20 octubre, 2021
Dicen algunos que el pulpo está en peligro de extinción y que hay que controlar su consumo, otros consideran a esta criatura marina como uno de los mayores manjares sobre la faz de la tierra y, en territorios como Galicia, el cefalópodo es uno de los pilares de la propia tradición. Sin embargo, hasta ahora, nadie había llegado a formular la propuesta que hizo la veterana actriz Jane Fonda, activista medioambiental reconocida que en una entrevista en el programa de televisión Espejo Público llamó a la ciudadanía a hacer boicot a los restaurantes que sirven pulpo.
De prosperar la propuesta de Fonda, algo que parece poco o nada probable, serían muchos, por no decir casi todos, los establecimientos españoles y, concretamente, gallegos que se quedarían sin clientes, por no hablar de las famosas pulpeiras que hacen acto de presencia en fiestas como las de San Froilán en Lugo y en muchas de las ferias celebradas en pueblos de toda la geografía gallega.
Dice la actriz de 83 años que los pulpos «tienen emociones, son criaturas sensibles y tremendamente inteligentes», pero nada parece indicar que esta afirmación, que vienen a constatar documentales como el oscarizado Lo que el pulpo me enseñó que se emite en la plataforma Netflix, haga mella en quienes ven al cefalópodo más como un alimento exquisito que como un ser pensante que siente y padece.
Tampoco parece que la actitud de Jane Fonda hacia la naturaleza y hacia los animales goce de mucho predicamento en sociedades como la española, con una dieta que gusta de consumir todo tipo de productos animales de la tierra y del mar. La actriz, entrevistada por videoconferencia por el periodista Nando Escribano, reconoció que sólo come pescado una vez al mes e invitó a que los clientes de los restaurantes pregunten por la procedencia de los platos que consumen y, en el caso de que estos tengan ingredientes de origen animal, por el método con el que estos fueron capturados y sacrificados hasta llegar a la mesa.
El pulpo es uno de los productos gastronómicos más demandados por los gallegos y por los turistas que llegan a la comunidad autónoma. A finales del pasado año saltaron todas las alarmas cuando los pescadores alertaron de una brusca caída en las capturas, consecuencia directa de la presencia de un menor número de ejemplares.
La sobreexplotación de esta especie es la causa a la que los científicos atribuyen la escasez de pulpo en aguas gallegas. Expertos en biología marina advirtieron de que, de mantenerse el ritmo de capturas, se pondría a la especia en serio peligro.