16 octubre, 2020
«Las contamos con los dedos de las manos y antes hacíamos más de 200 al año». Son palabras de la directora del Centro Superior de Hostelería de Galicia, Marta Fernández, acerca de las prácticas en empresas que realizan los alumnos de esta escuela, que han quedado pospuestas, casi en su totalidad, a causa del coronavirus y de los cierres en hoteles y restaurantes que este ha motivado.
Colocar a los alumnos que se forman para ser profesionales del turismo y de la hostelería es, a día de hoy, casi misión imposible. Los problemas que afrontan los responsables del centro ubicado en Santiago de Compostela se repiten en casi todas las escuelas españolas. La situación en el IES Hotel Escuela de Madrid es otro ejemplo.
«Está siendo muy complicado encontrar prácticas profesionales para los alumnos. Hay muchos establecimientos cerrados y, de hecho, tenemos grupos, como el de alojamientos turísticos, para el que todavía no tenemos suficientes hoteles para que vayan los chicos», lamenta el director del IES Hotel Escuela, Miguel Ángel Pérez, que añade que el centro que dirige sufre el problema pese a que, a la hora de buscar prácticas, no se limita a España sino que también abarca el ámbito europeo a través del programa Erasmus.
Los directores de las escuelas temen que la situación se agrave si las restricciones se prolongan al tiempo que las prácticas pendientes se acumulan. «Las prácticas del año pasado las hemos pospuesto con la intención de recuperarlas este año, siempre que mejore la situación, claro. El sector atraviesa una situación muy complicada. En Santiago, por ejemplo, ya se han anunciado cierres y los hoteles que trabajan lo hacen con sus plantillas reducidas y con parte de sus trabajadores en ERTE. La realidad es que es muy complicado gestionar las prácticas, porque no nos cogen a los alumnos. Nosotros mantuvimos un poco con Paradores, pero poca cosa», relata la directora del Centro Superior de Hostelería de Galicia.
«La bola va a crecer, sobre todo entre abril y junio del año que viene, si no logramos prácticas para los alumnos que las aplazaron. Hay muchos hoteles cerrados, agencias cerradas… Es muy complicado. Más que pesimistas, los alumnos están un poco a la expectativa para ver qué pasa. Son gente joven y tienen ilusión. Tienen muchas ganas de empezar en las empresas y de conseguir empleo. Algunos están dispuestos a aplazarlo todo para el año que viene, porque lo que quieren es aprender en una empresa», apunta Miguel Ángel Pérez.
La dificultad para ubicar a los alumnos en empresas para que completen su formación no es el único cambio que la pandemia ha traído a las escuelas de turismo y hostelería. Limitación de los aforos en las aulas y en los espacios comunes, clases online y cambios en la programación forman parte de la lista de novedades con las que las escuelas han retomado las clases en su curso más atípico.
«Hemos optado por partir los grupos y dividirlos en dos de 15 alumnos cada uno. Uno de los subgrupos viene tres días (lunes, martes y miércoles) y el otro dos (jueves y viernes). A la semana siguiente cambian. Además, recibimos a los alumnos de forma escalonada, a partir de las 8 de la mañana. Tenemos tres turnos por la mañana y tres por la tarde», comenta el director del IES Hotel Escuela de Madrid, donde los tutores de los estudiantes se encargan de tomarles la temperatura cuando llegan al centro.
La directora del Centro Superior de Hostelería de Galicia explica que, pese a las dificultades, su escuela mantiene todos los contenidos teóricos y prácticos. «Se actuó, sobre todo, en los aforos. Nosotros tenemos grupos de alumnos muy pequeños. Las aulas tienen un aforo de 20 y hay entre 14 y 16. No somos una universidad con 200 alumnos por aula, aquí hay espacio. Pudimos mantener la presencialidad absoluta y estamos impartiendo todos los contenidos, tanto los teóricos como los prácticos», expone Marta Fernández, que recuerda que hay módulos prácticos que quedaron pendientes del período de confinamiento que en este nuevo curso «se intentan recuperar».
En el IES Hotel Escuela madrileño, algunos contenidos prácticos se han adaptado para que los alumnos puedan realizarlos en casa. «El problema de la formación profesional es que muchos contenidos son prácticos y manuales. Se les enseña cómo hacer las cosas aquí y luego se les dice que lo repitan en sus casas. Cuando estaban confinados, mandaban vídeos a los profesores para enseñarles las habilidades que iban cogiendo, como los camareros a la hora de llevar la bandeja o los cocineros al elaborar algún plato», informa Pérez.