19 julio, 2021
La oleada de contagios de la Covid-19 entre los jóvenes y las restricciones puestas en marcha para frenarla han vuelto a colocar los botellones en el punto de mira de las fuerzas de seguridad. Ejemplo de ello es lo ocurrido en Galicia durante el pasado fin de semana, cuando se intensificaron los controles para impedir las reuniones de jóvenes para consumir alcohol en la vía pública.
Las multas por hacer botellón, actividad que está prohibida en toda la comunidad autónoma gallega, oscilan, según informó el director general de Emergencias e Interior, Santiago Villanueva, entre los 200 y los 300 euros. El nuevo catálogo de restricciones desplegado por la Xunta para controlar la pandemia, además, prohíbe las reuniones de más de diez personas en las terrazas de los locales de hostelería.
Las policías locales de las ciudades gallegas, la Guardia Civil, la Policía Nacional y los servicios de Emergencias colaboraron para garantizar que las calles, parques y plazas estuvieran libres de las concentraciones de jóvenes en botellones que, ahora, además de ser una molestia para los vecinos, constituyen uno de los principales focos de contagio del coronavirus.
Villanueva insistió en la importancia que tienen estos controles de cara a lograr que disminuyan los contagios. Galicia pasó la semana pasada a formar parte de la lista de comunidades autónomas en riesgo extremo tras triplicar la incidencia en diez días.
“Es una posibilidad que está ahí”. Con esta escueta respuesta, el conselleiro de Sanidade de la Xunta de Galicia, Julio García Comesaña, dejó abierta la puerta a que la obligatoriedad de presentar una prueba de Covid-19 con resultado negativo o un carné de vacunación que regirá para los clientes del ocio nocturno se extienda a toda la hostelería, algo que muchos representantes del sector verían con buenos ojos como un mal necesario para evitar que medidas mucho más restrictivas se hagan necesarias en el futuro.
La exigencia de prueba o carné de vacunación en el ocio nocturno es, junto a la limitación a diez personas de las reuniones en las terrazas de la hostelería (en el interior el tope sigue en seis), la principal medida adoptada por la Xunta, que tomó la decisión para limitar los contactos entre la población más joven y para que, de producirse estos, haya ciertas garantías que no se dan, por ejemplo, en los botellones.