15 febrero, 2021
La pandemia provocó que la localidad cántabra de Potes notara menos de lo deseado la capitalidad del turismo rural que ostentó en 2020. Pese a todo, el alcalde de la localidad quiere ver el vaso medio lleno y destaca el potencial de su municipio y de la comarca de Liébana a la que pertenece para crecer cuando pase la pesadilla de la Covid-19. Francisco Javier Gómez habla con pasión del patrimonio histórico, del paisaje y de unos vecinos que, según el propio regidor, presumen de tener el mejor orujo de España.
-En un año tan complicado como 2020, ¿hasta qué punto ha notado Potes el efecto de la capitalidad del turismo rural?
-Ha sido un año muy difícil. Empezamos muy bien en el primer trimestre y en toda la comarca de Liébana, de la que Potes es la capital. Luego llegó el parón de tres o cuatro meses y eso, en un municipio como el nuestro que vive del turismo con negocios de hostelería y tiendas de productos agroalimentarios, se notó mucho. Fue una pena porque no fuimos capaces de aprovechar la capitalidad del turismo rural todo lo que hubiéramos querido.
-¿Cree que el turismo que ofrece Potes soportará mejor los efectos de la pandemia que el que se practica en destinos más masificados?
-Efectivamente. El turismo rural ya había tenido un espaldarazo importante en los años anteriores. En Cantabria, en general, y en la comarca de Liébana, en particular, teníamos unas cifras de visitantes y pernoctaciones que aumentaban cada año. Lo que notamos recientemente es que, incluso teniendo cerrada la comunidad autónoma, los fines de semana teníamos movimiento de gente de Cantabria que hace turismo dentro de su región. Creo que cuando se levanten las restricciones, el turismo rural tendrá una evolución muy positiva. Antes de la pandemia, como dije, teníamos unos ratios muy buenos, con una desestacionalización importante, con presencia de turistas ya en los meses de enero y febrero, algo que antes no se daba. En el poco tiempo de 2020 que se pudo trabajar, batimos récords de afluencia.
«Estoy convencido de que Potes y la comarca de Liébana tendrán unos meses excepcionales cuando pase todo esto»
-¿Cuáles son los principales atractivos turísticos de Potes?
-Potes fue designado conjunto histórico-artístico en el año 1983. Tenemos un casco antiguo muy potente, con calles empedradas, casas con blasón y torres medievales. En Potes confluyen dos ríos y hay un magnífico paseo fluvial que recorre todo el pueblo. Pero la mayor fortuna que tiene Potes es que, cuando uno se asoma a la ventana, puede ver los Picos de Europa y el teleférico de Fuente Dé, que es un pueblo precioso. Otro lugar de interés es el monasterio de Santo Toribio de Liébana, que es un lugar santo de peregrinación. A todo ello hay que unirle la gastronomía y nuestro producto estrella: el orujo de Liébana, que tiene una destilación más lenta que la del gallego. Nosotros presumimos de tener el mejor orujo de España. Nuestra Fiesta del Orujo es de Interés Turístico Nacional.
«Crecimos mucho en turismo en las últimas décadas, pero siempre de forma ordenada y respetando el entorno natural»
-Sé que no son ustedes del mismo partido pero, dejando al margen cuestiones ideológicas y centrándonos en lo puramente turístico, ¿qué le parece la labor del mediático presidente Revilla como gran prescriptor de Cantabria?
-Con independencia de colores y de ideas, lo que no se puede cuestionar es la promoción exterior que Revilla hace de Cantabria, de sus productos y de sus comarcas.
-¿Qué tal están soportando los hosteleros de Potes las continuas restricciones derivadas de la pandemia?
-Desgraciadamente, hay muchos que están con la soga al cuello. Menos mal que tuvimos un verano que fue excepcional dentro del contexto de pandemia. Hay negocios que perdieron la Semana Santa y todo el otoño, que aquí es muy potente. Ahora, por desgracia, llevan ya varios meses cerrados y con muy pocas ayudas que, además, no llegan en tiempo. Yo estoy convencido, pese a todo, de que Potes y su comarca van a tener unos meses excepcionales cuando pase todo esto.
-Un tipo de turismo que ha crecido mucho durante la pandemia es el de las autocaravanas. ¿Qué opina de él?
-Mi opinión es que nadie sobra. Es cierto que, desde hace años y muy especialmente con esta pandemia, ha crecido mucho el número de visitantes que llegan en autocaravana. Aquí en la comarca de Liébana se han promovido muchos negocios particulares para proporcionar servicios a este tipo de turismo y nosotros, como ayuntamiento, también hemos habilitado zonas para acoger a los autocaravanistas. No queremos que estén mal aparcados y por eso les brindamos esos espacios donde estacionar y donde tener servicios como el agua o la electricidad.
«La gente quiere unas ciertas comodidades, no una aventura de vivir en el monte»
-¿Teme usted que la masificación del turismo llegue a un destino como Potes y le haga perder su identidad?
-Sinceramente, no. Potes tiene la suerte de haber despertado al turismo mucho antes que otras localidades vecinas. En 1975, construyeron el teleférico, que supuso una apertura al turismo y un gran escaparate al mundo. La tradición turística en Liébana comenzó en aquellos años. A partir de ahí, hemos ido creciendo, pero siempre de forma ordenada y respetando el entorno natural. Somos conscientes de que una de nuestras fortalezas es, precisamente, el paisaje, con su flora y su fauna. Salvo el establecimiento de Paradores en Fuente Dé, en la comarca de Liébana no hay hoteles grandes. Está todo más pensado para casas rurales y apartamentos.
-Menciona usted la importancia del patrimonio natural como atractivo turístico, como alcalde en una comunidad autónoma donde el lobo es endémico. ¿Qué le parecen los planes del Gobierno para prohibir su caza que tanto han indignado a los ganaderos?
-Yo creo que el hombre y el lobo tienen que convivir y que no sólo hay que proteger al lobo, sino también al ganadero. Hay que darle a la gente la posibilidad de echar raíces en su tierra. Hay comunidades autónomas donde no existe el lobo, pero aquí en Cantabria no es una especie en vías de extinción. Yo creo que hay que regular la población del lobo para hacerla compatible con la ganadería, que es el medio de vida de muchas personas. Luego todo el mundo se llena la boca diciendo que hay que luchar contra la despoblación del mundo rural. Si no ayudamos y le damos medios a la población del rural eso es imposible.
«Desde hace años y muy especialmente con esta pandemia, ha crecido mucho el número de turistas que llegan en autocaravana»
-¿Hay en España una gran desconexión entre lo rural y lo urbano?
-Creo que sí. La receta para luchar contra la despoblación no es única y válida para todos. Las condiciones de la comarca de Liébana, por ejemplo, son totalmente distintas a las de otras que están a tan sólo 10 kilómetros. En las ciudades se habla mucho de traer a los pueblos la banda ancha, pero si eso no va a acompañado de otras cosas, como colegios o farmacias, la gente no va a venir. La gente quiere unas ciertas comodidades, no una aventura de vivir en el monte. El de la despoblación es un tema muy complicado. No soy optimista.