28 enero, 2020
PABLO LÓPEZ /
La vicepresidenta del Gobierno y ministra de Transición Ecológica y Reto Demográfico, Teresa Ribera, ha encendido de nuevo el debate acerca de la posibilidad de cargar el transporte aéreo con una tasa como medida para combatir el cambio climático. En declaraciones a la emisora Onda Cero, Ribera expuso que los que viajan en avión son “quienes tienen más recursos o billetes sufragados por la empresa”, uno de los motivos por los que cree que la carga fiscal, aunque encarezca los precios, “puede ser razonable”.
Pese a reconocer como un “debate interesante” el que versa sobre la tasa al avión, la ministra se mostró contraria a propuestas como la del Ayuntamiento de Barcelona de suprimir los vuelos cortos cuando exista una alternativa en tren de menos de siete horas. Ribera, sobre esa idea, se mostró más partidaria de “cambiar los patrones” de la gente que de “prohibir”.
Las declaraciones de la ministra retoman un debate que ya estuvo sobre la mesa en la pasada Cumbre del Clima celebrada en Madrid, donde las críticas a la contaminación generada por los aviones contrastaron con la opinión de los empresarios del turismo, que recalcaron que el transporte aéreo es fundamental para el sector y que hay industrias que contaminan más.
Frente a los datos más pesimistas acerca de la contaminación generada por los transportes y frente a las campañas de movimientos como vergüenza a volar, que promueven la renuncia a utilizar el avión, la Mesa del Turismo, durante la Cumbre del Clima, emitió un comunicado en el que lamentaba “la atribución al turismo de una cuota de responsabilidad desproporcionada en el impacto sobre el cambio climático”.
“Se está demonizando al viaje, cuando el avión apenas supone entre un 2% y un 5% de las emisiones de CO2, mientras que otros sectores, como el ganado vacuno, subsidiario de la UE, o la entrega de las compras por internet, suponen una aportación muy superior”, habían expuesto desde la organización.
La producción de aviones con materiales más ligeros por la industria aeronáutica, la sustitución del combustible contaminante de cruceros y ferris por gas licuado y las medidas para el ahorro de energía en los hoteles son algunos de los ejemplos que la Mesa mencionó para demostrar que el sector turístico es uno de los primeros interesados en hacer frente al cambio climático.