18 febrero, 2021
El físico y divulgador científico Jorge Mira dirige un grupo de investigación que, bajo el paraguas de la Universidad de Santiago de Compostela y con la financiación del Fondo Covid-19 del Instituto de Salud Carlos III, trata de predecir cómo será la evolución de la pandemia a corto y medio plazo. Mira advierte de que el fin de la pesadilla del coronavirus está más lejos de lo que muchos creen y desean, considera que fue un error salvar la Navidad y advierte de que celebrar presencialmente un evento como la feria de turismo Fitur puede desencadenar una «tormenta perfecta».
-¿Cuándo cree que el turismo volverá a ser lo que era antes de la pandemia?
-La normalidad no está tan cerca como algunos creen o como algunos querríamos creer. El mejor ejemplo lo tenemos en el norte de España, donde en mayo nosotros anticipamos que el nivel de contagios sería mínimo. De hecho, en Galicia llegamos a tener tres infectados por millón de habitantes y parecía casi extinguida la pandemia. Lo que ocurre es que uno no puede poner fronteras a este tipo de problemas porque, aunque existan heterogeneidades entre diferentes territorios, con la movilidad de las personas todo se vuelve a mezclar. Se puede cerrar el norte de España y que nos caiga el nivel, pero si nos vuelve a entrar el virus, volverá a subir. La solución tiene que ser global. En esa escala global, el tiempo para recuperar la normalidad será mucho más del que pensamos. Sí podemos controlar a nivel local y hemos visto que puede hacerse con medidas no tan duras como un confinamiento total. Podremos abrir actividades, pero la gente seguirá teniendo que ir con sus mascarillas y tendrá encima la espada de Damocles de la pandemia. Olvidarnos del coronavirus no va ser cosa de este año y el año que viene veremos.
-Los hosteleros repiten una y otra vez que sus locales no son foco de contagios y, en cambio, la mayoría de los médicos sostienen que sí. ¿Con cuál de las dos opiniones se queda usted?
-Algunas autoridades contactaron conmigo para hablar de este tema. En el marco del programa que dirijo hemos diseñado un sistema que calcula pautas de ventilación para espacios cerrados porque, como se sabe, el coronavirus tiene su mayor prevalencia de contagio a través del aire. La ventilación es, por tanto, fundamental. Nuestro sistema se aplica actualmente en todo el tejido educativo de Galicia. Son unas pautas que han funcionado para el sistema educativo y estamos hablando de cientos de miles de personas, porque incluye a los profesores y a los alumnos. Las tasas de contagios en ese ámbito han sido muy bajas. Nosotros hemos monitorizado con bastante interés que no ha habido muchos contagios en centros educativos. Hubo casos, pero muy esporádicos si tenemos en cuenta que hablamos de un porcentaje muy alto de la población gallega. La pregunta que nos han hecho es si se puede extrapolar ese sistema a los locales de hostelería. La respuesta es sí, pero la clave está en la responsabilidad y en el control que se haga de esos locales. En los centros educativos hay unas pautas que están muy controladas y casi auditadas en todo momento. En los bares, el problema es que se incumplan las normativas. Dicho de otra forma, el problema no es el habitáculo del bar en sí sino que la gente incumpla. Cuando los empresarios no tienen esas pautas y normas integradas en su funcionamiento diario y no se atreven a advertir a los clientes cuando incumplen, es cuando aparece el riesgo. El problema que hay es social, no técnico.
«Olvidarnos del coronavirus no va a ser cosa de este año y el año que viene veremos»
-En todo caso, en la hostelería hay ciertas peculiaridades, como la interacción social que se genera entorno a ellos o el hecho de que para beber y comer hay que quitarse la mascarilla.
-Es cierto lo de la mascarilla, pero creo que no habría demasiado problema si la gente se la bajara para beber o comer y luego se la volviera a colocar. El problema es que la gente se quita la mascarilla y ya se olvida de ella, aunque esté al lado de alguien. Con este tipo de pandemias, no basta con ser responsable a tiempo parcial. Si uno decide ser responsable el 70% del tiempo y el 30% no, ya está montado el problema. Basta con que el 20% de la gente cometa errores en los protocolos para que todo se desboque. El 80% de la pandemia ha sido originada por un 20% de la gente. Ese es el problema de los bares. Con que haya un pequeño porcentaje que incumpla, ya existe riesgo. Por supuesto, la calle es mucho más segura que el interior de un local, porque no hay tanta concentración de aire espirado.
-Quienes defienden el cierre de la hostelería también aluden a la necesidad de limitar la posibilidad de que las personas de reúnan.
-Los contagios ahora están siendo fundamentalmente en domicilios. Una persona lo coge y acaba contagiando a todos los que tiene en su casa.
-¿Fue un error salvar la Navidad?
-Sin duda. Mezclar gente en espacios cerrados es letal y si es gente que tiene mucha afinidad, como es el caso de los familiares, mucho peor. La mayoría de los contagios son en el entorno privado. El mayor peligro para un abuelo es que vaya a verlo el nieto. Dentro de las casas, además, la gente no suele estar con la mascarilla puesta. El riesgo ahora está ahí, porque en otros ámbitos, como el de las empresas y las universidades, está todo muy controlado.
-¿Teme que las autoridades vuelvan a cometer el mismo error en Semana Santa?
-Yo creo que no, porque en Navidades no se nos hizo caso a los científicos y fue muy evidente lo que pasó. Creo que ahora les ha quedado más claro a los gestores y que no volverán a cometer el mismo error, porque el coste ha sido enorme.
«El problema de la hostelería no es el habitáculo del bar, sino que la gente incumpla. Basta con que el 20% de la gente cometa errores en los protocolos para que todo se desboque»
-Los preparativos de la gran feria de turismo Fitur siguen adelante con vistas a celebrar el evento el próximo mes de mayo y presencialmente. ¿Qué opina al respecto?
-Lo veo peligroso. Es un evento en el que no sólo hay mucha gente, sino que esa gente habla y está muy junta. Aunque Ifema es muy grande, la densidad de gente en Fitur lo es también. Además, concurre gente de muchos sitios distintos. Es un evento potencialmente superpropagador. Yo, desde luego, creo que sería un error celebrar Fitur, porque sería la tormenta perfecta.
«En Navidades no se nos hizo caso a los científicos y fue muy evidente lo que pasó»
-El sector del turismo, como la población mundial en su conjunto, deposita sus esperanzas en la vacuna. ¿Hasta qué punto es esa la clave para salir de esta pandemia?
-La vacuna es, evidentemente, la única solución. Es eso o medidas como la mascarilla para siempre. Pensemos que aunque las nuevas cepas presenten diferencias, las vacunas siempre harán que una enfermedad potencialmente grave quede suavizada. Además, la adaptación de las vacunas a las nuevas cepas puede ser relativamente rápida, como ocurre con la gripe. El ritmo de vacunación va a ser lo que va a establecer la vuelta a la normalidad.