14 noviembre, 2022
Con poco menos de medio millar de habitantes, la pequeña población de Cadavéu (Cadavedo) se ha convertido en la localidad ganadora del premio Pueblo Ejemplar de Asturias 2022. Este galardón, otorgado por la Fundación Princesa de Asturias, lleva celebrándose desde 1990 con el objetivo de premiar a aquellos pueblos que destacan de modo notable en “la defensa y conservación de su entorno natural, ambiental, de su patrimonio histórico, cultural o artístico, en iniciativas de impulso económico y social o en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad sobresalientes”.
Según la propia organización, en esta edición se ha elegido a Cadavéu como Pueblo Ejemplar por “saber mantener la diversidad productiva en el medio rural, con la que han conseguido tanto fijar población como asegurar el relevo generacional, y por ser una comunidad viva y organizada”.
Este premio ha hecho que Cadavéu se convierta en uno de los destinos más deseados del territorio asturiano durante esta temporada de otoño. No es para menos, ya que este pueblo que peina la costa esconde un paraje natural impresionante en el que los acantilados combinan especialmente bien con sus hórreos, casas y villas indianas, que rebosan tradición, cultura, solera e historia.
En Cadavéu se respira un ambiente tranquilo, pero siempre con mucha vida. Sus habitantes han conseguido casi lo imposible: defender su existencia como pueblo en la época de la España vaciada. Prueba de ello es la actividad de su escuela rural, nacida en 1923 y todavía en funcionamiento.
El nuevo Pueblo Ejemplar de Asturias guarda una enorme huella histórica y etnográfica en sus calles, con más de un centenar de hórreos y paneras dispersos por todo su territorio; acompañados de otras construcciones de arquitectura popular como molinos, fuentes, puentes y lavaderos.
Dentro de las edificaciones históricas con nombre y apellidos de la zona destaca la torre medieval de Villademoros, que se sitúa al lado de un palacio del siglo XVIII con el mismo nombre. Su arquitectura y diseño se ha respetado hasta el día de hoy, dando lugar a un hotel rural único.
La oferta histórica y cultural del pueblo se complementa con la Iglesia Parroquial de Santa María de Cadavéu y su innumerable colección de mansiones indianas, entre las que destaca la Casa Roja, Villa Hilda, la Casa Rico y el chalé de Juan de Caborno.
Gran parte de su encanto histórico también se debe a que Cadavéu es un antiguo puerto ballenero ubicado en el concejo de Valdés, a tan solo quince kilómetros de Luarca (otro destino muy famoso en este municipio del occidente asturiano). Conformado por el núcleo que le da nombre y las aldeas de Villademoros y Ribón, Cadavéu también forma parte del Paisaje Protegido de la Costa Occidental de Asturias, demostrando todo el potencial natural del lugar, rodeado de acantilados y playas que maravillan a cualquiera (hay que recordar que Cadavéu también obtuvo el galardón al Pueblo más Bonito de Asturias en 1954).
De hecho, entre estos parajes de gran belleza destaca la playa de La Ribeirona, que hoy goza de un enorme atractivo turístico, especialmente frecuentada en verano. Extendida por la orografía del lugar como si se tratara de una concha, la playa goza de aguas cristalinas que son el escenario perfecto para un baño veraniego (u otoñal, si tenemos la valentía suficiente). Además, también es común la práctica de buceo y la pesca deportiva en la zona, complementando la oferta turística de la zona.
El nuevo Pueblo Ejemplar de Asturias guarda una enorme huella histórica y etnográfica en sus calles, con más de un centenar de hórreos y paneras dispersos por todo su territorio
Sin embargo, si hablamos de parajes naturales icónicos es obligatorio mencionar el Campo de La Garita (también conocido como el Promontorio de la Atalaya), situado encima de los pronunciados y abruptos acantilados que se erigen por encima de la ya mencionada playa de La Ribeirona, ofreciendo una vista envidiable del Peñón de los Cuervos y el Oligo, dos formaciones rocosas de gran tamaño y belleza.
Allí se sitúan algunos de los elementos más emblemáticos de la zona, en la que se encuentra el famoso hórreo de la Regalina, que parece vigilar el mar acompañado de la pequeña y coqueta ermita de la Regalina, que destaca por sus llamativos colores, que se funden con el azul y el blanco del cielo asturiano.
Uno de los grandes ‘culpables’ de la vida y éxito del que hoy goza Cadavéu es el Padre Galo, un sacerdote natural de la zona y una figura clave en las letras asturianas (fue un reconocido defensor del bable y de la faliela, un dialecto característico del concejo de Valdés). Él fue el responsable de construir la famosa ermita de La Regalina, ya que quería convertir aquel lugar en un enclave de peregrinaje para honrar a la patrona de Cadavéu.
Su propósito se cumplió con creces ya que, desde aquel entonces, cada último domingo de agosto se celebra la Romería de la Virgen de la Riégala (apodada cariñosamente por los locales como La Regalina), en la que se combina el folclore, la gastronomía y el inconfundible paisaje. En este día se celebra una misa en la ermita, acompañada por una romería posterior al son de gaitas y tambores, con la indumentaria asturiana tradicional, que llega a congregar a miles de personas.
Además, la casa natal del Padre Galo se ha reconvertido hoy en día en una biblioteca con obras en asturiano y castellano, además de un taller de indumentaria tradicional.
Por si fuera poco, a todos estos lugares y experiencias hay que añadir la fantástica gastronomía asturiana que podemos encontrarnos en Cadavéu, donde triunfan los platos típicos como la fabada, el chorizo a la sidra, los tortos o el pastel de cabracho. Los productos frescos procedentes de los huertos de la zona y de la costa asturiana proveen a los restaurantes locales de alimentos de enorme calidad que enamoran a asturianos y extranjeros.
Eso sí, si visitamos Cadavéu no podemos irnos sin probar la rapa (una torta de maíz a base de berza y tocino) y la alfilada (un rico bollo dulce trenzado).
Todo este reclamo turístico se ve potenciado por la presencia de Cadavéu en el Camino de Santiago, mostrando con orgullo su pertenencia a la ruta jacobea del Camino del Norte (también llamado Camino de la Costa). La afluencia de peregrinos anima la vida en el pueblo, especialmente en verano, donde su albergue público de peregrinos se convierte en uno de los puntos más frecuentados de este acogedor pueblo.