que sostiene que «si partimos de buena materia prima y buenas técnicas, el producto siempre sale».
En cuanto al precio, Pablo Morales explica que «si es artesano y de calidad» tiene que costar entre 1,5 euros y 1,80 euros. «El nivel adquisitivo no es igual aquí que en Madrid o en Londres, pero la materia prima tiene el precio que tiene», subraya.