7 febrero, 2018
Andrew Larkin, un norteamericano de 22 años que estudia Química en Burgos, se convirtió el pasado 13 de diciembre en el peregrino número 300.000, lo que supuso un nuevo récord para el Camino de Santiago cuando aún faltan tres años para que se celebre un nuevo Año Xacobeo, cuando previsiblemente se incrementan las peregrinaciones en busca de indulgencias.
Razones culturales e incluso turísticas son, sin embargo, los principales motivos que animan a los peregrinos a lanzarse a una aventura en la que cada uno de ellos, según cálculos de la Federación de Asociaciones de Amigos del Camino, se gasta una media de 1.000 euros, lo que significa que esta peregrinación generó en 2017 un volumen de negocio de 300 millones de euros.
La procedencia de los peregrinos es de lo más variada. Y lo es cada vez más. Entre los españoles destacan los andaluces, madrileños y valencianos, mientras que los extranjeros son fundamentalmente estadounidenses, (gracias en buena parte a Hollywood y Martin Sheen con la película The Way de 2010), pero también alemanes, italianos, portugueses y franceses.
Pero no sólo las estrellas de cine tiran del Camino, también lo hacen los políticos. El Caminos francés tiene más acento alemán desde 2014, cuando la canciller Ángela Merkel visitó la capital gallega.
Existen varios rutas por las que realizar el Camino de Santiago, aunque el denominado Camino Francés, que penetra en España por los Pirineos a través de Roncesvalles (Navarra) y Jaca (Huesca) es el elegido por más de la mitad de los peregrinos con destino a Santiago.
Para obtener el reconocimiento oficial de peregrino es necesario recorrer al menos 100 kilómetros a pie o 200 a caballo o en bicicleta. Una vez en Santiago, casi un tercio de los peregrinos aprovechan su estancia en Galicia para realizar visitas turísticas, especialmente a Fisterra o las Rías Baixas.