24 agosto, 2022
El Camino de Santiago ha alcanzado números de récord durante todo este año, convirtiéndose en el más multitudinario de la historia. La enorme afluencia de peregrinos de este año Xacobeo ha hecho saltar algunas alarmas alrededor del bienestar de los habitantes de Santiago de Compostela, el cuidado del patrimonio cultural e histórico de la capital gallega y la viabilidad del modelo turístico alrededor del Camino.
Todo esto ha provocado que en los últimos meses de verano (los más intensos del año en lo que respecta a la afluencia de personas), hayan surgido numerosas polémicas y protestas donde Santiago de Compostela se ha convertido en la cuestionada protagonista de una turismofobia provocada ante las actitudes incívicas por parte de algunos peregrinos.
Por este motivo, desde TUR 43 hemos contactado con Antonia Pérez, profesora de la Facultad de Turismo de la Universidad de A Coruña y especializada en la rama de la Sociología del Turismo; para dar con las claves que han producido este fenómeno y cómo se puede llegar a solucionar.
-¿Cómo se ha llegado a la situación actual entre peregrinos y habitantes en Santiago de Compostela?
-Hay que analizar todos los antecedentes que nos han llevado hasta aquí. Hay una conjugación de varios factores que han hecho que el Camino de Santiago sea un destino apetecible para este verano. Primero, hay que tener en cuenta que estamos en año Xacobeo, con todo lo que ello supone, además de una Peregrinación Europea de Jóvenes convocada por la Conferencia Episcopal Española, que añadió 12.000 peregrinos más a los habituales en el mes de julio. Segundo, tras los dos años de restricciones de pandemia, existe un deseo muy fuerte de viajar y gastar, y el Camino es un viaje con un atractivo muy amplio: seguro, en un entorno natural y además refuerza interacciones sociales. La alarma ha saltado ahora porque la ratio peregrino por habitante se ha disparado este año, alcanzando niveles insostenibles para un destino pequeño y maduro como la ciudad de Santiago. Está claro que la afluencia de turistas ha superado cualquier expectativa.
«Creo que existe la necesidad de limitar y regular las viviendas uso turístico en Santiago y tal vez incluir la implementación de una ecotasa»
-¿Cómo es posible conciliar la vida entre el turismo y los habitantes locales?
-El modelo de turismo sostenible se centra en un turismo planificado adecuadamente, teniendo en cuenta las repercusiones negativas que pueda ocasionar, investigando y midiendo el alcance de estos impactos. Por supuesto, también interesa el beneficio económico, pero la prioridad es la calidad de vida de la población local, que es la gran olvidada en el modelo del turismo de masas. El turismo sostenible también ayuda al impulso de la economía circular, el respeto a la cultura local y al medio ambiente… El gran problema alrededor de este modelo es el debate que surge alrededor de su rentabilidad. Por ahora, aún pesa mucho más el beneficio económico que las otras variables. Durante el tiempo de pandemia parecía que estaba cambiando la tendencia turística, abandonando el turismo de masas por un turismo sostenible. Sin embargo, con la vuelta de la normalidad, la realidad se muestra muy distinta.
-¿Peligra el entorno cultural e histórico de la ciudad con esta llegada masiva de peregrinos?
-La masificación genera una serie de impactos negativos, desde contaminación acústica, acumulación de residuos, daños a los ecosistemas e incluso daños a los patrimonios, sí. Necesitamos una concienciación que llegue a todos los agentes sociales, ya sean gestores públicos o privados. El peregrino debe ser más responsable y reflexivo sobre los impactos que puede provocar, tiene que visitar el destino con otra mirada. La comunidad local no puede sufrir una pérdida de identidad cultural o de calidad de vida.
«Todavía estamos muy lejos de la situación de Venecia, pero debemos tomar medidas antes de que la masificación vaya a más»
-¿Santiago podría adoptar un modelo de turismo sostenible?
-Este no es un debate nuevo. Ya se hablaba de la necesidad de controlar el turismo de masas del Camino antes de la pandemia. Se debe reflexionar profundamente sobre el modelo turístico de la ciudad, especialmente en la búsqueda de iniciativas más sostenibles y responsables. Tenemos que buscar colaboración y consenso, a pesar de las discrepancias. Nunca es tarde para gestionar los impactos del turismo a través de una buena gobernanza. Un ejemplo a tener en cuenta es el caso de las Islas Baleares, que en enero aprobaron un decreto ley de medidas urgentes para ser uno de los primeros destinos sostenibles enfocados en la economía circular. En el caso de Santiago, es una buena oportunidad para aprender de otros modelos de gestión. Eso sí, es algo muy difícil de conseguir en destinos pequeños y maduros como este. Tal vez se debería buscar un equilibrio entre los alojamientos ofertados y el número de turistas que se pueden recibir, para no sobrepasar la capacidad de carga de la ciudad. Creo que existe la necesidad de limitar y regular las viviendas uso turístico en Santiago y tal vez incluir la implementación de una ecotasa, a pesar del rechazo de ciertos sectores. Quizás estas medidas podrían ayudar a frenar esta masificación desbocada y sus impactos negativos. Y si hablamos de sostenibilidad, se debe formar y concienciar a todos los actores sociales: turistas, peregrinos, comunidad local, empresarios y gestores públicos. De hecho, ya están surgiendo muy buenas iniciativas alrededor de esto, como el Decálogo de buenas prácticas para el final del Camino, elaborado por varias asociaciones de vecinos de Santiago, y que se puede llegar a incorporar como propuesta de planificación en la gestión pública del destino.
-Venecia es el ejemplo por excelencia cuando hablamos de los problemas generados por la masificación, llegando a perder 14.000 habitantes en tan solo 20 años. Después de este año Xacobeo, ¿Santiago podría llegar a convertirse en la nueva Venecia?
-Creo que todavía estamos muy lejos de la situación de Venecia, pero debemos tomar medidas antes de que la masificación vaya a más. No hay que quedarse con los brazos cruzados pensando «esto no nos va a pasar». Hace falta sentarse ya y buscar esa gobernanza colaborativa, consciente y transparente con la población local. Las consecuencias e impactos positivos del turismo los conocemos todos: la creación de empleo, el impulso económico, la generación de divisas, el intercambio cultural, la revalorización de las tradiciones… Pero también hay que tener en cuenta las consecuencias negativas: motiva la inflación, provoca la desigualdad de riqueza, la especulación de precios, la gentrificación y la pérdida de identidad cultural y genera turismofobia en gran parte de la población local, algo que ya está comenzando a suceder en Santiago. Fíjate, la turistificación llega a las propias tiendas de souvenirs: si paseas por Santiago, te encuentras con toros y sevillanas en los escaparates. Es una simbología de la identidad que va mucho más allá del territorio y que se basa en estereotipos.
-¿La masificación es fruto de la centralización de la oferta turística de Galicia en Santiago?
-Efectivamente, es uno de los factores a tener en cuenta. Es algo que le pasa a muchos destinos: sobrepresionamos la publicidad y promoción en el lugar más conocido. De hecho, una de las formas de descentralizar este turismo de masas es poner mayor énfasis en la promoción de otros destinos alternativos a Santiago. Sabemos que el Camino es un referente, pero Galicia tiene muchos más destinos que ofrecer.