3 enero, 2020
MARÍA EIMIL /
En torno a las siete de la mañana del primer domingo de 2020, el próximo 5 de enero, los jóvenes de Silió, una pequeña localidad de Molledo (Cantabria) con poco más de 500 habitantes, harán sonar los campanos por las calles, anunciando el inicio de La Vijanera, una fiesta declarada de Interés Turístico Nacional que cada año despierta el interés de miles de turistas. El acto más llamativo es, sin duda, la captura y matanza del oso (un vecino que simula serlo).
Con uno o dos cencerros cada uno se encargarán de despertar al pueblo y prepararlo para lo que será el sonido de ambiente durante toda la jornada. El resto del pueblo comienza a llevar en torno a las siete y media de la mañana. Los primeros, los zarramacos, con la cara pintada de negro y entre seis y diez campanos o zumbas adheridos a su ropa, que pueden pesar más de 40 kilos, y que al agitarse producen «un ruido ensordecedor». Se trata de una representación de una superstición antigua por la que los habitantes de este pueblo creían que este sonido ahuyentaría a los malos espíritus. Además, otros vecinos acuden con animales a la zona para celebrar el día de fiesta. También se lanzan cohetes para despertar a los que todavía no se hayan levantado.
Uno de los momentos más esperados se produce en el parque de la colina donde aparecen el resto de personajes y los vijaneros se ayudan unos a otros a ataviarse correctamente para la fiesta. En torno a las once y media de la mañana y con las distintas comitivas ya formadas, comienza la captura del oso, al que en torno a las dos de la tarde se dará muerte en la plaza de la Iglesia.
Una vez que el Oso ha sido derrotado los vijaneros se dirigen a las tabernas y el rito continúa recorriendo el pueblo al tiempo que se escenifican “las comedietas” y se cantan coplas y canciones.
Otro de los momentos más esperados se da cuando la comitiva se dirige a los limites del pueblo para escenificar la defensa de la raya, cuando cada pueblo realizaba su Vijanera. Allí se alardea de fuerza con un baile que puede durar unos 15 minutos. En él, el llamado Danzarín Negro pide: «Guerra o Paz» mientras hace sonar su cuerno alternativamente. Esta frase se repetirá en varias ocasiones respondiendo los vijaneros una u otra sentencia. De camino hacia el límite del pueblo, se van haciendo distintas paradas, donde unos beben y otros recuperan fuerzas y después se llevan a cabo las coplas, «un número satírico en el que se hace repaso de lo acontecido durante el año que acaba».