22 agosto, 2024
Sin duda, el amor al croquet viene de familia. Por lo menos, ese es el caso de José Luis Álvarez-Sala y su hijo José Álvarez-Sala, que acaba de alzarse con el oro en el Campeonato de Croquet de Europa del pasado mes de mayo. Pero no es la primera vez que este asturiano se sube al podio. Sus primeros éxitos le llegaron de joven, en el año 2008. «Gané por primera vez el Campeonato de España precisamente aquí, en el campo de La Llorea de Gijón», explica José, que a sus cuarenta años hace memoria de sus inicios en un deporte que le cambió la vida. «No recuerdo exactamente la edad a la que me iniciaría, pero calculo que con ocho o nueve años. Al igual que mi hermano y mis primos, todos empezamos a jugar desde pequeños. En casa nos inculcaron el amor a esta disciplina deportiva», asegura.
Y no es para menos, teniendo en cuenta que su padre, el prestigioso médico José Luis Álvarez-Sala, fue también uno de los impulsores del croquet en España, allá por el año 1994. Tras más de dos décadas al frente de la presidencia española del croquet, desde enero de este mismo año asume un reto de gran importancia: ostenta el cargo de presidente de la Federación Internacional de Croquet, un deporte que le debe mucho, ya que se ha pasado media vida intentando visibilizarlo y ponerlo en valor. Ahora no iba a ser menos. «La hoja de ruta de mi presidencia quiero que pase por dos puntos fundamentales. Dar a conocer el croquet, consiguiendo financiación para poder apoyar a los jugadores, y lograr que vuelva a formar parte del Comité Olímpico Internacional«, confiesa.
Sin embargo, es consciente de las dificultades intrínsecas que este esfuerzo acarrea. «Las exigencias para participar en el Comité Olímpico son enormes. Uno de los requisitos es que el croquet se juegue en 60 países diferentes, pero a día de hoy estamos en 48. Precisamente por eso es imprescindible darlo a conocer, porque todavía existe mucho desconocimiento«, afirma Álvarez-Sala, apelando a conseguir un mayor número de patrocinios y reclamando su derecho a que se les incluya en campeonatos deportivos como el IV Circuito de Golf y I de Croquet TUR 43.
«Poder participar en estos eventos nos abre muchas puertas. Pone en valor la disciplina del croquet y ayuda a que la gente se anime a jugar», expone, reconociendo que todavía se mantiene el estigma de que el croquet es un deporte elitista. «Aunque últimamente esta concepción está cambiando», apostilla su hijo, que ha hecho del croquet su pasión, pero también su modo de vida.
José Luis Álvarez-Sala: «Poder participar en eventos como el IV Circuito de Golf y I de Croquet TUR 43 nos abre muchas puertas»
En la actualidad, el doblemente campeón europeo y nacional tiene una empresa que se dedica a construir campos de croquet en clubs de todo el país. El último en el que ha trabajado se encuentra en Andalucía, pero se recorre la geografía española de cabo a rabo. Además, organiza torneos y campeonatos en los clubs, tanto en centros públicos como privados. Aunque reconoce que todavía son más los que exigen ser miembros de uno de estos clubs para poder jugar, lo que dificulta que se democratice un deporte que, a pesar de todo, va ganando adeptos año tras año.
Muchos de ellos antiguos jugadores de golf que, a medida que pasan los años, encuentran demasiado extenuantes o físicamente exigentes las cuatro o más horas que puede durar una partida. Sin embargo, el croquet es un deporte muy inclusivo. «No hay límite de edad. Puede jugar desde un niño pequeño hasta una persona de edad avanzada», afirman al unísono padre e hijo, el vivo ejemplo de que la edad no importa para jugar a un deporte que se remonta al siglo XIV, y que la época victoriana puso de moda, pasando a las colonias británicas. Cómo llegó a España, eso ya es otra historia. «Se cree que fueron los ingenieros británicos que trabajaban en las minas asturianas los que lo trajeron a finales del siglo XIX y principios del XX», aventura José Luis Álvarez-Sala.
Pero el croquet es también una actividad con un valor añadido, que no tienen otras prácticas quizás más afamadas. «En este deporte no prima la fuerza, sino la estrategia y la capacidad de concentración. Es eso lo que lo hace adecuado para todos los públicos», profundizan, explicando las principales diferencias que el croquet guarda con otras disciplinas deportivas como pueden ser el golf o, incluso, el tenis. «En el croquet sucede una cosa muy curiosa. Todos los torneos son mixtos, y solo hay torneos exclusivos de mujeres, no de hombres», manifiestan, enfatizando la trascendencia de este hecho, que los diferencia, y mucho, de otros deportes.
«En este deporte no prima la fuerza, sino la estrategia y la capacidad de concentración. Es eso lo que lo hace adecuado para todos los públicos», explican padre e hijo
Si hay algo que caracteriza al croquet, y en lo que padre e hijo están de acuerdo, es en que se trata de una actividad muy social. Así lo reconoce José, quien se convirtió en campeón europeo por partida doble para sorpresa de todos. La primera vez en el año 2017. La segunda, este mismo año. «Lo cierto es que no me esperaba para nada ganar. De hecho, nadie fuera de España me conocía. No estaba en ninguna de las apuestas. Y, sin embargo, gané», reconoce con humildad quien se ha convertido, casi sin quererlo, en un referente tanto dentro como fuera de las fronteras.
Pero no solo eso, sino que participó también en dos mundiales. «El primer año no lo hice muy bien, pero la segunda vez quedé entre los ocho mejores del mundo«, admite con tono de orgullo y satisfacción. La misma que tiene su padre al oírlo hablar de un deporte que él mismo le inculcó desde pequeño. Y más al verlo brillar en el mismo.
No obstante, reconoce que no entrenó tanto como uno se podría imaginar. «El croquet no es tan exigente. Con entrenar veinte o treinta minutos todos los días es más que suficiente», asegura. Quizás para él, que ha demostrado una y otra vez sus dotes en el campo de croquet. Pero no está claro si la rutina de entreno será la misma para el resto de los mortales.